Por fin hemos encontrado la magia de Australia, con un Outback desertico, inmenso, rojo rojisimo, con canguros, camellos, emus, y sobre todo la nada, a lo largo de kilometros y kilometros de carretera, hasta que nos hemos encontrado con el Uluru, un imponente pedrusco, simbolo sagrado de los aborigenes, que, vaya tela con los aborigenes. Esperabamos que Adelaide fuese una ciudad muerta, pero nos sorprende agradablemente ver el ambientillo en el centro un sabado por la noche. El Youth Hostel, aunque frio e insipido por fuera, es un montaje espectacular en su interior con una inmensa zona comun donde no falta de nada. Alli coincidimos con Juan, un canario que nos contesta en español a un sorry nuestro (se nos vera el plumero en nuestro acentillo?), pero que, tras identificarse, resulta sorprendentemente evasivo. Suelta un "soy
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