Advertisement
Published: June 10th 2008
Terminé de trabajar el 16 de mayo y muchos se preguntaban qué iba a hacer en las dos semanas libres que tenía. Nunca me preocupé. Siempre habría algo que hacer.
El primer martes de las “vacaciones” obtuve de nuevo la visa para Estados Unidos -la última visa que debía recuperar del pasaporte perdido-. El proceso tomó menos de 8 horas. Wow!. El único papel que me pidió la amable agente fue la copia de la visa perdida y el formulario de aplicación. Tenía rasgos de la India pero acento americano. Me preguntó si me gustaba la India. Las dos terminamos la breve e inesperada conversación con una sonrisa. Nos gusta la India.
Tenía muchos planes para las dos semanas de vacaciones pero el tiempo corría y yo nada que le alcanzaba, aunque las rupias viajaron a su misma velocidad. El robo y haber vivido sola en Noida drenaron las finanzas de esta mujer. Sin embargo, la experiencia de vivir sola enseña cómo sacar de 20 rupias un almuerzo o de pagar 12 rs en vez de 120 rs para ir a Delhi/Noida. Y, lo demás se fue en viajar. Eso es lo que queda en mi mente, lo que
veo cuando ya en Bogota cierro los ojos, lo que he soñado en los últimos días, lo que hablo cada vez que me preguntan “cómo te fue?”, lo que recuerdo cuando veo “The kite runner”, “Tashan” o recuerdo que debo terminar de leer “The places in between”.
El último día de trabajo recordó que uno puede moldear las cosas a su favor, que el frio, solitario y alejado puesto de trabajo se convirtió en la parada obligada de Anubha, Gaurav, Sandeep, Sanjeev, Shalini, Abhinav, Rashmi, Charu, Prakash. Somos lo que debemos ser, si quieres ser.
Visité una nuevo templo católico, dormí hasta tarde, busqué info sobre trabajo en India y Colombia, me desatracé en las redes sociales (léase facebook), asistí a la fiesta de Roc en Fadd Kithcen Bar (GK II). Imprimí las fotos que iba a dejar a mis amigos, no logré coordinar el curso de meditación, fui al último bazaar en Pahalm Ganj cerca a la estación de Nueva Delhi, jugué cartas, tuvimos un picnic en Lodhi Garden, vimos películas (L’enfant, Darjeeling Limited), cenamos juntos en la casa de National Park, fui con Arjan a @Live en Connaught Place a escuchar rock suave y pedí la
Despedida de Roc
COn la tortica que me dieron a la media noche del viernes por el cumple. canción “What a difference a day made”. También, lavé mi ropa, hice aseo en la cocina, fui por última vez a Noida a reclamar el cheque por los días del mes de mayo que trabajé y con el que viajé a KAshmir y regresé a Colombia, con el que me compré el jugo y croissant más caro en rupias (350 rs).
Paréntesis. Fui a Noida de manera convencional: en bus. A la hora y algunos minutos de estar esperando en la estación de Gupta Market cerca al Instituto del Corazón, un Indio se me acercó. Lucía lentes de sol, llaves del carro en las manos, moviéndolas en círculos. Me dijo que nos conocíamos; quería tener mi teléfono y llevarme a Noida. Pobre hombre, hotty, encontró en mi la dureza del Qutb Minar (La torre de Qu’b). Absurdo que haya dicho “dame tu teléfono por favor”. Eso le agregó más ridiculez a su pinta e intento fallido de ‘caerle’ a esta Indiecita. Mi último viaje a Noida parecía estar hecho para nunca olvidarse.
El bus 323 pasó y aguanté la respiración. Llegué al sector 16 y ayudé a una señora a bajarse. En muestra de agradecimiento me dijo que
Delhi-Central MArket
Miren todas las funciones que le ponen al que trabaja en la oficina postal. se iría conmigo y me invitaría a su casa. Tomamos una bici rickshaw y le indicó al conductor el camino. Me compró una samosa (pastel de papa y vegetales picante) y lloró mientras me confesaba que no quería vender su casa pero que sin ningun hijo en casa más que ‘la’ hija, debía hacerlo. ME hizo ayudarla a bajar y a abrir la puerta. Tomó mi número celular y dijimos adiós a la aunty-ji. India en el corazón.
Fui a la oficina y vi a mis amigos. Decidimos salir esa noche. Me quedé en Noida toda la tarde en el centro comercial más fashion de la ciudad. Recorri los almacenes. Fue mi forma de decir adiós. Compré las especias para el té y algunos snacks que iba a extrañar y que quería mostrar. Mis amigos me recogieron allí en la noche y nos fuimos a Delhi a disfrutar nuestros ultimos días juntos. Anubha tenía que irse temprano. Yo tenía unas cervezas en la cabeza y no quería estar sola. Gaurav me dejó en casa. DE casa me fui a donde estaban mis amigos entrenados: Urban Pind. Estaba recogiendo mis pasos.
Cierro paréntesis.
El último miércoles fue mi despedida
y la de tres amigos más: Shoko (Japón), Marci (Hungría) y Tom (Países Bajos). Renate y yo cocinamos. Dejé quemar las pastas, pero así se comieron. Hubo lágrimas, risas y muchos abrazos. Mi cuaderno de viajera se iba llenando. Al día siguiente salimos para Kashmir. La mejor decisión para neutralizar la mente, calmar las ansias, relajar la mente y quedarme con la belleza de la India.
Kashmir Llegamos en la tarde a la casa-bote. Tomamos té de kashmir (con muchos más especias y en agua) todos los días. La cena fue deliciosa. Al otro día fuimos a la parte antigua de Srinagar -capital de verano de Kashmir-, visitamos dos mezquitas. Llevaba una blusa de manga pero como el “desnudo” es prohibido, tuve -tuvimos- que ponernos una bata gris. En palabras de Renate ‘así podíamos ser invisibles a los ojos de la sociedad’ -la sociedad tiene ojos hahaha-. Varios estaban mal del estomago; cominos en un restaurante cerca de la casa bote.
La noche se veía diferente desde el lago Dahl. Y el tiempo se detuvo en la shikara (chalupa con colchón) que nos llevaba a la casa-bote. Miré a mis amigos y sólo veía una sonrisa de satisfacción.
El sabado viajamos a Sonmarg y encontramos río, piedras, pasto y nieve. “Y conoció el hielo” 😉 Hicimos trekking y con el estado físico de las mujeres, los hombres se sintieron orgullos de que no nos hubiésemos desmayado. Nuestro conductor era musulmán. No tuvimos una buena relación; quería llevarnos a los sitios caros y nosotros queriendo comer en el corrientazo del pueblo.
Llegamos a casa entrada la noche. Dormimos. Al otro día viajamos a Gulmarg. Otro día de trekking y ya se sentían los músculos faltos de ejercicio. Subimos 300 m pero caminamos cerca de 3 km… ¿se han sentido alguna vez como los corredores olímpicos cuando cruzan la meta en primer lugar? Yo crucé mi meta imaginaria en primer lugar; el cuerpo me dio morfina luego del dolor tan berraco que sentí : ) Y el lunes, visitamos los jardines de la era Mughal. Descubrí que me gustan las flores en los floreros y que en mi vejez probablemente no tendré un jardín para cuidar. En la noche llegamos a Delhi y unos amigos fueron a despedirse.
Descubrí que les gustaba Buena Vista Social Club y me dieron su música. Antes de acostarme dejé todas mis cosas
limpias, incluso lo que no iba a traer a Colombia. El martes día del viaje estuve en Internet. Confirmé que sólo podía llevar 20kg en la maleta y 10kg en la de mano. Pensé que podía comprar más regalos, pero no: no espacio, no rupias. Dejé varias cosas: pijama, toallas, blusas de calidad de la India que estaban por romperse… entre otros. No esperen regalos amigos del alma. Los afortunados fueron mama, abuelita, tios y respectivas consortes. De milagro entró el regalo que Anubha y Gaurav me dieron: un vestido (kurta y salwar). Como dice la abue, “qué mas regalo que ya llego mijita?” lol.
Las últimas dos semanas las comprimí y acabo de narrar rapidito. Será en mi afán por no extrañar a la India que no quiero contar más detalles de los ojos que vi, de las palabras que oí, de los abrazos que sentí, de las manos que vi en la distancia, del olor que ya no percibo, del tráfico que ya no me produce dolor de cabeza, de la vida que viví y que ahora queda sólo como un recuerdo, como un sueño, como un cuento de las Mil y Una Noches.
La última
National Park
En la despedida de super Arnout!
Crazy ppl noche cenamos juntos en casa como familia. Ordenamos pizza. Hablamos bobadas. No quería pensar. Se llegó la hora y el corazón se agitó. La pelea de cosquillas ayudó a no pensar más. El taxi llegó y las maletas se guardaron. Abracé y solo sentí. Sentí al alemán (Jan), al holandés (Arjan), a los coreanos (Donna y Alex) y a las holandesas (Renate y Jessica). Dejé una carta para cada uno. Y ya en el carro, sólo veía las luces de la noche y cómo, en la distancia, sus brazos se desvanecían. Amigos.
La mamá de Adam -que por cosas de la vida iba en el mismo vuelo- habló como una mamá lo hace: animándote y haciéndote olvidar el mar de sentimientos que te cubre. Pero el celular sonando y los sms entrando, hacían querer quedarme. Shoko (Japón) y Badawi (Egipto) nos acompañaron. Estaba recuperada pero las lagrimas de Shoko nos devolvió la película. No podían entrar. Adios Adios.
Y bueno, tuve tiempo de reponerme. Tres horas en las que tuve que cambiar la distribución de mi maleta, esperar que mi reserva apareciera en las pantallas de AirFrance, sobornar al tipo de las maletas porque llevaba sobrepeso (y no
traia nada, ni pijama para la primera noche), hacer la larga fila de emigración, correr como loca para alcanzar el vuelo que otros 2 y yo ya habíamos retrasado. Me despedí de un amigo por teléfono y deje fluir mi tristeza en el camino a Paris. Un vinito me acompañó y tratar de hablar francés con las azafatas me entretuvo. En Paris sentí que ya estaba cerca y haber tenido que volar con la selección Colombia me hizo aterrizar más rápido.
Llegué a Bogotá y mi mamá me recibió. Me alegró verla, respirar aire limpio, ver las montañas y no tener que negociar por el taxi.
Y así empecé un nuevo capítulo, el 4 de junio. Ahora, me espera encontrar un buen trabajo, hablar hasta que me seque de la India, ir a la embajada, y como ya lo he hecho, empezar de ceros en una nueva ciudad. La tercera en los 22 años de existencia. India se ha quedado creo que para siempre en mi. Un amigo me llamo, varios me han escrito incluso de Roc. No sé si volveré. Espero que Nico (Colombiano) llegue de Hyderabad para hablar con él.
India no me cambió. Me
Despedida
Parte de la gran familia de entrenados en la India permitió ser como soy. Llenó de luz y alegría mi vida. Me retó. Me hace pensar en mi legado, mi historia, en los colores y sonidos, en la simpleza de la existencia, en la democracia, en los estereotipos sobre la vida de Gandhi, en la opulencia, en la corrupción, en las acres de arroz y azafrán, en la tradición y la modernidad, en el matrimonio y los amigos, en joyas, en la belleza de nuestro género, en chai y especias, en que estamos tan lejos pero que somos tan parecidos.
Advertisement
Tot: 0.229s; Tpl: 0.014s; cc: 9; qc: 54; dbt: 0.1582s; 1; m:domysql w:travelblog (10.17.0.13); sld: 1;
; mem: 1.2mb
