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Published: August 29th 2012
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Volvimos a la estación de trenes de Hanoi para tomar nuestro segundo tren del viaje. Luego de pasearnos un rato por los andenes logramos ubicar nuestro tren, Hanoi-Da Nang. La primera impresión del tren no fue buena. Al llegar el camarote confirmamos nuestra primera impresión. Claramente este tren estaba por debajo del primero que habíamos tomado. Al entrar al camarote vi una pequeña cucaracha intentando abordar junto con nosotros. La mate y disimuladamente la oculte para que Maria no viera al indeseado pasajero. Subo las mochilas a las camas superiores y otra cucaracha en la pared…pum! Otro zapatillazo. A todo esto Maria, ignorante de mis matanzas, estaba inspeccionando las sabanas que estaban llenas de pelos y manchas. No muy agradable. Luego de sacudir las sabanas e intentar minimizar el tema limpieza nos acomodamos en nuestro camarote para iniciar el viaje.
Faltando 5 minutos para partir escuchamos unos gritos en el camarote de al lado. Las 3 vecinas portuguesas salieron corriendo hacia el pasillo ya que habían tenido una invasión de cucarachas y querían mudarse a otro vagón, según ellas mucho más limpios. Ahora sí, Maria consiguió apoyo, y las 4 mujeres empezaron a hostigar a los guardas para que las muevan
al vagón “deluxe”. Obviamente los guardas no entendían nada (o no querían entender) y se reían de las portuguesas que amenazaban con que iban a llamar al hotel para quejarse (como si les importara…jaja). El tren arranco puntualmente y los guardas se empezaron a dar cuenta que no iban a librarse tan fácil del acoso. Cuando logre volver a calmarla a Maria para que acepte volver a nuestro camarote las vecinas nos avisaron que habían conseguido el traspaso al siguiente vagón. Todos partimos a nuestros nuevos aposentos cucarachas-free.
El viaje fue bastante más largo que lo que teníamos pensado. Llego casi 4 horas más tarde totalizando 19 horas de tren. Al bajar conseguimos una combi para que nos llevara a Hoi An, nuestro destino final. El viaje con Mr. Dung fue todo un éxito, nos regaló botellas de agua, nos deleitó con música de los 80 (bien melosa…tipo “Lady in Red”) y nos recomendó el hotel donde finalmente nos hospedamos.
Hoi An es un pueblo muy agradable. Con María coincidimos que es la ciudad mas linda que visitamos hasta ahora. Tiene un centro antiguo que fácilmente te puede transportar a principios del siglo pasado y unas playas muy lindas. Luego
de un paseo de reconocimiento por la ciudad fuimos a comer a un restaurante muy lindo que queda en el barrio viejo. Nos instalamos en un jardín lleno de plantas en una mesa al aire libre. Nos trajeron el menú y … fum!...veo pasar algo cerca mío…miro bien para ver que fue y veo una rata del tamaño de un gato. Bueno, no es la primera vez que vemos uno de esos animalitos…nuevamente agarramos el menú y …fum! …pasa la sobrina, aproximadamente la mitad del tamaño de la primera. El tema roedores dejo de ser un problema puntual para transformarse en motivo de huida (a todo esto los mozos que habían visto toda la escena se hacían los boludos como si no entendieran porque nos levantamos). Cuando se acercó la camarera le pedimos una mesa dentro del restaurante e inmediatamente nos reacomodo.
Pedimos 2 cervezas y …fum!...la tercera! Esta vez yo no la vi, pero según Maria nos pasó por al lado, pegada a la pared. Ya resignados movimos la mesa al medio del restaurant y nos sentamos enfrentados, cada uno cuidaba la retaguarda del otro. Cuando le contamos esto al mozo no le dio mucha importancia, como si fuera
algo muy habitual. Intentamos relajarnos (y no pensar en el higiene de la cocina) y disfrutar de la comida, que por cierto estaba muy rica.
Segundo día en Hoi An. Luego de un enorme desayuno, nos fuimos de compras. Hoi An está repleto de sastres y costureras que te hacen ropa a medida muy barata de un día para el otro. Una vez finalizado el estudio de mercado nos encargamos un traje y un vestido. Mañana les contamos que tal quedaron! De ahí partimos en bicicleta a conocer las playas de la zona. Superaron ampliamente nuestras expectativas! El mar más caliente que en el caribe o el norte de Brasil y bien transparente. Todo esto decorado por palmeras y barcitos muy agradables. Luego del breve chaparrón habitual salió el sol y disfrutamos de nuestro primer día de playa en Asia!
Ya cansados de no hacer nada, decidimos volvernos al pueblo. Durante el camino tuvimos un pequeño accidente y María se raspo la pierna. Cabe aclarar que si bien habíamos pasado de pedestres a ciclistas todavía estamos muy debajo en la “cadena alimenticia” urbana (en orden decreciente: trenes, colectivos y camiones, autos, motos, bicicletas y peatones). Una moto se me tiro
tocando la bocina y cuando me cerré para dejarla pasar escucho…ay, ay, cuid…pum! Al girar para ver que había pasado, la encuentro a María coronando una pila de arena y la bicicleta en plena vereda. Luego de los primeros auxilios necesarios seguimos nuestro viaje rumbo al hotel.
Antes de irnos a dormir fuimos a pasear por el centro donde se está festejando una fiesta que se hace todos los días con luna llena. Todos los pobladores salen a la calle y la ciudad se ilumina con lámparas chinas, se canta en las calles y se arrojan velitas flotantes al rio para la buena suerte. Al terminar nuestra comilona paseamos un rato más y derecho a la cama para estar bien mañana, nuestro último día en Hoi An. Antes de que termine el día allá aprovechamos para mandarle un feliz cumpleaños a nuestro seguidor Agustín Barrandeguy!
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YAYA
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¡qué experiencias!
Hola chicos! a pesar de las cucas y las ratas....¡qué hermosa experiencia y qué lindos lugares! Yo viviría saltando porque les tengo terror, pero bueno, sería el valor agregado, hacer aerobics. Les mando un beso enorme. Cariños mil. Yaya