27 de agosto de 2010. Champasak

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Cuando el autobús llegó a la paradada de Champasak fuimos los únicos en bajarnos, la gente prefiere quedarse en Pakse y hacer una excursión hasta Wat Phu Champasak, las ruinas de un antiguo templo jemer y que es lo más destacable de la zona o ni siquiera parar y tirar directamente a las 4000 islas. Nosotros, sin embargo habíamos leido que estaba muy bien el trayecto en bicicleta desde el pueblecito de Champasak hasta el Wat Phu Champasak por eso nos decidimos en parar mejor aquí.

El autobús nos dejó cerca del pueblo pero a la otra orilla del río Mekong por lo que tuvimos que coger un bote que nos llevara al otro lado. Nada más bajarnos ya había un señor que no hacía más que reir que se ofreció a llevarnos en su minivan hasta el centro del pueblo que estaba a unos dos kilómetros, pero la cosa tenía truco... entonces nos dijo que era el dueño de una guesthouse y que nos llevaba gratis y que sin ningún compromiso veíamos las habitaciones. Ya veis, esto sí que es un buen comercial. Fuimos con él porque total, su guesthouse aparecía en la guía como buena opción y así nos salía el desplazamiento gratis... Llegamos y sólo le quedaba una habitación libre, nos la dejaba por 2,5 euros, pero... qué cuchitril!!! daba miedo!!! Le dijimos que no nos gustaba y el tío no paraba de reir, jaja, le daba todo igual.

Salimos a la única calle que compone el pueblo y nos pusimos a buscar alojamiento, entramos en otro par de guesthouse más y no te sabría decir cual de todas daba más asquito... al final llegamos a un hotel en la rotonda principal y bueno... fué lo más decente que encontramos y nos quedamos allí. Eso sí, también daba miedo, sólo había dos habitaciones ocupadas y parecía el hotel de la película "El Resplandor".

Dejamos las mochilas, una duchita... imaginaros lo pestosos que estábamos... desde la salida de Luang Prabang habíamos dado más vueltas... y nos fuimos a por las bicicletas. Decidimos alquilárselas al dueño de la guesthouse que siempre reía. El Wat Phu quedaba a unos 12Km del pueblo por una carretera secundaria que atravesaba un par de aldeas y campos de arroz, además, el día estaba despejado, había un sol que no habíamos visto desde que llegamos a Laos.

Dimos una vuelta por las ruinas de Wat Phu Champasak, templo que formaba parte del imperio de Angork que, aunque es muchísimo más pequeño que Angkor Wat en Siem Riep (Camboya) también tiene su encanto. De vuelta para la entrada al recinto donde habíamos dejado las bicicletas nos encontramos con una madre que volvía de trabajar en el campo y sus dos niños. Nosotros le soltamos un par de palabras que teníamos apuntados en laosiano y ellos muy amables no les importó que les hiciéramos una foto. Los niños se morian de risa al verse en la pantalla de la cámara. Les dimos unas chucherías que habíamos comprado en Pakse y... no veas lo contentos que se pusieron y la madre... cómo se comía las gominolas, no sabemos a quién le gustó más... ella a cambio nos dió un trozo de una especie de tubérculo que tenía en el cesto para que la probáramos, estaba muy amarga pero la comimos igual, no podíamos hacerles el feo.

Por la noche fuimos a cenar al mismo lugar en el que alquilamos las bicicletas (en realidad eran las siete de la tarde pero cerraban la cocina a las ocho) y allí estaba el dueño que seguía riendo sin parar, seguro que se fumaba algo porque no era normal, jajaja! También le compramos a él los billetes para el autobús que nos llevaría al día siguiente a las 4000 islas, es que... era tan simpático... El restaurante tenía vistas al río y estaba muy animado, era casi el único sitio donde había gente en todo el pueblo, además esa noche había una luna impresionante... Escuchamos a alguien que hablaba en español y nos unimos a su grupo, una pareja de Barcelona que llevaba cuatro meses viajando por toda Asia y aún le quedaba uno más y una chica de Bilbao que viajaba sola. Nos dieron las once de la noche charlando y ya cansados volvimos a nuestro hotel de "El Resplandor".

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