Delhi. 12.07.09


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August 5th 2009
Published: August 5th 2009
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2º Día: Delhi
El desayuno, a las 8:00, tipo buffet: con muchos platos cocinados variados, los huevos los preparaban en el momento, pero el agua mineral la cobran... Deayunamos junto a la piscina, que estaban arreglando, o, como dice Ton, simplemente paseando.
A las 9:00 nos recogieron el guía y el conductor. Estrenamos el coche nosotros, dijeron, y debe de ser verdad porque tenía montones de plásticos sin retirar: en los espejos retrovisores interiores, en los bajos de los asientos... El conductor, Hanuman, parecía entender algo de inglés pero no hablaba prácticamente nada. El guía era un estudiante de idiomas y nos dijo su nombre en hindu y un a adaptación del mismo para extranjeros“Micky”, lo peor fue sentir que al poco rato sólo recordabamos la occidentalización de su nombre pero no el original. .. Él, en cambio, me llamó “mamá” todo el tiempo (a Ton prácticamente no se dirigió). En este viaje descubrimos que en cuanto la gente sabía que yo era profesora, cambiaba automáticamente su manera de dirigirse a mí, principalmente para bien: nos explicaron que esta profesiòn es una de las más valoradas socialmente con una carga afectiva muy fuerte: alguien nos dijo que una profesora es más que una madre porque, además de cuidarte y preocuparse por tí, te enseña, y ése respeto lo notamos muchas veces (porque SIEMPRE nos preguntaban cuál era nuestra profesión): irónicamente, las críticas hacia el profesorado estatal fueron también unánimes: vamos, como los chistes de funcionarios aquí: que cobran el sueldo, se compran el periódico y se dedican a leerlo en las clases mientras el alumnado hace lo que quiere....

Continuemos con el viaje, salimos al "invernadero" y empezamos la visita: la residencia del presidente, Rashtrapati Nhavan, y los edificios del Secretariat. Bajamos a hacer alguna foto (el guía tenía mucho interés en que las hiciéramos, comprensible por el golpe de calor) mientras el coche se movía a cámara lenta (porque los coches no pueden parar en esa zona).

De allí pasamos al minarete de Qtub Minar (15kms al sur de Delhi), una torre de la victoria pero también el minarete de la mezquita adyacente. La entrada para extranjeros es de 250 INR, para indios 10 INR.No permiten subir por dentro (en 1981 hubo una avalancha enel interior y murieron 40 personas). Hay una columna de hierro forjado que forma parte del monumento y asombra por llevar tantos años aguantando los monzones y no tener ni una pizca de óxido -buena calidad del hierro, sin duda-dicen que eran capaces de forjar hierro puro en más de un 99,5 % desde el siglo V.

De ahí fuimos a un monumento patrimonio de la humanidad: la tumba de Humayun (otra vez 250/10 extranjeros/indios) del siglo XVI, erigida por orden de la viuda, Haji Begum, del emperador mogol enterrada aquí junto a su marido Humayun. Un calor tremendo otra vez y, otro “trabajador” -esta vez barrendero- que quiso sacarnos unas rupias por indicarnos un lugar para sacar una foto bonita, pasamos, no hicimos la foto y no dimos propina. Es lo más incómodo: sentir que todo el mundo quiere sacarte dinero.También es incómodo tener que decir que no continuamente a los vendedores de libros, postales... a la entrada de todos los monumentos..

Continuamos a un templo hinduista, el templo de Lakshmi Narayan, dedicado a Lakshmi, la diosa de la riqueza donde el guía nos contó la historia de todos los dioses con todo lujo de detalles. Tuvimos que descalzarnos ( nos dejaron llevar calcetines) y no pudimos usar las cámaras (que quedaron en una taquilla). Estaba lleno de fieles rezando a sus dioses, haciendo ofrendas de flores y ritos, bebiendo una cucharadita de agua sagrada... Típico domingo religioso familiar.

Luego nos llevó a un templo sij, “Gurdwara Bangla Sahib”, el major templo sij de Delhi. La gente bebe el agua sagrada y se lava (sin champú ni jabón en el estanque). Tuvimos que cubrirnos la cabeza, Ton incluído, con una pañoleta naranja que prestaban en la oficina de turismo del centro, donde dejamos los zapatos, a los que no llevaban nada para cubrirse. Entramos en manada, hicimos la ruta alrededor del templo, vimos a la gente recoger la ofrenda(pastel de sémola y azúcar que cogen con las manos y que, por supuesto, cae al suelo muchas veces dejándolo resbaladizo y pegajoso) y salimos a ver el estanque (donde me llamaron la atención porque ya me había descubierto la cabeza) donde mucha gente hacía sus abluciones (sin champú ni jabón) en un agua supuestamente sagrada y con propiedades curativas.

A continuación fuimos a ver la puerta de la India, India Gate, monumento con jardines llenos de familias y parejas “de domingo” y montones de vendedores de recuerdos.

Después de un descansito en el hotel para asentar el cuerpo con el aire acondicionado y tomar un cafetín, pasamos por Chandni Chowk, la zona de mercados y callejuelas y, al parecer, el mercado de los ladrones. Muy agobiante de ver: con los rickshaws, los carros cargados de cosas raras: ladrillos, paja; los camiones a tope, los buses impresionantes por lo llenos de gente y todos asomados por las ventanas, probablemente muertos de calor. Fue la primera vez durante el viaje -y no la última- que el pudor nos frenó a la hora de hacer algunas fotografías de gente trabajando, cargados con fardos imposibles; fotografiarlos de lado o por atrás no nos importaba pero hacer el plano de frente viendo su cara de esfuerzo ante nuestros ojos de turista descansado.... violentísimo... con el tiempo nos fuimos atreviendo a hacer alguna que otra foto de esta guisa pero somos conscientes de haber perdido "muchas oportunidades" por pudor...(ésto me recuerdó una anécdota de clase de hace un par de años, cuando mis estudiantes de 2º ciclo de secundaria no entendieron el significado de esta palabra y me hizo reflexionar no ya sobre el lenguaje sino sobre los sentimientos y sensaciones que se van perdiendo junto con el lenguaje...)

Visitamos la mezquita Jama Masjid, cerca del Fuerte Rojo, que vimos al pasar. Es la mezquita más grande de la India (caben 25000 “fieles”),; los porches alrededor estaban llenos de gente descansando a la sombra, así que era una zona muy animada. Como tuvimos que sacar los zapatos fuimos descalzos por el patio que ardía por el calor y, además, tenía unas palanganas llenas de comida para las palomas con lo cual el suelo estaba cagado totalmente: y nosotros buscando lugares limpios para poner los pies: parecíamos Jack Nicholson en “Mejor, Imposible!” caminado sin pisar las rayas. También tuve que colocarme una especie de chilaba para cubrir todo mi cuerpo y que, como era talla única, no sólo lo cubría sino que dificultaba bastante al caminar... sin embargo, la cabeza podía ir al aire...un poco de locos.

La visita final fue a la tumba de Gandhi. Como nuestro guía ya entendió que lo de descalzarnos no nos hacía mucha gracia, nos la enseñó desde un montículo allí cerca. Otra vez montones de gente por doquier-y garzas y unos cuervos enormes.

Después de la consabida propina, nos dejaron en el hotel. Descansamos un poco y nos fuimos a pasear por CP (Connaught Place) y a cenar a United Coffee House- una cena exquisita rodeados de muy pocos extranjeros y muchos "nativos" y el aire acondicionado un poco fuerte. Cuando salimos, las tiendas seguían abiertas (madrugan poco y cierran tarde, imagino que por el calor): muchas tiendas "occidentales" pero con productos hechos en India y precios indios también así que encontramos muy baratos y muy buenos los productos de algodón.

La vuelta al hotel fue casi de Indiana Jones: la luz de la ciudad no era tal así que habìa zonas en las que no había iluminación nocturna, los semáforos parecían funcionar sólo para los coches (no somos conscientes de haber cruzado ninguna calzada en ningún momento del viaje con un semáforo en verde) y el momento de cruzar la calzada se convirtió en un "valor, al toro y suerte" porque algunas bicicletas, tuc-tucs (=carromatos) e incluso coches, venían sin luces... una carrerita, parar en el medio para dejar pasar a quien no para, otra carrerita y la mano en ademán de pedir a los vehículos que frenaran... al final del viaje, a la vuelta en Delhi, cruzar la calle era ya pan comido.

Reflexiones:
* llama la atención la limpieza de los recintos de los monumentos; no hay ni un papel en el suelo, se respetan a rajatabla las normas que prohiben comer, fumar o escupir. El contraste entre la suciedad en cualquier calle y la pulcritud de los monumentos es tremendo
* nadie grita en los recintos de los monumentos, la gente habla, sonrie y rie pero no molesta... esto a veces varía cuando hay una excursión algo numerosa de españoles...
* la diferencia de precio entre las entradas de los nativos y las de los extranjeros nos parecen bien; no sólo porque, al cambio, las entradas no son especialmente caras sino porque imaginamos que así ayudaremos a la conservación de tantos monumentos tan impresionantes.



















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