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Published: August 6th 2009
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A las 8:00 pasó a recogernos nuestro guía , Malike. Se suponía que era guía de español pero hablaba poquísimom español, eso sí “chanchi piruli” ,“¿qué pasa, neng?” y “si no conoces Jaipur, ¿qué sentido tiene haber nacido?” nos las dijo antes de salir del hotel, después seguimos en un chapurreo de inglés y español que se compensaba con creces con el espíritu positivo y el ánimo de Malike.
Nos llevó a Fort Amber. Paramos un poco antes de llegar para ver la vista, el supuesto largo artificial-ahora seco- y en dos minutos habìa gente ofreciéndonos cosas, incluído uno con la flauta y la cobra, que conseguí no ver... no sabemos de dónde salieron, simplemente aparecieron, que es un fenómeno que se repite una y otra vez en este país: la gente aparece, salen de la nada pero ahí están ofreciendo algo para vender. Llegamos,nos montamos en el elefante, el lento del grupo, porque nos pasaron todos los demás cargados con españoles pero , según nuestro guía, el elefante lento es más seguro: siempre un filósofo y buscando el lado positivo. Por la cuesta de subida nos rodearon montones de vendedores; al principio creímos que los precios eran tirados :
50, 20 porque creímos que hablaban de rupias pero eran euros!!!. Ya nos había avisado Malike que iban a intentar timarnos y robarnos. Según él, la policia estaba compinchada por eso no podía comentar nada en el interior del recinto...
Vimos el fuerte y bajamos al centro de la ciudad a visitar el Museo del Palacio. No vimos las dependecias reales (la casa del maharaja: una vivienda de siete pisos) entre otras cosas por el precio: costaba 2500 INR por persona. Nos llamaron la atención las cuatro puertas pintadas del patio Pitam Niwas Chowk -alguna como la del pavo real perfectamente restaurada, el museo de la ropa ,- Museo del Maharaja Sawai Mansingh II con unos trajes reales, chales y pashminas realmente soberbios. y, por supuesto, las tinajas de plata (dos, cada una con un peso de 345 kgs y con capacidad para 9000 litros) que se llevó el maharajá a Gran Bretaña llenas de agua sagrada del Ganjes para sus abluciones durante su estancia allí a principios del siglko XX. Están en el libro Guinness de los Records por ser los objetos de plata más grandes del mundo... capricho de maharajá....
Lo curioso es cómo nos mira
todo el mundo: cuando paseamos, cuando hablamos y, sobre todo, cuando hacemos fotos y, claro, como nosotros los miramos a ellos, ellos nos miran a nosotros. Al parecer, desde los atentados de Mumbai, en diciembre de 2008, el turismo ha bajado considerablemente en India, imaginamos que la recesión mundial también influye y, como muchos de los visitantes de estos monumentos son turistas nacionales, los extranjeros pasamos a ser también el toque exótico.
Pasamos por el Observatorio, Jantar Mantar, al lado del City Palace pero el cielo estaba lleno de nubes y no pudimos disfrutar de los relojes de sol. Los signos del zodíaco se reparten por los relojes de sol del Observatorio; los indios parecen tener una fe ciega en el zodíaco; de hecho, en las bodas concertadas, los padres de los novios consultan al astrólogo para ver hasta qué punto la futura pareja es compatible (en nuestro hotel veíamos cada noche al astrólogo en su consulta de 19:30 a 22:30 con distintas familias cada día). Los prometidos deben tener en común al menos 17 parámetros sobre 30 para poder casarse.
Al salir Malike nos llevó a un fábrica de alfombras y textiles. Lo más curioso: la pinta
de gordo rico del que explicaba y lo delgados que estaban los trabajadores. Como no sabemos regatear ni comprar cuando hay montones de gente pendientes de nosotros, enseñándonos montones de variedades de un mismo producto, salimos con las manos vacías... durante el viaje, no llegamos a sentirnos cómodos en este tipo de talleres en ningún momento, aunque reconocemos que es el modo más cómodo de comprar cuando no puedes dedicarte a escaparatear...
También nos llevó a un taller de piedras preciosas y semipreciosas con venta. El ritual es siempre el mismo: ver el proceso (sea de confección de alfombras o de joyas) en el taller (bueno, en la parte que quieren que veamos), unas fotos, unas explicaciones, y paso a la tienda; ofrecimiento de bebidas (té, coca-cola....) y muestrario de productos para la venta en un local amplio lleno de vendedores y con nosotros como únicos clientes (nunca coincidimos con otros turistas o compradores) así que todos los ojos están clavados en nosotros y si se nos ocurre mirar algo en especial, al momento, todos los productos de ese estante están a nuestros pies... ¡Hay que valer para comprar así y sentirse cómodo! Nosotros no valemos. Por supuesto, insisten
en que podemos sólo mirar y no comprar.... y siempre nos preguntan a qué nos dedicamos.
De allí nos fuimos al hotel y nos despedimos de Malike, que nos arregló el plan para mañana, que nosotros adaptamos a nuestro gusto. Malike fue nuestro primer guía-filósofo; según él, estaba jubilado del ejército por haber sido herido en la guerra contra Pakistán y es una persona increíblemente positiva, que intentó enseñarnos a disfrutar del ambiente, que a nosotros nos parecía tan asfixiante, de los vendedores callejeros, nos dio trucos sobre cómo actuar ante ellos, intentó enseñarnos a regatear (¡inútil!) y nos inundó de estadísticas sobre el turismo y su importancia para el país, nos hizo ver con otros ojos lo que nosotros ofrecíamos al país y su gente y lo que el país y su gente nos estaba ofreciendo a nosotros..."Chanchi piruli!"
Le pedimos a Hanungman que nos recogiera a las 17:30 para llevarnos a la ciudad. Es un lujazo tener el chófer con aire acondicionado (un TATA Indigo) a nuestra disposición; nos llevó, nos dejó en frente del cine y quedamos a las 19:30, despues de cenar en Reds (sugerencia de Lonely Planet que no nos convenció). "Reds" está
en un "mall" enfrente del cine; lo mejor, la vista del tráfico sin oirlo ni sentir el viento con el polvo; la comida no nos gustó tanto como la de ayer.
Intentamos buscar la Mi1 pero, con este caos de circulación, nos perdimos y no encontramos el “STD” desde el que llamamos ayer. Hannungman preguntó por un “STD” y ¡teníamos uno enfrente!: como siempre, el tfno asqueroso, esta vez en una especie de tienda de ropa con paredes de lona que las lagartijas (blancas/grises) recorrían a sus anchas.
Nos despedimos del chófer delante del portero bigotudo (parte del uniforme) y elegante que nos pasa el detector de metales antes de dejarnos entrar en el hotel.
A eso de las 21:00 nos llamó el representate de la agencia en Jaipur - que estudia español pero lo habla fatal - para preguntarnos qué tal iba todo: intentaba hablar en español, yo también le respondí en español pero ¡quién sabe lo que entendió!
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