Creciendo con los viajes


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Europe
September 24th 2008
Published: October 28th 2008
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Escribimos este blog por varios motivos. Uno de los más importantes es que a los chicos les podamos dejar escritas algunas de las vivencias que estamos teniendo en esta etapa tan distinta (o loca, como prefieran) de nuestra vida.

Estamos casi llegando a un año de estar en Libia, y es increíble ver como han ido cambiando y creciendo los 2. Ya se están adaptando a este modo de vida, y de qué forma. Uno de los momentos en donde más cuenta me doy es en los viajes en avión.

La primera vez que vinimos, que justamente era la primera vez que volaban, no entendían nada. Después de 3 horas de vuelo recuerdo que Pedro preguntó cuándo íbamos a subir al avión. Santino era casi un bebé.

El primer viaje a Argentina que hicieron fue un palizón. Casi 30 horas de viaje con una escala en Milán. Poco mas los echan de la sala VIP de Alitalia por empezar a tirarse piedritas de las macetas, y a una azafata la tuvieron que sedar porque estuvo a punto de abrir la puerta del avión en pleno vuelo para tirarlos (igual estuvo muy gentil, antes de tirarlos les dio un paracaídas).

Luego fuimos a Dubai y empezaron a portarse un poco mejor, aunque al tipo que estaba sentado adelante lo tuvieron que operar de los riñones porque no pararon de patear los asientos en las 4 horas de vuelo.

El siguiente viaje a Holanda fue el punto de inflexión. Fue el recordado viaje donde nos felicitaron de lo bien que se portaron.

En este nuevo viaje a París volvieron a portarse de maravilla. Pero como decía antes crecieron y se dieron cuenta lo que es un avión. Tanto que cuando despegó se asustaron un poco. Santino dijo con cara de pánico “Va muy alto”, y Pedro me pidió “¿No le podés decir al piloto que vaya más bajito?”. Acto seguido los 2 pidieron bajar del avión.

Enseguida se durmieron y el pedido no pasó a mayores. Mientras dormían, aproveché para solicitar con el almuerzo, el cóctel de salida de Libia (cerveza+vino+whisky). Cuando se despertaron intenté ayudarlos a comer, cosa que no era del todo fácil. Pero como dije anteriormente, los niños crecen. Esta vez comieron todo solitos SIN DERRAMAR NINGÚN LÍQUIDO NI TIRARSE LA COMIDA ENCIMA! Genios los enanos.

La escala en Ámsterdam no fue muy larga, aunque aprovechamos para sacarnos unas fotos en un auto de F1 y jugar en un simulador que había ahí. Luego pasamos por la sala VIP para recargar un poco de energías (salamines, cerveza y Bacardi) y de allí a subir al próximo vuelo hacia Paris.

El resto del viaje fue muy tranquilo y cerca de las 11 de la noche llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle de París. Cuando los chicos bajaron, lo saludaron contentísimos al piloto y se despidieron con un “Chau, see you tomorrow!”


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