13 DE NOVIEMBRE DE 2000 Mi único pasivo ahora es la lejitud. El mismo día en que les envié el Comunicao pasao, empezando mi tercera semana acá, comenzó a resolverse el broncón de la vivienda. Y no desde aquí, ni gracias al segundamano que me tenía diariamente hablando por teléfono público, en el frío de la apenas post-madrugada. Desde México, Alfredo Villafranca, de quien escribí la vez anterior, movilizó a una mexicana amiga suya que vive aquí, Rosa Irene, quien actuó rápido y, en una oportunidad sorprendente, pude encontrar el estudio donde vivió Alfredo años atrás, desocupado hacía apenas 15 días y, debido a que el dueño (por gracia de Chuchín, diríase) decidió darle una arreglada sin anunciarlo primero, entré en contacto a tiempo para ser el primer y único postor, y ocuparlo una semana después.
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