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Published: December 1st 2010
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El 23 de diciembre teníamos planeado visitar temprano el
pueblo de Taos , que está como a 150 kms. de Santa Fe. Taos es famoso por la reservación india del mismo nombre, en dónde se encuentra la construcción más antigua de la zona, un complejo de edificios de adobe de más de 1000 años de antiguedad. Es un sitio patrimonio de la humanidad de la UNESCO, y teníamos ganas de conocerlo. Sin embargo, nos quedamos flojeando toda la mañana en el hotel viendo películas navideñas, y salimos rumbo a Taos pasado el medio día. El camino a Taos está muy bonito, pero es una carretera estrecha que atraviesa las montañas. Cuando por fin llegamos a Taos, ya no era posible visitar el viejo asentamiento indio, pues ya había cerrado.
Decidimos entonces ir a ver otro punto de interés del pueblo:
El puente sobre la cañada del Río Grande. Este es uno de los puentes más altos de Estados Unidos, y queríamos ver el mirador que está al otro lado del puente. Empezamos a cruzar el puente con el coche, pero mientras más avanzabamos mas congelado estaba el suelo. No había forma de dar la vuelta en U ni volver atrás, asi que seguímos avanzando leeeentamente, mientras el coche se
empezaba a patinar sobre el hielo. El puente tiene sólo dos carriles, con un pequeño barandal y el abismo de cada lado. Ni Sandra ni yo hablábamos mientras cruzabamos, pero los dos aguantamos inconcientemente la respiración hasta que llegamos al otro lado. Entonces, unos 20 metros tras salir del puente, no pudimos controlar ya el coche y nos estrellamos contra un montículo de nieve a la orilla de la carretera.
El coche quedó medio enterrado en el montón de nieve, y yo juraba que ya no iba a salir de ahí y que nos ibamos a quedar toda la noche en ese lugar, muriendo congelados en algún momento de la noche... Pero milagrosamente al meter la reversa el coche se logró zafar de la nieve, y pudimos dar la vuelta en U y emprender el regreso, otra vez sobre el dichoso puente...
Tras el accidentado y no muy fructífero viaje a Taos regresamos a Santa Fe en la noche. Al día siguiente seguimos dándo la vuelta por el centro en la mañana, y me quedé con ganas de visitar el
Museo de Georgia O'Keeffe . Por la tarde regresamos a descansar al hotel, y nos preparamos para el evento que hace que
Santa Fe sea un lugar tan especial para pasar la navidad: El Farolito Walk.
Este es un evento que tiene su origen en la época colonial, y consiste en hacer una caminata por la calle Canyon Road, que es la calle de galerías y restaurantes de Santa Fe. La calle lleva hacía un cerrito en dónde se encuentra la Cruz de los Mártires. Tradicionalmente habían peregrinos que iban hasta ahí, y la gente de las casas y comercios aldeaños les ofrecían comida y bebida en su caminata. Hoy en día se camina por Canyon Road, la cual está totalmente adornada por farolitos y cerrada al tráfico. Los dueños de las galerías ofrecen ponche caliente y galletitas a quienes van caminando, y la gente se reune alrededor de fogatas en la calle para cantar villancicos (en inglés y en español) y convivir. Incluso hay quien imprime las letras de los villancicos y los reparte entre la multitud, así que no hay pretexto para no cantar. Es un evento muy bonito y realmente especial, es el único lugar del mundo que yo he visto en dónde la Nochebuena se celebra en la calle con toda la gente.
Después de la
Farolito Walk
La gente hace figuras con los farolitos caminata regresamos al hotel, con la intención de ir a la misa de medianoche en la Catedral, que se supone es muy linda con un gran coro cantando... pero nos quedamos profúndamente dormidos.
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