16/01 - Talca - Chillan (155 kms)


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South America » Chile » Maule
January 17th 2014
Published: January 17th 2014
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La ruta 5, la que seguimos hasta llegar a la Patagonia y que cruza Chile de norte a sur, es un poco aburrida. Cada vez más verde a medida que vamos al sur, pero un poco aburrida en cuanto a paisaje y tráfico. El verde se vuelve casi constante y los ríos más caudalosos, pero eso es todo.



El mote con huesillos se volvió nuestra bebida energética durante el viaje. El mote es trigo y los huesillos son duraznos (melocotones) secos y cocidos. Se toma la mezcla fría en la que el mote queda abajo y se sirven uno o dos huesillos en una jarra de medio litro aproximadamente o de otros tamaños. En ese tamaño cuesta entre 700 y 1000 pesos chilenos y al tener todo el dulce de la cocción del durazno y el cereal, la encontramos una bebida energética ideal para nosotros.



Normalmente todos los días tienen su momento divertido. Este día, al pasar por uno de los peajes (que no cobran a las bicicletas), la señora de uno de los puestos de peaje nos gritó algo. Al pararnos a intentar entender lo que nos decía, entendimos que alguien nos iba a traer unos chalecos reflectantes a nosotros. Resultó que salieron del edificio de la concesionaria dos hombres, uno de ellos con varios chalecos reflectantes y otro con una cámara de fotos. Aquel hombre, por su forma de vestir, tenía pinta de ser el gerente o algún directivo queriendo dejar patente su buena obra, porque el otro, vestido de forma más sencilla empezó a sacar fotos del acto de entrega de los chalecos, como si de un trofeo se tratara. La escena fue divertida y nos fuimos de allí con una sonrisa en la cara y unos chalecos reflectantes puestos que hemos llevado el resto del viaje.



Al llegar a Chillán, hicimos la búsqueda habitual de alojamiento. Yo me ocupo de negociaciones y cocina y Oihan hace de porteador y estrategia de ruta. Así es el reparto de tareas, así que me tocó visitar cuatro hostales, y finalmente nos decidimos por el Hostal Canadá, donde una amable y hogareña Helena nos atendió como si estuvieramos en casa. La verdad es que es de los sitios más limpios y arreglados (de la gama de hostales que frecuentamos) que encontramos hasta la fecha. Muy recomendable.


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