Una isla sobre las nubes


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Published: March 23rd 2016
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Salimos de la Paz rumbo al lago mas alto del mundo. Un lago que parece un mar. Un lago rodeado por dos países. Un lago con historia. Un lago inca. Un lago con la Cordillera Real (6000m) a su espalda. Pero también con una isla! La Isla del Sol que te enamora desde el primer momento en que la pisas.

Llegando antes de lo previsto a Copacabana, tomamos la ultima barca hacia la isla, pero a la parte norte, a la comunidad Challapampa. Y después de 2h ves un pequeño puerto y una hilera de casas detrás, y un burro, y cerdos y cerditos, y patos, y gallinas, y ovejas. Y es cuando observas el cuadro entero que te das cuenta de lo bonito que es, y de una paz que te llena en el momento! Habitación en una casa de piedra con vista al lago por un lado, y a la colina y los campos del otro, la habitación mas básica y con mas encanto en la que he estado hasta ahora. 50 bolivianos por la matrimonial (6euros por los dos).



Un poco de tormenta por la noche, pero la mas bonita. Y nos despertamos y desayunamos por 15 bolivianos a la orilla del lago: zumo, sandwich y café de la cocina de la “cholita” que vive al lado. Y en marcha para atravesar la isla dirección al sur. 7 horas por el interior y por el litoral, por ruinas, por un colegio en el que el patio es la orilla del Titicaca, donde hay niños felices que corren. Y subiendo y bajando colinas llegamos a la comunidad Yumani, un poco mas grande y con miradores para cenar cara a ese enorme lago y al Peru… otra imagen para recordar!





Viendo las fotos me he dado cuenta de que sigue existiendo esa energía fértil de la que ya hablaban los incas. Cuentan que de esta tierra surgió el premier inca, hijo del Sol. Y creo que ha sido el lugar donde mas bebés he visto: cerditos, terneros, burritos, corderitos y bebés llama que te enternecen a cada paso que das! Está claro que es tierra de nacimientos!



Tercer día en la cuna del premier Inca, es hora de regresar a Copacabana, donde pensábamos pasar una noche, y donde terminamos pasando cuatro. Porque sí, porque nos gustan los colores del cielo, porque se come buena trucha y porque su gran catedral blanca ilumina lo que rodea. Y porque dando un paseo descubrimos que podíamos dormir en una caracola, sí, en una caracola con jardín y hamacas que parecía sacado de un cuento. Y a mí me gustan los cuentos (y a Tanguy también). Un lugar así será difícil de volver a encontrar! Hostal las Olas, no lo vamos a olvidar!


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