Siguiendo con la canción de este año del colegio de Pedro, “it’s a small world after all” (es un mundo pequeño después de todo), podemos dar fé que es cierto. Cuando era chico pasé la mitad de mis fines de semana en la casa de mis abuelos en Longchamps. Muchos de esos fines de semana me iba a jugar con Martín y Andrés, que son los hijos de Jorge e Iris, la prima de mi papá. Se ve que la pasaba muy bien, porque todavía tengo muchos recuerdos visuales de esos días en el fondo de la casa de los tíos Betty y Oscar (sus abuelos), de la pelopincho de lona, de cuando se mudaron a la casa nueva… El tiempo fue pasando, cada uno creciendo y nos perdimos un poco de vista, aunque cada tanto
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