Las crónicas de Paco Le Flac


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November 20th 2006
Published: November 21st 2006
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Vaya garaje!!!Vaya garaje!!!Vaya garaje!!!

Cuando Simba vio que habíamos metido la moto en casa lo flipó en bereber
Paco Le Flac.


Dejamos Imilchil con más añoranza que otra cosa, yo, al menos, me hubiera quedado otro par de días allí con Salvador y Jala... nada más salir a la carretera casi atropellamos un camello, jajajaja, joder, creo que era el único bicho que nos faltaba por ver allí...

El día fué bastante extraño, todo el día en la moto para irnos acercando a Marrakesh, al final se hacía de noche y tanteamos un pueblillo de cuyo nombre no quiero acordarme. Nuestra entrada fué triunfal, la pista de entrada estaba embarrada y como no, besé el chocolate una vez más... Parece que en la plaza la gente nos esperaba como agua de mayo, los pocos bares parecía garajes abiertos al público, nos sentamos a tomar un té, con prisa por salir de allí... el único que sabía algo de francés se nos acercó y sólo dos temas parecían interesarle: si teníamos whisky en España y si era verdad que Zapatero dejaba entrar a todo el mundo... el hombre nos cayó mal... se empeñó en que le diera mi dirección para que cuando saltara de la patera yo le diera alojamiento y le consiguiera un contrato de trabajo...
MustaphaMustaphaMustapha

Te prometí que te enviaría la foto, algún día lo haré...
así que me puse el casco para que no me viera la cara, y mientras Leo se daba la vuelta tratando de contener la risa, le dije que me llamaba Paco Le Flac (todos los que seguimos Southpark recordaremos a Paco el Flaco, el etiopiojoso, verdad?) y que vivía en la calle del Bacalao en Madrid... espero que el nota no haya aprendido castellano y lea esto alguna vez...

Salimos del pueblucho en cuanto pudimos y fuimos a caer en Tagleft: ni un hotel, una sola calle asfaltada, poca luz, pero ya era de noche y no teníamos otra opción, así que entramos en el primer bar que vimos y ofrecimos nuestra presencia castellana para acompañar a alguna viuda... a cambio de dinero, una se ofreció, Simba, jejeje, se llama así, qué pasa?... Mustaphá ejerció esa noche de traductor, nos abrió la puerta del garaje (la habitación de al lado), nos enseñó la casa vieja de la familia de Simba, y calentó 200 teteras para que nos pudiéramos duchar a cubazos al día siguiente... un tío majo de los que deja buen recuerdo, al contrario que su amigo Avecrem, supuestamente filólogo hispánico, pero que sólo sabía decir "elenco", "baladí" y "dislate", jajajajaaj.

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