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Published: February 16th 2008
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La vuelta de Buenos Aires a Trípoli fue vía Roma. La única combinación de vuelos que conseguí para volver, incluía una escala de 14 horas en Roma. Y bue... en el aeropuerto 14 horas no me quedaba ni loco, asi que mochila al hombro y a patear por una de las ciudades mas lindas del mundo.
A las 8 de la mañana me estaba tomando el tren que va desde Fiumicino hasta la terminal de trenes de Roma (Termini). Allí me conseguí un mapa y a caminar.
Con Mariela habíamos estado para el jubileop del año 2000 en Roma, asi que mas o menos estaba ubicado. El itinerario constaba de pasar por la iglesia Santa María Mayor, donde se exhibe una parte del pesebre donde nació Jesús, luego el foro Romano y finalmente El Vaticano.
Cuando estaba a mitad de camino, empiezo a ver que estaba lleno de gente con la camiseta de la selección inglesa de rugby, por lo que intuí que ese día había partido. Tal cual, le pregunté a uno que pasaba por allí, y me confirmó que a las 15.30 se jugaba el partido entre Italia e Inglaterra por el torneo de las Seis
Naciones. Recién eran las 11 y tenía que estar de nuevo a las 19.30 en el aeropuerto, asi que me empecé a tentarme...
Seguí caminando y llegué a la Vía de la Conciliación, la avenida principal del Vaticano que termina en la basílica de San Pedro. Cuando llegué a la plaza, estaba Benedicto XVI diciendo la homilía del domingo, asi que me quedé a escucharlo un rato. Estaba lleno de gente, y lo que es interesante es que está lleno de pantallas que traducen en inglés y en latín lo que va diciendo el Papa. Al final saluda a toda la gente en varios idiomas y da su bendición. La verdad que no soy muy adepto a este Papa, pero bue, me gustó escucharlo.
Ir al Vaticano para todos los cristianos tiene muchos significados, para mi esta vez tenía 3 objetivos: el primero era recordar un poco los días vividos en el 2000, el segundo ir a visitar la tumba de Juan Pablo II y la tercera... ir a agradecerle a Dios por el campeonato. Por supuesto que para cumplir con la tercera me fui bien preparado, con la camiseta del campeonato 😊
Luego de escuchar al
Papa, hice unos 20 minutos de cola para poder entrar a San Pedro. En el subsuelo de la basílica se encuentra la tumba de los papas, incluyendo la de San Pedro. Sin dudas que la tumba mas iluminada y visitada es la de Juan Pablo II. Allí me quede un ratito colgado... me dio un sentimiento de lugar santo como nunca había visto otro. Luego en la basílica escuché una misa en italiano y a caminar de nuevo.
Ya se estaba haciendo la hora del partido, asi que previo comer una pizza con cerveza en la calle, hice una combinación de subtes que me dejaron a unas 20 cuadras del estadio. Era hora de rugby, hora del Seis Naciones.
Estaba lleno de ingleses borrachos por todos lados, asi que los iba siguiendo porque no tenía ni idea de donde estaba el estadio. Después de caminar unos 20 minutos llegué. Con mi mejor cara de argento, me puse a buscar entradas en la reventa y a pelear el precio hasta que conseguí lo que necesitaba. Una entrada en la curva sur y a disfrutar!
Definitivamente los argentinos somos un poco españoles y un poco italianos... a veces pienso
que tenemos lo peor de cada uno de ellos. Y sin dudas que una de las cosas que copiamos de los tanos es la desorganización. Para entrar a la cancha por la puerta que me correspondía, había una cola desordenada de 300 personas que empujaban, gritaban y decían todo tipo de barbaridades en italiano. Por supuesto que contribuí al caos con mi limitado italiano: ma´fangulo, dilio di una gran... y alguna que otra palabrota en español salieron de mi bocota.
Por suerte, 5 minutos antes de que comenzara el partido estaba sentado en mi asiento. Al lado tenía 2 gordas italianas locas que se la pasaron gritando, y que en el entretiempo sacaron una tarta de acelga, un cuchillo y se la devoraron toda.
El partido estuvo muy bueno, auque lógicamente los ingleses les pegaron un paseo de aquellos. Italia es lejos, el peor equipo de europa.
Terminado el partido, volví caminando hasta el subte, combinación con el tren en la Términi y a las 19.30 estaba tomando mi última cervecita en Roma.
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