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Published: October 29th 2012
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El pasado domingo tocó hacer algo de turismo, que de vez en cuanto no está mal. Nos pegamos un pequeño madrugón para que Jamie llegara a tiempo al curro en el súper, y ya Kate, Manu y yo, echamos un temprano vistazo al todavía vacío centro de Exeter.
Tras un corto trayecto en el coche fuimos a ver Dawlish, un pequeño pueblo costero con poco atractivo salvo el paseo fluvial, en donde chapoteaban alegremente una ingente cantidad de patos, ocas y derivados, muy tranquilo todo, en general en Devon se toman las cosas con calma, tanto que es como su filosofía del día a día, no estrés.
Tras un exhaustivo reconocimiento de las cafeterías cercanas a la playa decidimos sentarnos a desayunar en una de las terrazas. Esto de tomar un segundo desayuno no sé si es tipical british o fueron las circunstancias las que nos obligaron a ello, pero fue una buena oportunidad para probar uno de los más típicos desayunos de esta zona, el “Cream tea”.
El susodicho plato consiste en dos rebanadas de un pequeño bizcocho redondo de aspecto mantequilloso y altamente calórico, en las que untas una especie de crema
de textura suave y sin sabor ninguno, también mermelada casera de fresa, y para coronar esta pequeña gran obra, una autentica fresa fresca, que a la postre fue lo que más me gustó del invento. Todo ello acompañado por el omnipresente té con leche, del cual hablaremos más adelante. El resultado: un interesante y consistente plato para empezar fuerte el día con el que has ingerido el doble de calorías recomendables por la mañana. Pero qué leches, hay que probar de todo en esta vida.
Lo siguiente era una visita programada a Powderham Castle, en las inmediaciones de Kenton. Éste ha sido el primero de los muchos que pretendo visitar en este viaje, y la verdad es que no ha estado mal, pero me esperaba otra cosa, no sé exactamente el qué, pero me ha dejado con una sensación de contrariedad, a pesar de que me ha gustado mucho. Pero vamos a ver un poco cómo es este castillo; al interior se accede a través de una vista guiada de 1h en la que te explican la historia, de la cual no me he enterado prácticamente de nada, entre mi nulo nivel de listening, el constante balbuceo
del guía y los siempre agradables críos gritando y saltando, han sido todos los elementos necesarios para no entender ni la mitad de la explicación. Ya habrá tiempo de mejorar en este aspecto. El exterior es impresionante, con árboles centenarios y una manada de ciervos situados estratégicamente delante de la fachada para que los turistas disparen fotogramas hacia ellos a través de sus compactas.
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