Ahora, dejamos Monterrey para dirigirnos a Zacatecas. No recuerdo la última vez que pisé esa tierra, pero sin duda alguna, fue hace muchos ayeres. Tierra plagada de recuerdos de mi infancia, ya que se caracteriza, por haber sido nuestro único lugar para vacacionar, con la excepción de dos lugares más. Y para ser más precisa, el lugar al que solíamos llegar, no era el mero Zacatecas, sino Tacoaleche, y por los que comiencen a pensar que estoy hablando de alguna exquisitez de la comida mexicana, no es así. Me refiero al pueblo que vio nacer a mi padre, y en el cual jugué a hacer pastelillos de tierra en la casa construida de adobe, viendo sacar a las personas agua del pozo. Dicha casa, era la de mis abuelos. Y para ponerle sabor a las cosas,
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