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Published: December 7th 2008
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Llegamos al terminal de autobuses de Chiang Mai. Nos asociamos con Caro y Martín para tomar un tuk tuk y llegar a un alojamiento decente. Group discount, you know. No tenemos mucha idea de adónde ir. Finalmente, uno de los muchos de conductores de camionetas que nos aborda nos inspira confianza.
SK Guesthouse II. El conductor porreta nos deja en manos del anfitrión con un par de copas de más. Chiang Mai empieza a parecer divertido y muuuy relajado. Por 400 THB nos alojamos en una habitación de lujo, casi.
A 3 calles del hostal se encuentra una calle con bares divertidos. El Heaven Beach se gana nuestra atención. Buena vibra, excelente música en vivo y comodidad total. Conocemos varios viajeros y presenciamos una escena entre un británico incauto y un ladyboy. Un chaval canadiense súper divertido pone al corriente a todo el bar en cuestión de segundos. Pobre brit, jajajaja…
De día, extensas caminatas por el perímetro de las puertas de Chiang Mai. Frente a ellas, ferreterías venden guitarras de todo tipo al lado de cascos de motocicleta, martillos y taladros.
De noche, el mercado abre sus chiringuitos para traernos excelentes imitaciones y mucha artesanía. Los tailandeses, sobre todo aquí
en Chiang Mai, tienen un sentido de la moda y un ingenio con el cual es difícil competir. Es como para llevárselo TODO.
Trekking: 2 días, una noche. -Nadie me había dicho que el trekking era un deporte ¡4 horas de esfuerzo físico del bueno! ¡Me han engañado como a una niña! ¡Joé!- dice Indira. Pobre. Sin embargo, la caminata, aunque bastante intensa, es bonita. Nos paramos en un par de cascadas y hasta nos bañamos en una de ellas. El campamento es mucho más de lo que esperábamos. Fuu, Naomi y la señora de nombre desconocido nos prepararon una comida excelente. De noche celebramos el cumpleaños del rey a nuestra manera frente a una fogata. Hablamos de muchas cosas con Naomi y Fuu. De la vida en las pequeñas villas tailandesas, la situación política que viven, música, gastronomía… hasta mañana.
Día 2 de trekking: Desayuno abundante y delicioso, como no podía ser diferente en Tailandia. Varias horas de camino y llegamos al campamento de rafting y elefantes. Estaba al final de un camino de tierra tortuoso y arriesgado. ¿Y qué hicimos en el campamento? Lo obvio. Rafting y montar en elefante. Terminamos y vuelta al hotel.
Finalmente, toca relajarse.
Este es nuestro último día en esta ciudad llena de gente trabajadora y con una sonrisa permanente. Paseamos por el mercado de los domingos en Ratchamoen Road. En un mismo sitio, emprendedores neohippies y aborígenes de las montañas ofrecen los productos de su creatividad y tradición. Estudiantes organizan shows en tarimas para recaudar fondos para sus escuelas maltrechas. A la vez, músicos ciegos ejecutan piezas con maestría para financiar sus organizaciones. Tortas de chocolate, gofres, donuts , brazos gitanos, tallarines, sopas, pollos fritos, arroces, salchichas, gelatinas, helados, vegetales y frutas hermosamente presentados nos hacen ojitos para que nos los comamos todos.
Chiang Mai merece más de un post. Lo sabemos. Esta no es más que una parca introducción. Un rápido vuelo sobre nuestras impresiones. La marca más profunda la ha dejado la gente que nos hemos encontrado en el camino. Hemos aprendido mucho en esta ciudad de aire hippie/rocker, llena de gente variopinta, que abraza con fuerza sus tradiciones y le abre sus brazos incondicionalmente a sus visitantes.
I.
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Silvia
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Menos mal que Mortero se quedó en Torry...