Ganesh


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September 3rd 2008
Published: September 3rd 2008
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Los ojos tienen un reflejo inexplicable. Pareciese que fueran las claraboyas del ser que está adentro y el cuerpo solo fuera un disfraz, un vestido. Por algo dirán que los ojos son las ventanas del alma. En los elefantes esta afirmación se puede constatar desde el primer momento. Sus pequeños y melancólicos ojos están atrapados en un inmenso cuerpo, muy pesado para andar con soltura, pero suficientemente fuerte para ser invencible.

En el oriente de Camboya, los infinitos horizontes de arroz llegan a su fin y las montañas emergen tímidamente dando un ambiente óptimo para que la jungle pleche. Es como pasar a un país más desolado, con campesiones cultivando maíz y tabaco, alguna ganadería y extracción de madera larga y esbelta para saciar los deseos de construcción de los hombres.

Los habitantes de esta zona conviven entre espíritus y respetan su presencia. Sus antepasados los acompañan desde el más allá y al lado de las tumbas solitarias en los potreros robados a la selva les construyen unas pequeñas chozas para que puedan refugiarse sus espíritus. Igualmente, para ellos los elefantes son la reencarnación del espíritu de una vaca, un cerdo y una gallina. El sólo pensar en la incomodidad de estos tres animales metidos en esa bolsa de cuero duro, me da a entender la melancolía de su miradas.

A pesar de tan angustiosa estrechez, sus ojos tambiém reflejan sabiduría, tranquilidad y experiencia. Sus lentos movimientos se convierten en fuerza salvaje cuando en medio de la selva debe tumbar arboles para poder continuar. Cuando se ve en necesidad de cruzar ríos, su cerebro calcula la probabilidad de enterrarse en las empantanadas orillas y, si es necesario, hasta que sus pasajeros no se desmonten no se atreve a continuar. Cuando come de nuestra mano nos mira como monje budista agradecido por nuestra generosidad y cuando se arrodilla para que lo montemos lo hace con placer y caballerosidad. Con razón en la India lo tienen como un dios y acá en la provincial de Mondulkiri los tratan con respeto y aprecio.

Así era nuestro Ganesh, alto y robusto, mirada profunta y piel carrasposa e impenetrable. En su lomo una canasta de bambú y madera creaba el espacio exacto para que dos diminutas personas se sintieran como Alejandro El Grande conquistando un nuevo país selvático.

Toda la noche anterior y la madrugrada llovió como en un libro de García Marquez. Con temor a que el agua persisitiera por los dos días de travesía por la selva, nuestras mentes pensaron inclusive en cancelar el paseo y deshacer nuestro largo trayecto desde Phom Penh. Sin embargo, impulsados por la ecuanimidad del trio de espíritus, decidimos afrontar el agua y la incomodidad. Quizás si hubieramos tenido la menor pista de lo que nos esperaba, nunca lo hubiéramos hecho. Pero unas fuerzas invisibles nos empujaron hacia el corazón de la selva.

El balanceo del elefante de derecha a izquierda por la primera media hora es entretenida, pero luego de la cuarta hora uno ya no sabe si el propio trasero tiene aún carne. Nuestro guía, exaltado con la comisión tan abundante que se estaba ganando, incluyó dentro del fiambre tres litros de vino de arroz para que experimentáramos la tradicional costumbre camboyana de comer, tomar y hablar con los amigos. El primer par de sorbos nos hicieron retorcer la expresión y de ahí para adelante pareciese que estuvieramos en cabalgata decembrina. Todo se volvió más colorido, el ambiente se torna más efervecente, los chistes más graciosos, a la voz se le eleva el volumen, los temores se disipan, crece una alegría en el pecho que nos provoca cantar y beber. Y así servimos copa tras copa con el vaiven del elefante. Ya no hay Presidente que nos pueda chicanear tomando tinto a caballo. Nosotros bebimos, nos paramos, cantamos y hasta nos meamos desde el elefante.

En mi vida he tenido varias oportunidades de meterme en la selva e incomodamente abrir monte cuando es imposible continuar camiando, pero luego de andar en elefante creo que ya lo he visto todo. Lástima que nuestros antepasados arrieros no hubieran tenido a este fabuloso animal porque se hubieran ahorrado muchos esfuerzos. Es como andar en un tanque blindado, estripando todo lo que esté alrededor y fuera de eso con chofer privado.

Al principio había unos senderos, pero al internarnos más hacia la cascada en la que planeabamos dormir terminamos rodeados con selva por todos los costados. Arboles, maleza, bambú, arbustos, enredaderas. Ni siquiera se podía ver un metro adelante. El follaje era completamente espeso y lleno de diferentes tonalidades de verdes. Ganesh, al oir la plabra “pai”, levantaba su trompa y tumbaba las ramas o el tronco que estuviera al frente y así seguía abriendo camino. Encima no teníamos más remedio que cubrirnos de las ramas de los árboles y sacudirnos la mayor cantidad de arañas e insectos que hemos tenido sobre el cuerpo.

Dormimos al lado de una sonorosa y espumante cascada. En la noche las chicharras sonaban como sirenas de incendio de fábrica. La fogata votaba humo para espantar los zancudos y nuestra esterilla de guadua se llenó de comida y licor.

Desde el inicio el conductor del elefante, que no hablaba ingles y solo fumaba y golpeaba a Ganesh con un bastón de bambú, llevaba un hueso carnudo de un animal salvaje que un vecino le había ofrecido. Todo el tiempo lo llevó en la mano. Cuando parabamos lo tiraba al suelo y cuando podía lo tiraba en la canasta del elefante.

No me explicaba para que llevaba ese hueso ruñido y menos me imaginaba que nos lo iba a cocinar en la noche. Luego de unos bocados de fideos y arroz, nuestro amigo sacó la presa cocinada acompañada con una sabrosa salsa. Por educación tocó probar el trozo en la penumbra del atardecer y curiosamente disfrutar el sabor tan cercano a carne de lechona salsuda.

El vino de arroz siguió corriendo como la quebrada hasta que vimos el fondo de la botella plástica. Contentos y satisfechos nos acostamos en las hamacas que metículosamente habíamos organizado. A media noche, la incomodidad de la pequeña hamaca me hizo mudar al duro piso y en cuestión de minutos una contracción en mi barriga se expandió por el pecho y me hizo regurgitar la aún tibia cena.

Sin entender que pasaba, porque uno sabe cuando está borracho y este no era el caso, seguí vomitando cada grano de arroz que me había comido desde Vietnam y con unas arcadas que me hacían doler la garganta y me estrangulaban el estómago.

Me empezó a subir una fiebre por las manos y cuello, los huesos de todas las extremidades me dolían como si las estuvieran retorciendo, vomitaba y convulsionaba como una rata envenenada. Mi mente estaba tan confundida que estaba pasmada. En su estupor decia, ‘Malaria no puede ser porque necesita más tiempo de incubación. Borracho no estoy. Será que fue la carne del hueso que aún siento su grasa en mi vomitada boca?, o será que nos envenenaron y nos van a robar cuando quedemos exterminados?’.

En plena agonía las sirenas de las chicharras se prolongaban más de lo acostumbrado, el correr del agua se convertía como en el bullicio de una escuela en recreo y cada nuevo sonido retumbaba en mi tímpano. El dolor corporal se entrelazaba con la belleza de la naturaleza que nos rodeaba y si se observaba con detenimiento no se encontraba ningún temor en mi alma. Será que así es el morir ?.

Más adelante pensé que quizás era una mala jugada de los espíritus de la región y entré en terror. Le rezaba al todo poderoso para que el espíritu de la vaca no se apoderara de mi y me terminara cagando, que al marrano no le diera por revolcarse en su propia mierda y que a la gallina no le diera por picotearla y terminar comiendosela.

María Andrea se despertó unas horas luego, para contar con la misma suerte y empezar a devolver bilis, ya que su comida había sido digerida en las horas de sueño. Como Romeo y Julieta envenenados, nuestros cuerpos agonizantes temblaron, sudaron, se retorcieron durante la larga noche y sólo hasta el amanecer se detuvó el malestar estomacal.

El regreso fue un balanceo de izquierda a derecha, con un sol picante, un elefante reencarndo en guayabo y una debilidad de niño desnutrido. Nos enteramos al otro día que el vino de arroz para volverlo más fuerte y rentable lo condimentan con gotas de repelente de zancudo y que las intoxicaciones son la regla para muchos extranjeros novatos. Sin embardo, luego de dos días de recuperación intensiva recordamos con agrado nuestro experiencia ‘espiritual’.

En este paseo pensé mucho en nuestro país. Tan parecídas las montañas, el clima, la selva, las historias increíbles y el potencial turístico que podemos explotar. A la vuelta creo que vamos a ofrecer toures por nuestras selvas impenetrables, a lomo de burro, diciendo que es una reencarnación de un guerrillero con un narco, con un látigo para que le pegue al narco cuando rebuzne y al guerrillero cuando meta la pata, con machete incluido para reemplazar la trompa y una botella de guarapo con glifosato para matar lentamente al que se atreva a beber.




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3rd September 2008

Ganesh
Hola Muchachos: Un guayabo de vino de arroz mezclado con repelente, montados en elefante, en medio de la selva y oyendo un idioma incomprensible debe ser un experiencia terrorífica. Después de todo les fue bien. Muy valientes ustedes. Saludos Jorge Berrío
3rd September 2008

Fotos!!!!!
Chicos, no salen bien las fotos!!!!!!!!!
3rd September 2008

siticos!!
Dios terrible intoxicación en medio de la nada!!! pobres!! la vieron negra... que bien que se recuperaron pronto Solo pude ver 4 fotos :( tal vez mas tarde se arregle la pagina... ya me ha fallado varias veces... Cuidense mucho!! supongo que tomaron las pepas de la malaria y demas vacunas!! pero pues contra el guayabo no hay otra que bajarle a la tomata.. que le vamos a hacer... sigan mis amores siendo felices y cuidenseeee por favor!!! todavia les queda la mitad o mas! (de viaje)
4th September 2008

Divinísimo!!!
Mucho divinísimo Ganesh!!!!!!! se ve demasiado tierno!!!!!! en la foto de la arrodillada sale como para ponerse a llorar... y creo que el título de la otra foto debería ser mans bien paneLOTAS y barBOTAS!!!!!!!!!
4th September 2008

Ganesh
Hola Mateo y Maris:Que aventura!!!tan increible..Pobre elefante(reencarnado en vaca, cerdo y gallina)Atrapado en ese gran cuerpo, sus ojos llenos de sabiduria y tranquilidad.La odisea en la selva a lomo de elefante es alucinante...Pero aun mas el efecto de los vinos de arroz(3 botellas)Asi aguantaron la dura jornada.La noche al pie de la cascada parecio iluminarse...uds. eran los iluminados con ese "brebaje"con gotas de repelente"gran intoxicacion!!!Dios Mio...No sera tan "divertido los toures por las selvas col.con Guarapo con Glifosato, a lomo de burro..JA JA JA
5th September 2008

Hola Mateo y Maria Andrea, que aventura tan espectacular, que emoción, pero que sustoooo, se requiere tener mucha berraquera, los felicito y los envidio. Cuídense mucho. Un abrazoteeeee. Gloria de Muñoz
6th September 2008

No me impresiono!
Si, no me impresiono, ME ATERROOOO. Esa intoxicacion con esa mezcla euforica, motivadora, para sacarlo y regar las matas desde el lomo del querido Ganesh, para luego devolver hasta el pastel del matrimonio, y en medio de ese verdor, lejos de todo debe ser para replantearse muchas cosas Y HABER SENTIDO LA PELONO MUY CERCA. Pasado el gran susto, que siga el paseo. Esperamos con mucho interes la siguiente entrega de este inolvidable, extraño y nunca realizado VIAJE por Colombiano alguno. Adelante viajeros ATREVIDOS. UN ABRAZO OSCAR
6th September 2008

lindos transmilenios
hola chinos,seria vino o los miaditos del guia, no aclaran si solo ganesh dejo su cagadita en la aldea, no me diga que no montaron en los transmilenios de la region se perdieron de pronto de la mejor experiencia del carajo, felicitaciones y mucho animo asi lleguen con el c.... pelado.besos abrazos.
6th September 2008

Aventura en Elefante
Hola: Mateo y Maris: Como van....Mas recuperados de esa Intoxicacion tan espantosa!!!!los pudo llevar a urgencias...Cuidense mucho!!!1los viajeros de "aventura" como uds. estan espuestos a miles de Accidentes...No conocen el idioma, ni la cultura ni (las intenciones del guia)...Tomen medidas y precauciones la prox. vez...Yo les escribi hace 4 dias, no se, si recib. el mensaje....Los Pienso mucho y los recuerdo..Gloria

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