AL PALACIO DE AMBER EN ELEFANTE


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Asia » India » Rajasthan
May 25th 2007
Published: May 25th 2007
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Ruta General Viaje Verano 2007



Ruta General Viaje Verano 2007 Luego de un potente desayuno con kachori de lentejas y otro de cebolla (como nuestras empanadas, pero en vez de al horno, fritas en ollas como para hacer picarones) y lassi (yogurt aguado, buenazo), llegamos al borde la colina que lleva al palacio de Amber.

Amber fue la capital de Rajahstan antes de Jaipur. Las murallas de la ciudad bordean las montanas en una vista impresionante. Hay fortalezas en todas las colinas de alrededor, y la ciudad es pequeña pero tiene 360 templos en ella.

Para subir al Palacio, hay dos alternativas: como simple mortal, a pie; o la manera real, en elefante. Bueno, nunca mas vendré por acá probablemente, así que me anime a pagar el equivalente de 14 dólares por el paseo en paquipaquidermo (con cariño a mis viejos amigos de Medellín). El orejón este de las fotos se llama Qarnaq o al menos eso entendí, y mi conductor, Ibraalgo me presto su turbante, así que creo que las fotos salieron bastante bien. La vista desde el elefante era impresionante. Aquí algunas fotos del palacio, que visite por una horas y me dejo muy impresionado.

Cada pueblito aquí tiene un montón de templos u oratorios, pequeños o grandes, dedicados a diferentes dioses: Ganesh, Krishna, Rada, Rada-Krishna, Vishnu, Brahma, Siva... alguien se dio el trabajo de contarlos, y entre dioses y variaciones locales regionales, se estima que en India se adora a unos 30 millones de dioses. Bueno, con más de un billón de personas en el país, hay para todos los gustos.

Caminando en Jaipur, me encontré con un par de estos templos, y seguí a los que estaban entrando. Este era un templo a Ganesh, el dios elefante, hijo de Siva, dios de los inicios auspiciosos (básico en todo matrimonio o reunión de negocios, por ejemplo).

Primero, la gente se quita los zapatos, y los deja en la calle. Nadie piensa dos veces que alguien se los pueda llevar, para nada. Se entra descalzo a meditar en frente de la imagen de Ganesh (me sentí un poco raro, pero me puse en el lugar de un hindú entrando a una iglesia Católica). Luego, al salir, tocas una campana colgada del techo. Lo hice tres veces, como el que me precedió, no se si es lo normal. Sales, te pones los zapatos y te comes unos bocadillos de papa y queso que venden en la esquina.

Al llegar al atardecer a Delhi, fuimos a casa de Indiana, que me presento a su familia. Su esposa me preparo té hindú (siempre con leche), y unos bizcochuelos buenazos. Su papá me contó de cómo él abandonó Pakistán a los 15 años, luego de la partición de 1947. Como menor de edad, a él no le tocaron incentivos ni compensaciones. La mamá de Indiana apenas entro en la sala, corrió a abrazarme, me dió un beso y me acaricio la cabeza como si tuviera doce años. Toda una experiencia.

Mi vuelo partía a las 4:45 de la mañana al día siguiente. Así que al hotel a descansar. Me despedí del buen Indiana, regalándole uno de los retablos ayacuchanos que cargo para regalar a gente especial que conozca durante el viaje. Indiana se emocionó, me dijo que en Punjab se hace algo similar para transmitir las historias ancestrales. Hay muchas diferencias entre nuestros pueblos, pero también muchas similitudes.



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