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Published: January 10th 2009
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Resumen de las actividades del día: Visita al fuerte de Mehrangarh (250 Rs, incluye audiología en castellano, cámara 50 Rs). Cenotafio de Jaswant Thada (20 Rs + cam: 25 Rs). Mercado Girdikot y Sadar. Cena show en el hotel. Desayuno en la terraza del hotel con excelentes vistas del fuerte y de Jodhpur (la ciudad azul). Un indio me pide permiso para hablar con Lola… concedido (faltaría más!). Le pide un cigarrillo (ella fuma, yo no). Lola se lo da y también le ofrece el mechero. El indio lo mira como si fuese un dispositivo de alta tecnología fabricado por la NASA. Lo coge, con una mezcla de vergüenza, timidez y quizás temor (vaya uno a saber!!). Seguramente lo habría visto usar en alguna película, pero… está claro que no sabe como usarlo. Lanza una mirada de súplica solicitando ayuda. Lola le enciende el cigarrillo. Simula naturalidad. Quizás hoy sea uno de sus días maravillosos. 😱
Entramos al fuerte de Mehrangarh por la puerta Jai Pol (de la victoria). Con el precio de la entrada se incluye un audio-tour que te va explicando lo que irás viendo durante el recorrido (duración del monólogo: 70 minutos). Es el único monumento
de Rajasthán en el que la información es narrada en idioma español. Una atenta empleada nos enseña el funcionamiento del aparatejo en un español bastante comprensible. 😊
El fuerte fue construido sobre una sierra, a una altura de 125 metros, pero sus propias murallas se elevan a 36 metros. Hay un ascensor para acceder al fuerte (15 Rs). Cuando miras hacia arriba y ves la altura a la que está, comprendes el por qué del engendro. Mis pies, a estas alturas (me refiero a los días transcurridos, no a la altura del fuerte), ya no querían hacer esfuerzos vanos. Cogimos el ascensor, manual, dirigido por un empleado que cargaba a cuanto individuo entrase en cada viaje. Ahí comprobamos algo curioso. Bueno, no debería ser curioso, debería ser lo normal, pero en India esto nos resultó extraño: los indios no huelen a transpiración. Jamás nos hemos percatado de que sus axilas oliesen; y eso en lugares de hacinamiento extremo es muy raro… y muy de agradecer. ¿Será una cuestión racial? No lo sabemos. 😊
Primera sorpresa agradable. Bueno, primera dentro del fuerte. La primera del día es levantarte sabiendo que estás en Jodhpur. La sorpresa: “el relato de mi
audio-tour tiene un tono que me resulta familiar. Sí, está hablado con un perfecto acento argentino, bien porteño ché”. La voz me recuerda a Marcos Mundstock, el presentador de Les Luthiers. Lola prefiere disfrutar de las imágenes impregnándose de las sensaciones y colores que aparecen por doquier en forma incesante. Realmente es un bombardeo constante de imágenes que aparecen a cada instante. Varios palacios (palacio de la perla, palacio de la flor, palacio del espejo) con salas impregnadas de historia. Lola prefiere cargar su memoria de imágenes vivas y no de datos históricos y nombres que rápidamente olvidaría. Tanto le insistí con que escuche la narración del argentino, que al final aceptó. Lola también tuvo su sorpresa con el audio: estaba hablado en hindi y no hubo caso de cambiarlo. En su aparato ponía “idioma: bengalí”!! No le preocupó demasiado; con lo que veía le sobraba. 😊
Resulta impresionante ver la conmemoración con que se recuerda a las mujeres que realizaban el “sati”. El sati es la propia inmolación de las mujeres cuando sus maridos morían en la lucha por la defensa de la fortaleza. Antes de abandonar la casa de su marido por última vez, la viuda solía
estampar la huella de su mano en el pilar de entrada como recuerdo de su lealtad. Cercana a una de las entradas, la Lohapol (puerta de hierro) se ve una representación de las huellas que conmemoran este acto; las huellas en yeso de las 15 viudas del Maharajá Singh, quienes se arrojaron a su pira funeraria siguiendo el Código de Honor en 1843. Los maharajás más respetados eran aquellos por los que mayor cantidad de esposas se habían inmolado. Ajit Singh fue el que mayor honor alcanzó, ya que a su muerte en 1731 le acompañaron a la pira para ser inmoladas sus seis esposas y 58 concubinas (que no son pocas). Esta ceremonia se ha prohibido en la India, aunque según parece, existen aún casos aislados. 😞
Salimos del fuerte hacia lo que debería ser un corto paseo andando hasta el Mausoleo de Jaswant Thada, pero nos equivocamos y fuimos por otra carretera con muchas pendientes y curvas, a la izquierda de donde realmente deberíamos ir. Sin querer defender nuestra torpeza, debo mencionar que la señalización de las carreteras es una materia pendiente en India. Tampoco nos lamentamos demasiado. En cada rincón hay algo curioso e interesante para
explorar (aunque no figure en la Lonely Planet). En este caso nos tocó un templo en el que, desde afuera se veía un enorme elefante construido en el más legítimo estilo kitsch. Salían del templo dos jóvenes a quienes les preguntamos si podríamos entrar. Nos dijeron que sí, pero que no saquemos fotos. Ellos se fueron en una moto: Nos quedamos solos en el templo… con ganas de sacar fotos. Pero respetamos su religión, tanto como nuestra palabra… qué pena! 😞
Luego fuimos por el camino correcto, y ahora sí encontramos el indicador (foto) que nos llevaría al mausoleo de Jaswant Thada, considerado como el Taj Mahal de Jodhpur, realizado con elegantes motivos esculpidos en mármol blanco, en memoria del maharajá Jasvant Singh II.
Aquí, como en todos los templos es necesario quitarse el calzado. Algunos se dejan puestos los calcetines, otros no. Si antes de quitarte el calzado echases un vistazo a la ingente cantidad de palomas que revolotean incesantemente por su derredor y se posan en sus cúpulas (foto), seguramente caminarías con recelo por sus no ya tan blancos pisos de mármol. Tú eliges: si salir con calcetines inevitablemente tatuados en sus plantas con incrustaciones de
excrementos multicolores, o llevarte la maloliente crema ocre-verdosa-grisácea pegada en tus piecesitos. Cualquiera de ambas ascosidades vale la pena con tal de no perderte el monumento. 😊
Al salir escucho una frase que me rechifla en los oídos:
“Che flaca, esto está rebueno… qué lindo”. Tres parejas de argentinos
“superados", presumiblemente jubilados, de esa gente que se cree
“finolis” y que no se junta con la plebe, como si lo de las castas de la India les permitiese creerse maharajás, y actuar en consecuencia. El diálogo que luego sostuvimos no amerita ser relatado. Al final, uno de ellos terminó siendo compañero de trabajo en la misma fábrica que mi difunto padre. Otra muestra de que el mundo es un pañuelo.
Tomamos un rickshaw hasta la Torre del Reloj, epicentro colonial del mercado Sadar. El conductor casi atropella a dos críos de menos de 3 años que deambulaban plácidamente por las callejuelas sin acera. Al primero le tocó el claxon para que se aparte, al otro ni eso, y lo esquivó (por muy poco), como quien esquiva un bache o una piedra del camino. Un rickshaw que iba por delante de nosotros roza a un anciano que iba en
bicicleta. El anciano se cae. El rickshaw continúa su viaje. Aquí no ha pasado nada! 😞
El mercado de Jodhpur es impresionante. Una explosión de colores, olores, formas, rostros y sensaciones. El patio de los granos, con montañas de arroz bhasmati; los especieros, reyes de la pimienta. Mira sus colores, toma tus fotos, pero no te detengas demasiado; si pretendes ser detallista… encontrarás algunas ratas. Es lo normal donde hay comida. 😞
Pero también hay un color más oscuro: gris, casi negro, el color que no quieres ver pero no deja de estar presente: “los intocables”, sentados en una plaza en el barrio de los curtidores. Están contra una reja, cada uno ocupando su minúsculo espacio. Cincuenta, quizás cien personas ¿qué más da cuantos? Nadie los cuenta, nadie cuenta con ellos. No existen. Para nada. No sé para qué ponen, justo enfrente, a un patrullero del ejército con un uniformado controlándolos. Por no ser nada, los intocables, ni siquiera deberían ser peligrosos. 😞
A pocos metros, uno de los intocables tirado en el suelo, en una esquina, en medio de la calle. Como otra piedra del camino. Un bulto móvil, un despojo. Solo hay que esquivarlo para
no caerse de la bicicleta. Nada más, ni nada menos. Como bien podrás ver en el video (búscalo abajo): es un “intocable” en todos los sentidos de la palabra. 😞
Un crío de 8 años promociona incansablemente el comercio textil de su hermana, se arrima a nosotros con mucha simpatía. Desborda picardía, ojos vivaces, diálogo insistente, pero cordial, muy amistoso. Un experto de 8 años! Los niños se utilizan con frecuencia para hacer la promoción de los comercios, a ellos es difícil negarles el oído… y por ahí comienza su proceso de marketing. Llevarte adonde él quiera es cuestión de pocos minutos. 😊
En la zona del mercado puedes ver como late la ciudad a distintos ritmos, pero ninguno puede ser calificado por menos de “vertiginoso”. Todo fluye velozmente. El segundo video muestra como puede ser el cruce de una esquina en Jodhpur, pero podría ser así en muchas otras ciudades. Impresionante. 😊
En nuestro hotel nos habían avisado que esta noche habría cena y “dancing”. No quisimos perdernos a oportunidad de ver una discoteca en Jodhpur. El “dancing” resultó ser que tres músicos ejecutaban melodías rajastaníes mientras una bailarina contoneaba su cuerpo, aunque con poca gracia
Fuerte de Mehrangarh 5
Recamara del Maharaja Takhat Singh y erotismo. Lo que en occidente se denomina: “cena show”. La cena estaba exquisita. La bailarina no!
En algunos mensajes privados me han solicitado que ponga más fotos. Pues, aquí van unas cuantas más, en páginas sucesivas. Que para eso hemos tomado más de 3000. Hala!
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Bego
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Impresionante
Sensacional!Las fotos, el relato y un diez al video del hombre intocable. Es merecedor de un premio Pulitzer . Vergüenza me da vivir en un mundo así. Eduardo , dificil situación, verlo, filmarlo y no hacer nada. Supongo que no podrías, o tendrías que hacerlo con miles. Estas haciendo un resumen realmente bueno, crudo y triste de la realidad de la India. Estas siendo mis ojos y no es facil asimilar lo que me enseñas. Gracias por el reportaje que nos estas dando, sigue escribiendo....un saludo Bego