Día 4. Jaipur


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December 29th 2008
Published: December 31st 2008
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[youtube=UvTQ7JIbRQo][youtube=Jr7y39dUr-o]Resumen de las actividades del día: Visita al Fuerte de Amber (entrada 150 Rs), Galway Bagh (templo de los monos), vista desde la orilla del Jal Mahal (Palacio del Agua), plaza Ganpati. Visita nocturna a la ciudad, organizada por la dirección de turismo de Jaipur (250 Rs), con cena incluida en el Fuerte Nargarh (fuerte del tigre).

Llegamos a Jaipur por la noche. Apenas salir de la estación nos abordan varios conductores de rickshaw ofreciéndonos sus servicios. Sin preguntar ni siquiera hasta donde íbamos nos lanzan sus precios. Uno de ellos habla perfectamente español y nos dice que su precio es 20 Rs. Nos cae simpático que hable español y le decimos que sí, que iríamos con él. Nos conduce caminando hasta la zona donde están aparcados los rickshaws y nos presenta a quien nos llevaría por las 20 rupias. Sí, para 20 rupias también hay intermediarios. Y conocer otros idiomas sirve incluso para este tipo de intermediaciones. Quien nos lleva hasta el hotel nos ofrece su servicio de día completo para el día siguiente incluyendo Fuerte Amber por 400 Rs. Le decimos que lo pensaremos y nos deja su tarjeta de presentación con su teléfono.

El hotel (Sunder Palace) tiene a nuestro juicio una buena relación calidad / precio, aunque de momento la única referencia que teníamos era la de Delhi, donde también habíamos visto otros hoteles para contratar a la vuelta del circuito, a finales de diciembre. El hotel es limpio, elegante, moderno. Sus dueños (o encargados), son dos hermanos muy atentos.

Pedimos al encargado del hotel que nos concertase algún rickshaw de confianza para hacer el tour de todo el día, incluyendo Fuerte Amber, templo de los monos y regreso al centro de la ciudad. Como teníamos un precio de referencia, pactamos en 350 Rs.

La mañana en el Fuerte de Amber. Excelente. El ingreso al fuerte montado en elefante es colosal. Lo mejor de Jaipur. 😱

Dentro del fuerte compramos una botella de agua (13 Rs), pagamos con 100 Rs. El empleado me da 37 Rs de vuelta. Me pide la botella y me la cambia por una que está más fría, reubica la que me había dado en el refrigerador. Me quedo mirándolo; no se impacienta. Me da las 50 Rs que faltaban. ¡Qué costumbre que tienen los empleados de distraerse en el momento en que deberían poner más atención! 😞
uyyyyysssssuyyyyysssssuyyyyysssss

Un elefante con vitiligo!!


Salimos del Fuerte, el conductor del rickshaw nos ofrece llevarnos a un buen restaurante que el conoce. Desechamos su idea, pero, los restaurantes que están frente al fuerte son horrorosos. Intentamos ir caminando hasta el pueblo a ver si hay algo mejor donde comer. Bajamos por la carretera casi un kilómetro. Ningún restaurante mejor, ningún restaurante peor. Ninguno! Solo algunos puestos ambulantes, paupérrimos. Volvimos frente al Fuerte. Comida de mostrador + Almax. 😞

Templo de los monos. El conductor del rickshaw nos deja en una callecita y nos muestra la pendiente que tenemos que subir a pie para llegar al templo. Bastante empinada. Bastante lejos. Mientras vamos subiendo la gente nos saluda amablemente. Todos preguntan de dónde somos, cuanto hace que llegamos, de que trabajamos en España y por supuesto, cómo nos llamamos. Se presentan nos dan la mano. Uno, cinco, ocho, veinte… todos los que se nos cruzan. Demasiado amistosos para lo que tenía entendido previamente. En Internet alertan del mal carácter de los lugareños, alertan de estar precavidos. Hay muchos monos en el trayecto pero no se cruzan por el camino, permanecen en la ladera, haciendo su vida. Están acostumbrados a los turistas. A mitad de camino de la pendiente se encuentra una población pequeña, desde donde nos saludan. Desconfío de ellos (ayyyyy… Internet!!!). Los lugareños nos dicen que hay mil monos en la zona. A medida que subimos y se anexan otros lugareños a la comitiva, los monos resultan ser 1500. Al llegar al templo nos dan la cifra de 2000 monos. La reproducción animal no tiene límites en India, tampoco la fantasía de los pobladores. 😊

Visito el templo, custodiado por una familia (el templo, yo no). A mi me habrían visto la cara de terror, porque los niños, que hacían de guías, sólo hablan con Lola. Mientras bajábamos los niños comienzan a coaccionar a Lola para que les diese dinero. No hay dinero. Lápices. No hay lápices. Dulces. No hay dulces. Al pasar por el pueblo, de regreso se anexan 15 o 20 personas que nos siguen. Yo voy adelante, la pendiente pronunciada y el temor hacen que inconcientemente acelere el paso. Dos metros atrás, Lola con los 3-4 niños pidiéndole incansablemente “Money, dólar, euro, pen, sweet”. Ella, sin borrar la sonrisa de sus labios se mantiene firme en su negativa. Tres metros atrás, una multitud. No sé si su gesto era amenazante. No me atrevía a darme vuelta. Lola dice que son buena gente, que sólo son personas ávidas de curiosidad hacia nosotros (al igual que nosotros hacia ellos!!) y con todo su tiempo para acompañarnos. Yo tuve miedo, pero quizás sugestionado por la información. En realidad, siempre se mostraron cordiales. No habría sido la única ocasión en el viaje en la que las alertas de precaución resultarían exageradas para lo que realmente hemos visto.

Al llegar al final de la pendiente, y ya cerca del ricksaw, Lola le dio un bolígrafo al niño que nos había acompañado durante toda nuestra visita. Todos felices. Yo, el que más! 😊

El conductor del rickshaw nos ofrece llevarnos a unas tiendas que quedan de paso (una de fulars, y saris y la otra, una joyería). Nos negamos. Nos suplica. Dice que no necesitamos comprar nada, que él ganaría un litro de gasolina si estamos diez minutos en cada tienda (la gasolina estaba a 36 Rs el litro). Le repetimos que no tenemos interés en comprar nada. Nos implora. Ya habíamos desechado el ofrecimiento de su restaurante. Aceptamos, reloj en mano. No más de 10 minutos. El comercio para el turista está
Vestibulo de los espejos Vestibulo de los espejos Vestibulo de los espejos

En la sala de los espejos no hay ventanas. Hay espejos!
perfectamente organizado. De la primera tienda nos llevan a ver como preparan las telas, como realizan el estampado manual de los sarees y en la otra nos muestran como trabajan los orfebres puliendo la piedra. Interesante. Compramos.

Faltando 5 minutos para terminar el paseo, ya cerca del centro de Jaipur, el conductor del rickshaw nos lleva por un “camino dialéctico” que ya conocíamos: ¿les ha parecido correcta mi compañía? ¿se han sentido a gusto? ¿han disfrutado con el paseo?




Sabemos que hay una excursión nocturna por la ciudad organizada por la Delegación de turismo de Rajasthan. Cuesta 250 Rs por persona e incluye la cena en el fuerte de Nargarh. Pese a la nefasta experiencia de Delhi, pensamos que es una buena oportunidad. Vamos con las antenas desplegadas. Falta una hora y media para el inicio del tour (18:30). El encargado nos dice que la excursión sólo se realiza si hay como mínimo 4 personas o que, quienes deseen ir paguen las 1000 Rs mínimas para poner en marcha el tour, de lo contrario se cancela. La cosa huele mal, como Jaipur. Mientras tanto nos quedamos charlando con el encargado. Al poco rato lo llaman por teléfono. Mientras habla en hindi con su interlocutor, nos sonríe y nos guiña un ojo (gesto poco usual). Luego nos informa que otras 3 personas de Delhi harán el tour. Operación confirmada! Mientras esperamos la hora de partida dialogamos con un indio que estudia español y turismo. Habla con nosotros para practicar. Es agradable. En Jaipur no es raro encontrar indios que hablen español medianamente bien.

Salimos puntualmente (hay que aclararlo, no siempre es así) en un autobús abierto, sin techo, bastante destartalado viejo y sucio. El guía hace denodados esfuerzos para que su voz, sin altavoces, llegue perfectamente a los 5 pasajeros. No es fácil, pero lo consigue. Es un guía excelente. Para terminar el tour llegamos por un camino de montaña tortuoso y en mal estado hasta el fuerte de Nargarh donde nos esperan con una cena… buffet libre, muy picante. Bien, dentro de su estilo habitual. El postre, arroz con leche con pasas de uva: exquisito! (bueno, no sé… sería que necesitaba algo dulce). Al final de la comida nos pusieron azúcar y comino, como digestivo. Igualmente, recurrí a mi Almax.

El viaje de regreso, ya muy entrada la noche y en un autobús sin techo, nos permitió conocer en nuestra propia piel el frío rajasthaní. Las temperaturas en esa epoca son de 28-30 grados durante el día pero bajan a 10-12 grados durante la noche. Doy fe.








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¿Hace falta describirlo? ¿Hace falta describirlo?
¿Hace falta describirlo?

Esto es un elefante... por la ciudad


1st January 2009

viaje virtual
Para los que solo conocemos la India a través de internet, este relato promete. Estaré esperando el siguiente envío , gracias Eduardo por haberte decidido a compartir tu experiencia .

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