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Published: December 3rd 2008
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Después de un vuelo de Kulala Lumpur a Krabi, un autobús al puerto de Krabi, un bote rápido al puerto de Phi Phi Don, uno más lento a Long Beach y unas escaleras interminables, llegamos a nuestro hotel.
En principio, me imaginaba la isla menos habitada, con menos infraestructura… Pero todavía no nos habíamos bajado del ferry en el puerto de Phi Phi Don cuando ya se podía escuchar música tecno. En el puerto, somos bienvenidos por decenas de chic@s locales promocionando alojamiento y varias casetas con DJs disputándose la clientela con ofertas de cubos de cócteles gratis de 23:45 a 00:00, fiesta salvaje y puki-puki ininterrumpido en sus bares. Vaya primera impresión.
La isla: de todo para todos. Playas y calas tranquilas, solitarias, o fiesta salvaje (moon parties). Al frente, Phi Phi Leh (la locación de La Playa), Monkey Beach con sus monos que parecen angelitos pero son unos chorizos de mucho cuidado, y decenas de islotes con formas caprichosas y cavernas inexploradas.
La gastronomía… mmmm… la gastronomía. Qué buena. Esta gente sí que sabe cocinar. Todo está buenísimo. Y picante. Les encanta en picante. Platos con frutos de mar, servidos en piñas, con coco, curry thai verde, rojo… thai
pancakes, peces, cangrejos y langostas recién pescados… podría seguir enumerando por MBs… os lo dejo a la imaginación.
Snorkeling, peces de todos los colores. Tornasolados, de rayas; peces león, anémonas lila, almejas azul eléctrico y hasta tiburones de punta negra…
El pueblo? Parece mentira que quepan tantos Phi Phi Dons en uno solo. Boulevards con tiendas alternativas y artesanales, obras de arte al óleo y otras extravagancias, todas regentadas por “expats” hippies o jóvenes locales apasionados por el rock y de looks variopintos se dan la mano con callejuelas escondidas donde no verás ni un solo turista, con chiringuitos caseros donde se come la mejor comida y se conoce gente maravillosa que no habla ni pizca de inglés, pero se desvive por entenderte. Hoteles de 5 estrellas y habitaciones de 20.000 THB conviven con modestas habitaciones compartidas de 250 THB la noche.
La gente… creo haberlo mencionado. Y si no, lo digo ahora. La gente es muy amable. Nunca recibimos un mal gesto. Nos parecieron muy transparentes. La gente es muy rockera, le gusta poner cuidado a sus looks y no se corta ni un pelo para cantar a viva voz cuando les da la gana, donde les da la
gana.
Nos gusta Phi Phi. Pero ahora toca viajar a Chiang Mai.
I.
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Silvia
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¡Qué pasada!