Nobody walks in L.A.

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Basándome en mis experiencias previas, siempre pensé que tenía la suerte de que el jet lag nunca me afectaba en los viajes de ida... pero claramente me equivoqué. A las 5 am estábamos despiertos, frescos como una lechuga, a las 6 viendo las noticias y como Miley Cirus la había vuelto a liar en su ultima actuación, a las 7 desayunando (si es que se puede llamar desayunar a tomar de pie en la recepción unos donuts y un cafe bastante malo) y a las 7.30 siendo de los primeros visitantes del día del paseo de la fama...

El paseo de la fama es, como ya me habían advertido, un lugar bastante decepcionante. Si, tiene su gracia ver las estrellas, hacerte fotos, ver las huellas de las manos del teatro chino... pero no tiene nada que ver con aquel lugar glamouroso que te imaginas viendo la gala de los Oscars. Lo mismo pasa con el teatro Kodak (que de hecho está dentro de un centro comercial).

Luego subimos al observatorio Griffith para ver las vistas sobre la ciudad (inmensa!), la colina de Hollywood, condujimos por Mulholland Drive, vimos Beverly Hills, y por la tarde fuimos a Malibu y a Santa Monica, que fue lo que más nos gustó (las playas también son algo peores de lo que te imaginas). Todo en coche, claro, porque como dice la canción, nadie camina en Los Angeles. Todo está sumamente lejos y no es una ciudad hecha para caminar.

En general, L.A. no impresiona, sino que más bien decepciona, supongo porque nos la imaginamos muy distinta a través de lo que hemos visto en el cine y en la tv. La realidad es que a nosotros nos pareció una ciudad desproporcionadamente grande y con muy poco encanto (salvo la zona de Santa Mónica y Malibu, que es más agradable), así que no le dedicamos más de un día...

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