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Published: February 23rd 2011
Felices
En pelotillas como noPor fin logramos salir de Manuel Antonio, y es que ahora nos preguntamos porque hemos estado tanto tiempo allí. Esta bien, teníamos que reponer fuerzas después del periplo montanha a través y yo tenia que recuperarme de mi gastroenteritis, pero de haber sabido lo que venia después, habríamos escapado mas rapido, aunque sea en grúa.
En el momento de dejar Manuel Antonio por la Costanera Sur hacia El Palmar, la carretera deja de estar transitada, la vegetación es espectacular y las playas, paraíso de surfistas, son salvajes y con personalidad. Llegamos a Dominical, donde no hay nada que hacer, pero precisamente eso es lo que tiene a mucha gente allí enganchada mas tiempo de la cuenta. El mar esta demasiado bravo como para meter mas que los pies, pero seria paraíso de un par de Ramones que conozco. Surfistas esparcidos por el agua, apenas se aprecian desde la orilla, y las fibrosas novias en bikini hacen las delicias de los ojos de mi chico mientras se le ocurre alguna comparación inoportuna. Nos quedamos en el Domilocos, regentado por un matromonio Italo-holandés que tiene de visita o de perpetuo apalancamiento a los padres de el, que opinan de todo lo que
Puesta de sol
Sobre Playa Tortuga pasa en el negocio y desesperan a la mujer de el, excelente chef por cierto. Se supone que el Confusiones ha sido considerado mejor restaurante de la costa dos anos consecutivos y, aunque la decoración parece sacada mas de un café parisino que de un pueblo costero del pacifico, la cocina desde luego merece el reconocimiento. Hace demasiado calor, Maite sufre sus primeros sudores de pollito, pobre, viniendo del frío helador de Washigton, creo que la tenemos un poco confundida con un submundo de contrastes.
Javi prepara su buceo para el día siguiente a la isla de Canhos, a hora y media en barco, donde se supone que esta el mejor buceo del país después de Isla de Cocos. Pero es que la única opción de buceo en Cocos es un liveaboard de 10 días, y es que se necesitan 36 horas para llegar allí por mar. Buceara en un barco donde casualmente hay un tipo y otras dos chicas, por separado, todos de Washington, y hasta una de ellas trabaja en la 16, la calle donde vivimos. Vivimos o vivíamos? No se. Antes siempre coincidíamos con spanish people en los sitios mas remotos, y ahora esto. El mundo
Vistas al Pacifico
Amaneceres para guardar en la retina sigue siendo pequeño. Javi ha disfrutado del buceo, aunque se queja de que las aguas del pacifico no tienen tanta visibilidad. Han visto algún tiburón de aleta blanca en una cueva pero ninguna raya de las que suelen habitar el lugar. Demasiados buceos por el mundo, mi chico se esta haciendo muy sibarita. La isla debe de ser muy salvaje y exotica, pero solo hay una zona accesible para los buceadores y el turismo, el resto lamenablemente solo es para investigadores. Bueno, para el bien de la isla y el ecosistema.
La travesía hasta Canhos sigue siendo demasiado larga para la peque, así que nos quedamos en tierra mano a mano. Y ello nos brinda la oportunidad de dar un paseo por la playa al amanecer, en marea baja, en su mochilita, antes de que el pueblo despierte. Hay momentos que valen por todo el sufrimiento que nos hace humanos.
Menos mal que no viajo sola con la peque, porque si fuera así, me la secuestraban a la segunda de cambio. Mi cometido de hoy es el de cambiar de hotel, ya que le recojo a Javi en la población de Uvita, a donde llega su barco, para
seguir nuestro camino. Y como ya no viajamos precisamente con dos mochilitas de mínima expresión - ok vale, reconozco, existen los panhales en Costa Rica, y los potitos, y los cereales y la leche, y llevo con las mismas chancletas desde el primer día,- pero por algún motivo paranormal, uno se bloquea cuando prepara una maleta a 5 grados bajo cero en la ciudad. Decía, que como llevo siete baúles de la Piquer, pues salir de la habitación, bajar escaleras, llenar el coche, todo ello a 35 grados bajo la Solana, es un poquito mas complicado con la peque en brazos. Así que buscamos una víctima, nos acercamos como de forma espontánea, le hacemos dos tonterías - Maite esta compinchada y sabe que tiene que desplegar sus mejores encantos - y en cuanto se hace un poco amiguita de la víctima, chas! la pregunta clave: me harías el súper favor de quedarte con la bebe mientras me pongo el gorro de mula y cargo los sacos de patatas en el horno ese de mi Tucsonito? Por supuesto no me dicen que no, pero en una de estas me voy a tener que ir a objetos perdidos. Y este objetillo no
se remplaza fácil.
Paso Puerto ballena y Uvita hasta llegar a Ojochal en busca de alojamiento. Se me ocurre intentarlo en Bavaria, en lo alto del monte con increíbles vistas al mar, pero a parte de no haber disponibilidad, la carretera se hace 4x4 cuesta arriba hacia el monte. Yo de esto no se. Me tiemblan las piernas, la peque duerme detrás y yo intento serenarme y repetirme en voz bajita, ok i'm in charge, i'm charge, algo así como, ahora no toca amedrentarse, ahora no toca. Uff.
Me empiezo a dar cuenta de que la Costanera es la única carretera asfaltada, pero cualquier desvío mínimo es por carretera mala y la mayoría suben al monte, así que peor. Al final todas las referencias me conducen al Outlook así que me armo de valor y allá voy. Y esta vez, la subida tampoco era para tanto. Así que allí nos instalamos, con otra de, me sostendrias a la peque, si fueses tan amable, con ese gesto mio de sonrisa bajo un cenho fruncido de, me estas haciendo un gran favor, entenderia que me dijeses que no pero se que me vas a decir que si, verdad?
Volvemos
a recoger a Javi de su buceo, que vuelve del parque Marino Ballena. Queremos entrar a recibirle al agua, pero el tipo del sitio de buceo me dice que hay que pagar la entrada al parque o bien cruzar por el río, aunque no me recomienda esto ultimo porque hay cocodrilos en el río. De veras? Por lo menos uno, seguro, me dice, con una sonrisa de tener una historia detras. Prefiero no saberlo.
Javi regresa pues con sus compañeros buzos y empiezo a oír esas conversaciones que me ponen los pelos como escarpias. A donde vais ahora entonces? Bajamos a Panamá, donde ya nos separamos de nuestra compañera que se unió a nosotros en Honduras, y luego ya tomamos el barco hasta Chile para retomar en caravana el continente americano hacia el norte. Tanta vida, tanta energía, tantos momentos en una sola frase. Os cabria una silla de bebe y dos almas mas de niño, me dan ganas preguntar, pero volvemos a la realidad y nos limitamos a intercambiar mails para poder tener algunas fotos entre peces de las tomadas en los buceos.
Mi chico me había prometido en la preparación de este viaje que pasaríamos tres
De paseo
Por Dominical o cuatro días en cada lugar, cambiando de hotel solamente 5 veces en toda nuestra estancia en Costa Rica. Pero al segundo día en cada lugar se empieza ya a poner inquieto, le salen manchas en la piel y un tic nervioso y necesita carretera, baches, cunetas, precipicios y polvo por vena. Y vale, por eso mismo me enamore de el.
Simplemente bajar hacia el mar a tomar una miserable cerveza se convierte en toda una aventura, las carreteras de acceso a la playa son imposibles, y yo en cuanto lo veo me pongo de los nervios con un ansioso, da la vuelta, por aquí no, por favor, la cabeza de tu hija, que se tambalea sin parar en la silla, y mi niño cabezón, me dejaras pasar este bache por lo menos. Y ese bache lleva a otra curva, a otro camino imposible de dar la vuelta, y yo con una mano agarrada al asa de la puerta y otra a la silla de mi nina que intenta en vano dormirse, pienso, que menuda capacidad tiene el peque grande de sumergirme en la aventura cuando yo solo quería salir a comer una cerveza y una tapita.
Por
fin llegamos al Villa Gaia, casi al borde de la carretera pero al mismo tiempo adentrado en la vegetación, donde Maite socializa de nuevo con un grupo de Ticos que van a La Palma de Osa de pesca. Y es que la peque es una gitana, se va con cualquiera, de hecho ayer hicimos gesto de que ahí se quedaba y nosotros nos marchábamos, y por primera vez nos dijo adiós con la mano. Renacuaja, no crezcas tan rápido.
Y me encanta que me la cojan en brazos sin preguntar, me la besuqueen, me la llenen de vida, he echado eso mucho de menos en Estados Unidos, donde me han llegado a pedir permiso, ya no para tocarla, simplemente para acercarse a ella. Vivimos en una sociedad con tanto respeto a las libertades individuales, que al final nos hace estériles y deja poco margen a la espontaneidad real y muchas veces al calor humano. He sido muy feliz estos anos y Washington nos ha dado cosas maravillosas, pero la verdad, aquí, desde una hamaca entre palmeras, pájaros de mil colores y el pacifico al fondo, pienso que tengo ganas de regresar a mi tierra. Para seguir viajando, como no.
Nos dirigimos hacia el sur para explorar la Península de Osa, pero todo el mundo nos ha advertido que la carretera es muy "fea" y no tenemos claro que tengamos el cuerpo para ello. Y sobre todo no quiero que mi peque regrese a casa con una lesión de cuello porque se me parte el alma de ver como se tambalea su cabecita en la sillita del coche. Descubrimos que hay otra opción de llegar a Corcovado por la Bahia de Drake, dejando el coche en Sierpe y tomando desde allí un barco durante 90 minutos. Así que llegamos a Sierpe por una carretera llena de luz y para nuestro asombro, asfaltada. Pero Sierpe no nos da buena vibra, y es que allí hay locales que venden sus alojamientos en Bahia Drake y uno no sabe muy bien que es lo que se va a encontrar, en una playa en la que las opciones son limitadas una vez allí, cada sitio tiene sus tres comidas incluidas y equivocarse puede resultar en quedarse metido en una pequeña trampa. Muy pocos sitios tienen aire acondicionado y hace demasiado calor, rondando los 35 grados. Sabemos que en el Águilas de Osa no
Como pez
No hay quien la saque del agua nos equivocaríamos, aquí si hay aire acondicionado y el grifo de la ducha emanara oro, porque sale a 900 dólares la noche pero no tenemos tan claro que queramos pegarnos ese caprichazo. Además Corcovado no es un sitio aconsejable para patearlo con ninhos, ya con bebes ni lo mencionan, no solo por un posible desafortunado encuentro con el fer-de-lance, la víbora asesina, sino por la infinidad de bichos, humedad y falta de servicios. Y para rematarlo, el trayecto en barco es en una embarcación con poca sombra, y no queremos exponer la delicada piel de Maite tanto tiempo al sol por el mar.
Así que mas que convencidos, nos damos la vuelta, y lo que pensábamos iba a ser un final de día en la selva tropical, se acaba convirtiendo en una gélida noche en las montañas. Y es que tomamos rumbo a San Isidro para llegar al parque nacional de los Quetzales, unos pajaros verdes y rojos que este anho son mas dificiles de ver, ya que la lluvia habia podrido la fruta de los arboles de los que se alimentan. Hacemos noche en El Bosque de Tolomuco, donde a la enana se le congelan las manos, yo
Coleccionistas
Avion en la cuneta de la carretera a San Jose. Y de estos hemos visto varios intento darle calor durante la noche y ella solloza entre suenos, y para aliviar mi sentido de culpa, intento recordar que esto ha pasado tambien alguna noche de invierno en Washington, y es que la peque es muy sensible al frio en sus manos. En cualquier caso, menudo pais de contrastes, venimos del calor sofocante, de hecho habiamos preparado para esa noche una mochila con prendas de calor exclusivamente y acabamos parapetandonos con todas nuestras reservas invernales. Un amanecer calido y de cielo raso nos hace recordar esas mananas primaverales en las que empieza ya a calentar el sol por fin despues del invierno y que el cuerpo agradece mas aun que un dia mas de caluroso verano. Bajamos hasta San Gerardo de Dota, un pueblo a 9 km de la carretera valle abajo por una carretera vertiginosa rodeada de arboles que parecen hacer mas liviana una posible caida al abismo, y es que los troncos estan literalmente suspendidos en unas montanas de corte casi vertical. Uff, lo que estoy sudando en este viaje. Si solo me sirviera para recuperar mi tipin...
La entrada al Parque de los Quetzales esta en la misma carretera interamericana, y de ello solo
caemos en la cuenta cuando, llegados abajo, preguntamos a un local, la entrada al parque nacional, por favor, no, aqui parque nacional no hay... Bueno, vuelta para arriba, pero ha merecido la pena. No vemos ningun quetzal, pero si otros pajaros y entre ellos, uno que llaman carpintero que es nuestro colibri, precioso, fino, con un pico interminable. El ranger del parque se alegra de oir nuestro acento y nos cuenta orgulloso que el parque esta hermanado con el parque Garajonay de la canaria isla de la Gomera, y la Agencia Espanola de Cooperacion internacional ha estado colaborando en la reforestacion del bosque, que se deterioro tras la construccion de la carretera. Ahora los paseos por el monte son mas limitados, ya no nos pegamos las palicillas de antes, y es que con la peque hay que ser mas previsor y ella no aguanta tanta paliza, por lo menos en una mochila. A lo que parece ya mas acostumbrada es a su sillita de coche, y mas le vale, porque asi, en un suspiro, nos acabamos de animar a conducir hasta la costa del Caribe, y nos ponemos rumbo a Cahuita donde mi chico me ha prometido que vamos a descansar. Eso si, hemos llegado ayer por la noche, son las 9 de la manana y ya esta, mapa en mano, pidiendome audiencia para planificar los dias que vienen.
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qué bonito suena y sabe todo!!
Joe! qué gusto leerte... además me anima saber que niños y en vuestro caso bebé incluso y viaje sin programar no son incompatibles. Sigue que por el momento disfruto incluso así!