Advertisement
Published: January 19th 2009
Edit Blog Post
Resumen de las actividades del día: Viaje en autobús desde Bundi hasta Pushkar (8:50 - 14:30 hs). Búsqueda de hotel. Alojamiento en el Keshav Palace. Recorrida por la ciudad. Almuerzo y cena en restaurante Moon Dance. En la estación de autobuses de Bundi, todo está escrito en hindi. El expendedor de tickets sólo habla en hindi, pero igualmente llegamos a entendernos. Hay muchas cosas que he podido entender, algunas con más, otras con menos esfuerzo. Lo que nunca podré entender es ese total abandono hacia la higiene en lugares públicos. Sé que escribiendo estos relatos no ganaré muchos amigos entre los indios; pero, es la India que yo vi. No podría dejar de resaltar todo lo que me ha gustado, principalmente algunas de sus gentes. Me ha servido como experiencia de vida, como valor de referencia para establecer comparaciones. Me ha servido para “ser”. Lo paisajístico, que es hermoso pasa a un lejano segundo plano. Sí, pero no podría como muchos otros turistas y blogistas solo adornar lo bello. Dejaría de ser yo mismo.
En fin, que para no ser factor desencadenante de una merma en el turismo hacia la India no pondré la foto de las rejas de
la taquilla de la estación de Bundi, con sus telas de araña de larga data, en primer lugar del reportaje, porque es la que sale a la vista en la presentación de la página de Travelblog, pero que sepan los lectores (sin alarmarse), que: estar, está. 😞
Hoy haremos el trayecto Bundi-Pushkar (168 km) en autobús. Hay buses que salen con más frecuencia desde Bundi hacia Ajmer (a 11 km de Pushkar), pero la posibilidad de hacer el trayecto directo nos ahorra el traspaso de autobús con los consiguientes inconvenientes.
El autobús, programado para salir a las 9:00 hs, sale a las 8:50, y no porque el pasaje estuviese completo. Sólo porque sí. El que llega último (que no digo “tarde”, se lo pierde). 😞
Me siento en el último asiento, pero en el primer bache de la carretera pego tal salto que al volver a tomar contacto con el asiento mi cabeza casi se introduce dentro de mi tórax. Mi cuello pareció transformarse en un fuelle, pero mis conocimientos de anatomía me hicieron recordar que las vértebras cervicales no tienen esa función. No pasó mucho tiempo hasta que apareciese el segundo bache, ni hasta que yo
cambiase de asiento. No quiero echarle la culpa a los baches de la carretera ni a los amortiguadores del autobús. Sólo quiero llegar a Pushkar… completo! 😊
Desde mi nuevo asiento veo mejor las incidencias de la carretera. Nuestro autobús adelanta a un vehículo mientras otro autobús se nos aproxima de frente, sin aminorar su marcha. La colisión parece inevitable. Cuando faltan 5 o 10 metros para lo que sin duda sería fatal, el otro autobús se tira a la banquina. He quedado shockado. Fueron, quizás, los 5 segundos más largos de mi vida. Sé que después hubieron otras incidencias de riesgo en la carretera, pero juro no recordarlas. 😞
En la primera parada me quedo unos minutos en el bus. Los repetitivos y monocordes gritos de los vendedores martillean mi cerebro a través de las ventanillas:
“Chaí, chaí, chaí”… “Poé, poé, poe”. Bajo a estirar las piernas. Hay varios puestos de comida. Creo que comimos unos plátanos.
En la siguiente parada, Ajmer, sube un joven, se sienta a mi lado. Comienza a hablarme cordialmente. Supuse que haría el trayecto en el bus hasta Pushkar y que sería otro pasajero. Al poco rato comienza a hacer la
publicidad de un hotel de Pushkar, el Hill View. Dice que es de su hermano. Me deja una tarjeta del hotel donde figura su nombre manuscrito. Me dice que presentando la tarjeta me dejarían una hermosa habitación por 300 Rs. Cumplido su “trabajo”, se baja del bus y se va, posiblemente a otro bus a continuar trabajando.
Bajo del bus para ir al servicio. El olor es realmente insoportable, un olor a amoníaco excesivamente penetrante, me irrita las mucosas nasales de tal manera que no puedo permanecer ahí dentro. Salgo. Pienso. Algo tengo que hacer, mi vejiga podría estallar si no orino. Hago mis cálculos. Sé que puedo aguantar dos minutos o más, sin respirar. Sé que, después de mi operación de próstata puedo evacuar completamente mi vejiga en menos de dos minutos. Las cuentas cuadran. Respiro hondo, contengo el aire… y… a la misión! Perdón: a la micción!
Vuelvo al autobús con la satisfacción que se siente cuando escuchas a tu subconsciente que te dice: Prueba superada! 😱
Llegamos a Pushkar a las 14:30 hs (5 horas y media de viaje). No tenemos reservas de hotel. Se acercan varios
rickshaweros a ofrecernos su servicio y a
ofrecernos hoteles. Uno de ellos nos ofrece el Hill View, dice que es de su hermano. Nos da una tarjeta (que ya me resultaba familiar). Nos ofrece llevarnos gratis en un tuc-tuc hasta el hotel para que lo miremos sin compromiso. Aceptamos. La distancia era corta. Pushkar es una ciudad pequeña.
Vemos el hotel y le decimos al encargado que antes queremos ver otro hotel del que teníamos referencias. Nos permiten dejar las maletas en consignación. Ahí comienza nuestro deambular por las calles de Pushkar. Vamos primero al Inn Seventh Heaven que nos había gustado mucho por las páginas de Internet, pero en el que no pudimos hacer reservas porque exigían un mínimo de dos noches. El hotel estaba bien… sí, y además: bien completo. No disponibilidad. Qué pena! 😞
De todas formas, dos turistas occidentales seríamos presa fácil de los comisionistas. Uno de ellos nos llevo a ver el hotel Lake View, con vistas al lago, como su nombre lo indica. Pero no mires al interior de las habitaciones. Sólo conviene mirar al lago. Descartado. Hemos visto algún otro, también deprimente y luego intentamos con uno que tenía buena pinta por fuera, pero que estaba en obras.
Preguntamos si tenían habitación disponible. Sí. Preguntamos si podríamos verla. También nos responden que sí… (pero aquí nos han mentido!!). Nos llevan al primer piso (en obras de refacción) esquivando cables, material de construcción y albañiles. Por fin, atravesando un pasillo interior oscuro llegamos a la habitación disponible. Abren la puerta y no se ve absolutamente nada: oscuridad total. Pedimos que enciendan la luz. “Imposible”, la habían cortado los albañiles para trabajar. Igualmente “imposible” contratarla!! El manager tan tranquilo como quien sabe que ha cumplido con su deber y tan orgulloso de ello. 😞
Al final, después de ver 2 o 3 hoteles más, encontramos al Keshav Palace por 250 Rs. Es el hotel por el que menos pagamos en todo el viaje. La habitación era simple, austera, pero limpia, con agua caliente. Sin embargo cuando quisimos utilizarla por la noche, salía fría. El chorro de agua salía intermitentemente, ora a raudales, ora gota a gota. Si lo tomas con buen humor hasta puedes hacerte apuestas a ti mismo a ver cuanto tiempo tarda en salir el agua o cuanto en desaparecer. 😞
Dentro del cuarto de baño no hay espejo. El único pequeño espejo de la habitación
está en el dormitorio; por lo tanto, para afeitarse hay que hacer algo de turismo interior: del lavabo del baño al dormitorio, del dormitorio al baño todas las veces que sea necesario o las que tus habilidades con la máquina de afeitar determinen.
La recorrida por el centro de la ciudad se hace bastante agradable. Te cruzas con muchos turistas occidentales. Si bien la arquitectura del lugar te recuerda épocas medievales, el ambiente humano trae reminiscencias de los años 60, se percibe por doquier un ambiente hippie, muchos de ellos son judíos. La gente (en este caso me refiero a los turistas) transita con un aire de “a mi que me importa”. Los comercios, en consonancia, venden ropa estilo hippie, muy informal.
Almorzamos en el restaurante Moon Dance, que tiene una carta bastante surtida. Ofrecen comida india, mexicana, italiana, china y tailandesa. El ambiente es agradable, muy relajado. Los comensales, casi exclusivamente turistas. Repetimos para la cena.
Advertisement
Tot: 0.099s; Tpl: 0.013s; cc: 12; qc: 27; dbt: 0.0339s; 1; m:domysql w:travelblog (10.17.0.13); sld: 1;
; mem: 1.1mb