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Published: April 24th 2016
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Nos hablaban todo el tiempo de los treks que habían alrededor de La Paz. No lo habíamos planeado pero no nos pareció mala idea probar. Bueno si soy sincera, al principio la idea me daba un poco de pereza ya que en la casa de Alizée no se estaba nada mal, y la diferencia de confort con los hostales a los que estábamos acostumbrados era evidente. Pero todo el mundo nos decía que nos iba a encantar y que aunque fuera un poco duro, merecía la pena. Así que después de haber hecho la compra y preparar suministros para los 3 próximos días, tomamos un taxi a las 7 de la mañana rumbo a la Cumbre, a 5000m de altitud, apenas 20 min a las afueras de La Paz. Destino final: El Chairo, 1200m de altitud, a 60 km del punto de partida.
Desde lo mas alto de la montaña, por encima de las nubes, comenzamos a descender a través de un paisaje rocoso, sin apenas vegetación, con algunos picos de nieve a nuestro alrededor. Estábamos completamente solos, y se podía escuchar el silencio y la majestuosidad de lo que nos rodeaba. 2 horas mas tarde el paisaje
comienza a cambiar, los montes se cubren de verde, ruinas, y una cholita con su pequeño y su grupo de llamas viniendo de alguna de las pequeñitas y desoladas comunidades que mas tarde encontraríamos y dirigiéndose hacia no sabemos qué lugar. Muchas emociones de alguna manera inexplicables que nos mostraban el paraíso que teníamos por delante y a la vez algunos miedos y desconfianza de ese silencio y esa soledad. Lo que veíamos iba cambiando también en función del tiempo, ya que los sentimientos no eran los mismos cuando atravesabas una nube o cuando brillaba el sol.
Nos paramos a desayunar, después a comer, una pequeña siesta sintiendo la yerba y continuamos. El descenso sin pausa es mas duro de lo que había imaginado. Después de unas horas mis rodillas sufrían a cada paso y las piernas me empezaban a fallar. Hasta que finalmente nos encontramos con un puente, un rio, una cuerda con cholitas (faldas típicas) de todos los colores secándose al sol, un rosal, y una cabaña con refrescos (no frescos). Era el primer sitio de acampada y eran las 5 de la tarde. Después de montar la tienda, mojarnos los pies en
el rio, y una cena del enorme tupper de ensalada de pasta que llevábamos (y que por cierto, ya se nos había caído por el camino y ya se nos había roto, al igual que la mochila de Tanguy), dieron las 7 y media de la tarde, ya era de noche y estábamos listos para dormir.
Segundo día, despiertos a las 6 de la mañana y con ganas de continuar. El paisaje sigue cambiando. Primero seguimos el curso del rio y luego nos adentramos en la montaña. Las Yungas se dejan ver, lo que podríamos comparar con un paisaje selvático, húmedo, con una vegetación que se va haciendo mas y mas densa. Nos encontramos con una pareja de franceses y con Luna, una linda pequeña de 3 anos con rizos dorados que no paraba de hablar con la boca verde llena de restos de hojas de coca… hacía falta estar en forma para todo lo que quedaba por caminar!
El día fue intenso y duro, subidas y bajadas constantes y mucho calor. Pero las cascadas que íbamos cruzando nos ayudaban a refrescarnos y los ojos nos agradecían todo lo que íbamos viendo. Para terminar, después de
10h de camino, de tener los pies empapados ya que a veces no había otro camino que el río, y de un buen caramelo del museo de la coca de esos que nos dormían la boca y nos daban un chute de energía, la Cuesta del Diablo, la ultima gran subida del día para llegar a Bella Vista, la cabaña de una familia de yungueños y sitio para acampar con una vista de ensueño. Tercera y ultima comida con ensalada de pasta de menu en nuestro enorme tupper roto envuelto en bolsa de plástico.
A mitad de la noche… sorpresa!! Tormenta tropical. Gracias Decathlon porque aunque nuestra tienda sea la básica, no entro ni una gota en el interior! Un poco de paciencia fue necesaria al despertar cuando fue hora de recoger el resultado de varias horas debajo de la lluvia: tienda, zapatos y calcetines mojados, y Luna gritando y corriendo por todos lados con mas entusiasmo y energía de la que nos quedaba a nosotros.
Aun así, tomamos un buen ritmo y andamos las ultimas 5 horas de esta aventura prácticamente sin parar. Debido al tiempo, el paisaje se volvió completamente misterioso, casi
de película de terror: niebla, lianas y enredaderas nos rodearon hasta Santillani, lugar completamente abandonado, solo quedaba la tumba del famoso japonés que allí vivía, escondido desde la Segunda Guerra Mundial. Y finalmente salió el sol, ultimo gran descenso y llegada triunfal a el Chairo. Nos sentamos, y nos dimos cuenta de que nuestras reservas de energía estaban a cero, pero que acabábamos de terminar 60km de, en nuestra opinion, por nuestra experiencia, y hasta el momento, uno de los treks mas bonitos que existen.
…
El plan era llegar hasta Coroico, ya por fin en minibus y buscar un sitio para descansar esa noche. Llegamos a la plaza del pueblo y “El profe” se nos acerca ofreciéndonos alojamiento con piscina que en las fotos no parecía nada mal. Yo no tenia fuerzas ni para hablar ni para pensar ni para discutir así que después de 30 segundos estábamos en un taxi de camino a sus cabanas. Gracias a un fallo en su logística la ultima habitación que quedaba libre era la mejor de todo Coroico y al mismo precio que una normal (unos 25 euros por los dos). Solo digo que cuando entré
se me saltaron hasta las lagrimas!! xD No creía que fuera posible encontrar la habitación mas maravillosa que había visto en mi vida en el momento en el que mas lo necesitaba! Panorámica hacia las Yungas, hamacas y piscina privada, solo hay que ver las fotos.
Disfrutamos dos noches de este mágico lugar, y aunque me llevé un buen susto con 170 picaduras de mosquito, estoy segura de que siempre recordaremos Las Yungas como una de las mejores experiencias de nuestro viaje <3
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