Atravesando Bolivia


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Published: April 27th 2016
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Después de 2 días de descanso en La Paz tras la experiencia del Choro, estamos listos para atravesar el país hacia el este, donde las montañas dejan pasar a la selva que anuncia la cercanía del Amazonas. Alizée, algunos amigos y un festival nos esperan.

Así que tomamos un bus hacia Santa Cruz, capital económica de Bolivia. Esta ruta debería de tomar unas 15 horas, pero al final resultaron ser 21h. Por qué? pues imagino que porque la carretera principal que atraviesa el país es en sus mejores tramos lo equivalente a una nacional, siendo los peores tramos caminos de tierra, de tierra tierra. Pero siempre quedara la duda ya que en los tramos asfaltados el chofer creía que iba conduciendo un coche de carreras y adelantaba todo lo que se le ponía por delante, siempre claro esta en una carretera de doble sentido. Ahora lo recordamos y nos reímos, pero creo que ha sido el peor viaje de mi vida. No quería ni mirar por la ventana porque pensaba que de allí no saldría con vida, asientos viejos sin cinturón de seguridad, de terciopelo un poco guarro que te hacia sudar la gota gorda, pero si abres la ventana llovía y mas te mojabas. Las ultimas horas fueron interminables pero sobrevivimos y llegamos a Santa Cruz, donde también llovía a mares y todo estaba inundado, yuhuuu!



Nos esperaba la belle équipe! No nos conocíamos casi unos a otros y no sabíamos que después de 4 días íbamos a compartir tanto que ahora nos llevamos a todos en el corazón. Un francés, dos suizos-bolivianos, dos belgas, tres bolivianos y una española. El camino hasta Samaipata, otra aventura, 4h, de noche, de curvas, lluvias, tierra y piedras. Y allí nos encontramos con una linda casita que sera el centro de nuestra comunidad Beijin, de una tribu parpatrés de la que solo formabas parte si llevabas una hoja de coca en la frente, y la que bebió mucho Fiestero sin un solo momento de resaca. Samaipata nos ofreció fiesta, paseos, el campo y sus mil tipos de verdes, pero también el amor y la energía de la pachamama que pudimos sentir y compartir en aquel rincón alejado de la profunda Bolivia.



El domingo era hora de partir, y tras un zumito en Ginger’s Paradise y una cena en el Hard Rock café de la moderna Santa Cruz, despedimos a nuestros amigos para quedarnos en Bella Vista, un pueblecito de estilo colonial, bien cuidado, luminoso, pero olvidado por los turistas. Se respira el comienzo del Amazonas, en los colores, los sonidos, y también el calor. Dos días de relax y seguimos nuestro camino para regresar a la Paz. En medio de esa interminable carretera, y sin muchas ganas de volver a coger un bus, decidimos hacerlo poquito a poco. Lo que se traduce en ir de pueblo en pueblo en taxi, un taxi es un coche en el que entran 7 personas y donde pagas 1euro por hacer 1hora de viaje. Pero como ya he contado al principio, eran muchas horas en una carretera muy larga, lo que se tradujo en 6 taxis y un día entero para avanzar 300 km, hasta llegar a Villa Tunari, otro pueblecito con encanto, todavía a orillas del Amazonas, donde pasamos la noche. Al día siguiente visitamos una reserva de monos y continuamos el camino. Llegamos a Cochabamba con un poco de retraso por lo que decidimos de tomar finalmente un bus de noche para la ultima parte del trayecto hasta La Paz, y así tener un poco de tiempo para visitar uno de los mercados abiertos mas grandes de sudamérica.



Una gran semana de emociones, improvistos y adaptación al medio para no olvidar!


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