NARA, NARA DULCE NARA

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Siguiendo la estela del Japón más tradicional, no podía dejar de visitar Nara y perderme entre sus templos y santuarios.
Una vez en la estación de Nara hay un bus que te deja al principio de la ruta, el resto de la visita se hace andando.
La senda que te lleva hasta los templos es un largo camino con enormes lámparas de piedra en cada márgen. Lámparas que se ven ennegrecidas por la humedad y cubiertas por una gruesa capa de musgo. Se respiraba la naturaleza en estado puro, tierra húmeda, hojas secas, etc.
El primer lugar que encontré fué Wakamiya. En este templo cuelgan miles de corazones de cartón con peticiones de amor. Como imaginaréis, también compre un corazón y deje constancia de mis deseos a los Kami (deidades). La religión predominante en Japón es el sintoísmo con influencias externas como el taoísmo o el budismo, principalmente, por eso hablamos de templos y santuarios sintoístas.
A continuación llegué hasta el santuario "kasuga Taisha". Aunque estuve dudando, no me arrepentí de visitarlo. Al principio me quedé un poco "chafada". Los templos son muy austeros, tenedlo en cuenta si no queréis llevaros una gran decepción. Eso si, hay lámparas por todas partes y de todos los tamaños y colores. El jardín de este santuario es una de las visitas recomendadas, pero yo me enteré después de haberlo visitado.
Cuando sali de Kasuga Taisha me dirigí hacia Todaiji para ver al gran Buda. Lo que no imaginaba es que en el camino me encontraria con un atrio espectacular. El nombre exacto de esta preciosidad es Nigatsu-do. No dejéis de visitarlo, obtendréis unas magníficas vistas de Todaiji y Nara en general.
El buda de Todaiji es algo imponente, por mucho que te lo imagines, resulta impactante de ver en directo.
Tras visitar al gran buda, recordé que no había comido y me acechó el hambre y casi, casi el desmayo. Esto solía pasarme a menudo durante el viaje, olvida comer. Casi nunca tenía apetito, eso si, me pasaba el día entero bebiendo agua. Ese dia la busqueda de restaurante resultó infructuosa, así que terminé en una confitería muy coqueta y con una comida riquísima, me cobraron hasta por mirar, así que aproveché e hice muchas fotos en contraprestación. Este establecimiento se halla justo en la plaza de la estación de tren, no la de JR, sino la otra.
Tras reponer fuerzas continué mi visita y fui a la pagoda de cinco pisos y tempo kofukuji, ahí me sentí la necesidad de hacer cientos de fotos yo no paré en un buen rato. Debe ser el efecto "japonés".
Tras acabar exhausta volví a la estación. De camino pasé por la calle comercial, donde se podía oir la música en los altavoces que había en las farolas, parece ser algo habitual.

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