Guadalajara hermosa, Guadalajara que llora.

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Hace algunos días dejamos Guadalajara. Esta vez visitar mi tierra fue algo diferente, fueron sin duda dos meses intensos en todos los sentidos. Desde nuestra llegada hasta el último momento en que mis pies pisaron tierra tapatía.

Nuestra llegada, fue la bienvenida más inesperada, y no precisamente grata. No tendríamos un lugar para alojarnos, ya que Inmobiliaria PIO no respeto nuestro acuerdo y nos dejó sin la casa que se supone nos rentaría, pero no sólo fue eso, sino que retienen nuestro dinero dejándonos sin casa y sin nuestro dinero. Después de un mes logramos que nos regresara el 75% de nuestro dinero. Dejamos Guadalajara sin el 25% restante. Bueno, una manera más de ver el extraño cuidado de Dios. Durante nuestra estancia en GDL, El cuidado de Dios no se hizo esperar. Encontramos otro lugar, y pese a la premura del tiempo y la falta de requisitos, una hermosa mujer llamada Carmelita, fue nuestra Rahab, haciendo lo que -no- debería hacer, más Dios le recompense en gran manera, el rentarnos ese departamento.

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En esta ocasión, conocí un Guadalajara que no había conocido antes, de oídas le había escuchado, pero jamás le había visto tan de cerca, tanto que llegó a doler. Y, me refiero a Guadalajara de noche, San Juan De Dios y sus impregnadas calles de pecado y placer de almas extrañamente solitarias.

Entre prostitutas y drogadictos caminamos. Algunos escuchaban, algunos otros nos ignoraban, y unos otros prestaban oídos sordos. Niñas y mujeres, esperando al mejor postor para por unos cuantos centavos herir más y más su propia piel.

En esas calles se puede oler el corazón roto, el desánimo, el olvido. Todos parecer disfrutar lo que hacen, todos parecen querer escapar de lo que aman, algunos con intentos fallidos y otros con sólo suspiros, sin un sólo dedo mover.
El hno. Fisher, es quien semana a semana les visita para compartir con ellos, con que si se pudieran embriagar sin su alma desbaratar, y enseñarles como pudieran dejarse en manos de Aquel que Es El mejor postor para la compra de nuestra vida, de sus vidas.


Si te interesa visitar Guadalajara de noche, sólo dime y te pondré en contacto con el hno. Fisher.


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Fue hermoso ver a amigas que hace más de quince años no veía, y lo más hermoso fue ver que sólo el exterior ha cambiado un poco, que en esencia seguimos siendo las mismas chiquillas capaces de reír te todo y de nada a la vez; Las mismas que un día compartieron unos años, que lloraron y que hasta se escaparon juntas. El tiempo ha pasado, más algo se ha mantenido intacto, que no ha crecido, pero tampoco ha desaparecido.

También recargué mis pilas con amistades que han sido pilares en los últimos años de mi vida, aprendí de ellas, reí y lloré con ellas. El verlas no fue sino como volver a ver ese abrigo que te ha abrigado por año tras año, y qué en la primavera guardas, que no lo ves, pero sabes que cuentas el, para cuando llegue el invierno otra vez.

Esta vez, Guadalajara me dejó con nuevas enseñanzas, nuevas amistades, y una que otra prueba no superada, y un nuevo y diferente sabor de boca. Sólo me resta decir, que ahora dejé Guadalajara con dos que tres lágrimas, una de melancolía, otra por mi familia y una más, por si acaso no te vuelvo a ver…

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