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Fueron 3 días en las montañas, en el cañón más grande del mundo, donde la vida es solo adorada por la naturaleza. A unos 3.000 mts snm.
Caminos con grandes rocas en el medio, con gran variedad de frutas silvestres, un lugar que escucha todos los idiomas, pero responde solo al de la naturaleza.
Un Oasis donde compartimos muchas experiencias, junto a Sebastien, Kevin, Claire, Andy y nuestro guía Sandro, también no me olvido de los pobladores a los que nos cruzamos, que todavía viven del trueque.
En el 1° día recuerdo haber subido una parte de la montaña y llegar a una aldea donde nos detuvimos a tomar agua y descansar. Había una chica, ella no habla español, había una gran pileta llega de agua de lluvia que juntan para el riego, recuerdo haberme acercado a la pileta y de una casa muy humilde sale esa chica con un gran cuchillo en su mano, un cuchillo de forma de gancho y filoso. Solo me observo, fue ahí donde entendí que a esa pileta no me tenía que acercar. Todavía recuerdo el rostro curtido, solo se podía ver su cara, vestía un largo vestid y un sombrero-
En
este lugar es donde la conexión con la vida es imponente, donde la soledad deja de existir, donde se aprecia lo más profundo del sentimiento del corazón, donde la inmensidad de las rocas te llevan a un imaginario mundo que solo ellas te pueden mostrar.
Un lugar donde las nubes abrazan los cuerpos de los humanos.
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