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Published: October 28th 2008
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Uno de los paseos mas bonitos que hicimos un Suiza fue a
Zermatt, un hermoso y pintoresco pueblito ubicado al pie de una de las montañas mas famosas del mundo:
el Matterhorn.
Para llegar allí hay que ir a
Täsch y luego tomar el tren
Matterhorn Gotthard Bahn que tarda unos 20 minutos en subir hasta el pueblo.
Salimos temprano de la casa de los tíos sabiendo que íbamos a tener casi 2 horas de viaje hasta
Täsch. La tía Cristiane vino con nosotros, lo que hizo que el viaje fuera mucho mas placentero. Y sino pregúntenle a los chicos... a los 30 minutos de viaje abrió su cartera y empezó a repartir galletitas y chocolatines a diestra y siniestra. Esa cartera parecía un kiosko, a cada rato salía algo nuevo. También jugó un montón con los chicos.
Dejamos el auto en la estación de trenes y corrimos para llegar justo al tren que sube a
Zermatt. Otra vez nos encontramos con un tren lujoso, limpio y preparado para el lugar. Resulta que en
Zermatt no se pueden utilizar autos. Solo hay vehículos eléctricos que suelen ser taxis o transporte hasta los hoteles, entonces la gente sube con valijas y equipos
de ski. El tren está totalmente preparado para que el viaje sea cómodo para todos.
Una vez llegados estuvimos caminando por la calle principal. Que la circulación de vehículos a nafta esté prohibida, la hace mas linda todavía. Caminamos unos 10 minutos hasta donde termina el pueblo y allí vimos
el Matterhorn. Es una montaña lindísima que tiene 4,478 metros de altura sobre el nivel del mar. Desde
Zermatt comienzan todos los caminos para escalarla y los senderos para trekking también.
Como no estábamos para hacernos los locos de subir la montaña, nos quedamos en la primer pradera que vimos y jugamos al mejor estilo Heidi. A correr y tirarnos por el pasto con las montañas de fondo. Solo faltaban los chivos 😊 Con los chicos nos subíamos a una lomita y bajábamos rodando... hasta el cansancio.
Cuando ya no pudimos mas, volvimos al pueblo a comer algo. De camino pasamos por la iglesia a prender velitas. Como siempre, terminamos en McDonalds. La tía Cristiane comió patitas de pollo con los chicos y le gustaron! El McDonalds estaba todo decorado con madera y equipos de montaña y ski, muy pintoresco.
Antes de volver a casa, paso obligado
por una chocolatería para comprar el postre para la cena. Es imposible describir la cantidad, calidad, colores y tamaños de chocolates que había, pero les aseguramos que eran riquísimos!
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