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Published: March 26th 2010
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Loreto, B.C.S., a 26 de marzo del 2010.
Saludos a la family.
Aprovecho el descanso de mis obligaciones docentes para mandarles fotos pendientes de la ciudad de Colima, capital del Estado del mismo nombre que es el tercer Estado con menor extensión territorial del país (por arriba de Tlaxcala y Morelos). A la ciudad de Colima le dicen la "ciudad de las palmeras" y tiene arriba de las 120 mil almas colimenses.
Llegué aquí la mañana del domingo 29 de noviembre proveniente de Uruapan. Como las corridas de autobús de esa ciudad hacia Colima sólo eran de mañana, tomé un autobús nocturno hacia Guadalajara y de ahí, de madrugada, otro hacia Colima. Para ir hacia Guadalajara elegí viajar por los autobuses de "La Línea Plus": No lo vuelvo a hacer. Al principio uno recibió su lonche (sandwich y jugo) y todo pintaba bien, pero ya arriba del autobús veo que si bien los respaldos de sus asientos son acolchonados, anchos y cómodos para la espalda, la incomodidad empieza con la corta distancia entre asiento y asiento, lo cual no se veía favorable para la comodidad de las piernas; ya cuando me siento, reparo en la particularidad de que
me es imposible estirar las piernas, porque la parte inferior de cada asiento está cubierta, así que las piernas quedan colocadas cual si uno estuviera sentado en pupitre de escuela. Para rematar, resulta que, a pesar de que el autobús venía casi vacío, uno de los choferes decidió sentarse a dormir justo en el asiento frente a mí e inclina el respaldo de su asiento, momento en el cual reparo que dichos respaldos pueden inclinarse hasta una posición casi horizontal, lo cual aparentemente es bueno si uno es quien se recuesta, pero muy malo para el pasajero de atrás (o sea, yo), quien de mantener la piernas derechitas pasé entonces a tenerlas inmovilizadas por completo y a soportar una cabeza piojosa en el regazo. Digo, si fuera una muchacha pues bueno, es probable que el olor combinado de shampoo y juventud compensen en parte la incomodidad, ¿pero aguantar a un méndigo ca'ón piojoso, que tal vez ni su señora aguante????!!! Y de todos los asientos vacíos el méndigo eligió justamente ése! Como no tenía ánimos de discutir ni andar de rogón, me aguanté al principio, pero ya después no me quedó otra que darle un rodillazo al asiento con el
poco impulso que mi postura permitía... Nada... Me esperé otro rato, medio me recosté y va el segundo... Ora sí se medio despertó el méndigo fastidioso... No recuerdo si hubo que dar uno o dos rodillazos más, lo que sí recuerdo es que yo me hice el domido con los ojos entreabierto, el chofer se volteó y se me quedó mirando y, por fin (!!!), se cambió al asiento de enseguida (!!!)... ¿Qué le costaba al infeliz haber elegido otro asiento??? No vuelvo a viajar en esa línea, a menos que haya emergencia, y para ustedes pues si andan por el rumbo, ya saben en qué línea viajar si quieren andar contando piojos.
Mi mala suerte y desvelos continuaron en Guadalajara, donde llegué de madrugada y tomé un autobús hacia Colima, pero resultó que al chofer del autobús (no recuerdo la línea), prendió el radio durante todo el camino (Exa FM, creo) y se oía en todas las bocinas del autobús. En una parada en las afueras de Guadalajara le pedí que lo apagara, a lo cual se negó y dijo que si lo prendía se oía en todo el autobús.
Así que a la mañana del domingo siguiente
llegué a Colima, como zombie y atarantado por la falta de sueño, pero había que visitar Comala y Colima, así que no quedó más que seguirle.
Creo que si Loreto o San Ignacio B.C.S hubiesen llegado a ser ciudades grandes, hubieran sido como Colima en domingo: súper tranquila, súper calmada, mucha pasividad, demasiada tranquilidad. Poca gente encontré en la calle y muy pocos negocios abiertos. Un ambiente muy aflojerado. La ciudad parecía Loreto en una mañana de domingo (y con la agravante de haber tenido un sábado previo de baile o quinceañera)... Es más, creo que hasta en mis tortugas encontraría más dinamismo (póngales lechuga enfrente y verán que hasta queman llanta)... Muy calmado todo, mucha calma, demasiada calma.... No me quedó más que especular en 2 posibilidades: o todo Colima se fue a las fiestas de Comala (que efectivamente así me pareció tras haber visitado el pueblo mágico) o, de plano, la combinación de ser ciudad chica con clima caluroso en día domingo dejó a los colimenses medio adormilados o atarantados en su casa. Porque la verdad ciudades mucho más pequeñas, como Catemaco o Palenque, rebozaban de actividad humana en día domingo, a diferencia de la lentitud de
la vida que encontré en la Colima dominguera.
La ciudad se me hizo parecida a La Paz, tanto en su diseño urbano como en la panorámica de sus casas y negocios en la zona centro. Tranquila y limpia. En la mañana encontré algunos negocios abiertos alrededor de la plaza. Ya más tardecito, después de haber visitado Comala, encontré un poco más de movimiento y me di una vueltecita por los parques. En uno de ellos, parecía que las ardillas habían perdido el miedo a las personas, porque andaban en las jardineras como Pedro por su casa (o como iguanas en Tulum), así que aproveché para tomar foto a dos de éstas que andaban dando vueltas locas alrededor de un árbol (ignoro si las intenciones de la perseguidora eran belicosas o románticas). ¡Por fin había encontrado una muestra de dinamismo entre tanta parsimonía!
Pues bien, dada la evolución de los acontecimientos, en la tarde me regresé a la central de autobuses para continuar mi rumbo, ahora hacia Tepic (siguiendo la ruta Manzanillo-Puerto Vallarta-Tepic). Afortunadamente en todas las corridas ahora sí me dejaron dormir.
Bien, saludos y pásenla bonito. Feliz Semana Santa y felices Pascuas.
Sinceramente.
Omar
Velásquez Manzo.
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