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Published: January 5th 2009
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Resumen de las actividades del día: Visita al Fuerte, con su Palacio del Maharajá (entrada: 250 Rs), templos jainistas (30 Rs), templo hinduista de Laxminath. Almuerzo en el restaurante Refreshing Point Rooftop. Por la tarde excursión al desierto de Khuri. Cena en Shahi Palace. Jaisalmer, conocida como la ciudad dorada. No se sabe si es dorada, por el resplandor que se desprende de sus construcciones de adobe, o bien por las excepcionales puestas de sol que la envuelven. Los rayos dorados del sol, los coloridos adornos locales, las fortalezas y mansiones, la fascinante artesanía, las havelis Rajputas. Todas estas cosas hacen que Jaisalmer sea un lugar de obligatoria visita en Rajasthan. Nadie que realice el esfuerzo de llegar a este apartado enclave lo abandona decepcionado.
Vamos muy temprano a la Dirección de Turismo de Jaisalmer para intentar contratar con ellos una excursión al desierto de Khuri para esa misma tarde. Está cerrado. Era muy temprano. En la puerta estaba Antonio Banderas. Sí, el mismísimo Antonio Banderas. El mundo es un pañuelo… y volvimos a encontrar al moco (era muy pegajoso, “el Banderas”). Para más detalles deberás releer el relato anterior.
Buscamos un lugar para desayunar. En las cercanías
encontramos al hotel Payol, que conocíamos por Internet. Aprovechamos para que nos mostrasen las habitaciones y nos dijesen su precio. Habitaciones horrorosas por 250 Rs. En el fondo tienen un jardincito pintoresco donde tomar el desayuno. Tienen que montar una mesa. Está sucia y vemos que la van a montar en una zona barrosa del jardín. Preferimos ir al restaurante de su azotea. Llega el té. Las tostadas se demoran 20 minutos y llegan frías. Bueno, al menos hicimos tiempo para darle a la Dirección de Turismo la oportunidad de abrirnos sus puertas. Volvemos y los lugareños nos recuerdan que hoy es domingo. Seguirá cerrada todo el día. 😞
Vamos al fuerte. Tomamos un rickshaw, con incrustaciones de lo más hortera. En mitad del trayecto, tras hundirse en una grieta del camino, el aparatejo deja de funcionar. El lugar no era el más propicio para hacer escalas. Estábamos en un chiquero. Por suerte el “rickshawrista” conocía algo de motores y lo reparó en muy poco tiempo. Continuamos!
Además de la entrada, en el Fuerte, te cobran 50 Rs por llevar cámara. Bueno, eso si no la escondes. También te ofrecen una guía, hablada en inglés, por 100 Rs.
En el fuerte habitan 10.000 personas. Ahí todo es tranquilo, no se permite el tránsito de vehículos e incluso los materiales de construcción deben ser transportados en camellos. Resulta fascinante caminar por sus callejuelas, donde nada ha cambiado durante siglos. Se respira un ambiente realmente medieval.
Dentro del fuerte hay 8 templos jainíes que datan del siglo XII al XVI. Los más interesantes son los templos de Rishabhdevji y Sambhavnath. Te cobran una entrada de 30 Rs para poder visitarlos a todos, pero el horario de cada uno de ellos es distinto porque no se puede entrar mientras ellos celebran sus ceremonias. La entrada te la venden en un puesto no demasiado bien señalizado, al lado de los toilettes. Pero, que no encuentres la “taquilla” no significa que puedas entrar sin pagar. Un americano cincuentón que quiso hacerlo, fue detenido de malos modos y se suscitó una agria discusión a voces entre el expendedor de entradas y el americano. Éste en voz alta y clara les hizo ver que estaban transformando la religión en un negocio descarado. El expendedor y el séquito de fieles que lo acompañaba respondieron airadamente al insulto, demostrando que la paz interior de los
jainistas se altera fácilmente cuando es atacado su bolsillo. El americano no entró al templo!
En el templo hinduista hemos visto como los indios idolatran a dioses de lo más variopintos, puesto que además de los clásicos dioses (Ganesh, Shiva, Vishnu, Kartikeya), pueden llegar a ser acérrimos devotos a un árbol, a un peldaño de escalera, a una vaca o a una piedra!!
Dos turistas, que parecían ser fotógrafas de National Geographic, con ropa de exploradoras y cámaras con muchas lentes se detienen ante una abuela, mendiga minusválida (muy, pero muy fea ella). Un rostro muy difícil de ver (como el de los fareros). Dialogan con ella. Le sacan por lo menos 10 fotos. De frente, de perfil, desde abajo, desde un ángulo, desde otro. Primer plano de la nariz, otro de la oreja. La gente se detiene a ver a las dos fotógrafas. Un espectáculo denigrante. Un insulto a la dignidad humana. Obligan a la abuela a que sonría para las fotos. Siento vergüenza ajena. Las turistas le dan 20 rupias. A la abuela le queda la sonrisa dibujada en el rostro por un rato (como para 5 fotógrafos más).
Almorzamos unas excelentes pastas en el
Refreshing Point Rooftop (cerca de una de las entradas del fuerte) por 300 Rs. Es una de las recomendaciones acertadas de la guía Lonely Planet.
Vamos al desierto de Khuri en taxi contratado en una agencia (700 Rs). El conductor solo habla en hindi. Dicen que las dunas de Khuri son menos turísticas que las de Sam. Allí se observaría una de las mejores puestas de sol del desierto, casi en solitario. Llegamos temprano, disfrutamos de lo que “precisamente” se denomina desierto.
Al rato comienzan a aparecer los primeros camellos transportando turistas indios y foráneos. Charlamos con algunos autóctonos. Uno de los que se nos acerca es tartamudo. Tras que nos cuesta entender el inglés, tal como lo hablan los indios… a éste, y a pesar de sus repetidos intentos: ni jota (lo de “repetidos”, sin malicia).
A la hora del crepúsculo son más de 200 personas. Todos luchando por el puesto de avanzada para sacar la foto del sol sin tener a nadie por delante. Se turnan para ocupar las posiciones más ventajosas. No sería de extrañar que en breve pongan una línea de butacas para sacar las fotos con comodidad y sin interposiciones.
De
regreso hacia el hotel, damos una vuelta por el barrio, que no es una zona precisamente turística, ni del centro urbano. Unos niños se nos acercan con curiosidad a preguntarnos lo de siempre. Cuando nos detenemos a charlar con ellos, se acercan sus hermanas mayores. Se suman al interrogatorio. Salen más mujeres de una casa y nos invitan a pasar para que conozcamos su vivienda. En una habitación de 2 x 2 hay ocho personas. Varias hermanas, la madre que las parió y dos primos. Una de las hermanas se casa la próxima semana. Nos invitan a tomar te (que no aceptamos). La invitan a Lola a que se tatúe henna en sus brazos (tampoco acepta). Nos piden que les hagamos fotos, y se divierten a rabiar al mirarlas. Todo muy natural, disfrutando de compartir vivencias con foráneos, de trasmitirnos parte de su cultura… y de completar el ritual pidiéndonos una donación para la futura esposa. 😞
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Daniela
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aqui estoy!!
Ante todo, quiero que sepas que voy lenta... pero voy :D. La verdad es que cada vez estoy más convencida de que se requiere mucha fuerza (tanto espiritual como física) para embarcarse en una aventura así, aunque, bien es verdad, que el crecimiento humano será incalculable. Siento mucho caer en la mezquindad, pero un viaje de placer, a mi entender, no se asemeja en nada a tus relatos; no creo que pueda encontrar jamás la satisfacción rodeada de tanta miseria y canallada... por suerte, aun me queda mucho para madurar!! Espero que el estilo literario se incluya en la herencia genética :D!! Besos fader!!