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Published: July 26th 2010
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Me levanté con una mala leche.... no había dormido nada, la fiesta de los laosianos no terminaba nunca, ni los tapones que tantas veces me habían salvado la vida hicieron efecto. A las cuatro de la mañana y cuando por fín dejé de escuchar al grupo "Camela a lo laosiano"... empieza a cantar el gallo para darnos los buenos días!!!! No me lo podía creer, además el tío tenía unos pulmones... cada tres minutos nos soltaba una parrafada, qué tío más coñazo...
Como había pasado mala noche, no madrugamos y estuvimos durmiendo hasta las 10 de la mañana, total, tampoco era necesario, ese día teníamos pensado coger una bicicleta y visitar por nuestra cuenta los alrededores de Luang Prabang.
Desayunamos y nos fuimos a la tienda de alimentos que vimos el día anterior y donde también alquilaban bicicletas, cogimos las dos primeras que había, tampoco había mucho donde elegir, todas eran bicicletas de paseo con bastantes años y kilómetros encima. Una buena botella de agua fresquita y a pedalear...
Cogimos la salida que queda al este de Luang Prabang hasta Ban Phanom, a unos 6 Km de distancia. Por el camino nos paramos en el Wat Pha Phon
Phao donde aprovechamos para descansar y hacer unas fotos y de nuevo seguimos nuestro camino. No hacíamos más que bajar y luego había que volver por el mismo camíno... LLegamos al pueblecito que según contaba era conocido por su algodón y sedas tejidos manualmente y puedes ver a los tejedores trabajando en sus telares manuales. No vimos nada de esto, suponemos que porque era domingo y estaban descansando. El centro textil sí estaba abierto pero decidimos no parar.
Pasado el pueblo llegamos hasta un camino no asfaltado que discurría en paralelo al río Nam Khan y a través del cual, tras recorrer 4 Km más, llegabas a la tumba del explorador francés Henry Mouhot, conocido por ser el descubridor de Angkor Wat en Camboya. El recorrido era precioso pero seguíamos bajando, además el día estaba despejado por lo que hacía mucho calor. No quería ni pensar el momento de regresar, jaja! Asun estaba muy contenta, silvando la cancioncita de "verano azul" y yo pensaba... "ya verás la vuelta, se te van a quitar todas las ganas de silvar". Me veía cargando con mi bicicleta y la de Asun a cuestas, jaja!
Para llegar a la tumba dejamos las
bicicletas ya que los últimos 300 metros hay que hacerlos a pié a través de un sendero que la verdad, en época lluviosa, no era muy cómodo. Descansamos un rato y comenzamos el camino de vuelta.
No me equivocaba, Asun recorrió la mayor parte del los diez kilómetros de vuelta andando con la bicicleta en la mano, yo iba subiendo y esperándola cada 400 metros, me partía de risa viéndola subir por las cuestas con ese cacharro con forma de bicicleta y sudando como un pollo. Tardamos en hacer el camino de vuelta el triple que el de ida.
A las tres de la tarde llegamos a Luang Prabang, muertos de hambre paramos en un café en el que servían todo tipo de comidas. Estábamos algo cansados de la comida asiática y nos apetecía comer pizza, no sé si era porque tenía mucha hambre, pero fué de las mejores pizzas que comí en mi vida.
Después de comer, seguimos con la bici pero ya dentro de la ciudad. Recorrimos calles a las que no habíamos llegado a pié, fuimos a un par de templos que aún no habíamos visto y paseamos por el margen del río. A
las 5.30 a.m empezó a llover y así concluyó nuestro día en bicicleta.
Descansamos lo justo, teníamos que hacer todas las compras (creimos conveniente hacerlas en el mercado de nocturno de Luang Prabang ya que al día siguiente partíamos al sur del país y no sabíamos qué nos íbamos a encontrar) y después nos íbamos a cenar al Lao Lao Garden. Habíamos dejado este lugar reservado para la despedida de Luang Prabang.
Compramos un montón de cosas, bolsos, monederos, pendientes, pulseras, camisetas... Días antes ya habíamos tanteado el terreno y lo teniamos todo decidido, habíamos estado preguntando precios y sabíamos hasta dónde podíamos llegar con el regateo. Hicimos unas buenas compras.
LLegamos al Lao Lao Garden, un local muy bonito con música tranquilita, velas...vamos, romanticón, jaja. Pedimos una barbacoa de carne al estilo laosiano para dos. Allí mismo levantaban una tapa de la mesa, ponían el fuego y encima la barbacoa. Tú mismo te cocinabas la carne y las verduras, estaba buenísimo. Sin embargo, Asun decía que no estaba disfrutando la barbacoa tanto como quisiera, decía que le dolía mucho las piernas, jaja, no me extraña, con el palizón que nos habíamos dado por la mañana y
esas piernecillas de palillo que tanto me gustan...
Muertos nos fuimos a dormir, al día siguiente nos teníamos que levantar a las 5.00 a.m para la ofrenda a los monjes.
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tamy
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:-)
Oye!!!ahora cuando volvais a bajar es cuando os toca el tubing,no???jaja Cuándo cogisteis el vuelo de vientiane a luan prabang?? Bueno, pues a seguir contando cositas!! un beso!!!