Roadtrip en caravana: de Texas a Montana con mi pequeña familia


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North America » United States » Texas
August 19th 2017
Published: August 20th 2017
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La emoción de un nuevo road trip. Un camino trazado a rotulador desde hace meses, en un mapa en papel, planeando una ruta hasta llegar a Yellowstone desde nuestra Austin. Cuento los viajes de carretera que llevamos con vosotras, como si todo lo que hemos hecho antes fuera parte de otro libro, si no olvidado, que descansa en una vieja estantería. Desde que nacisteis, nos hemos embarcado cada año en una ruta distinta. Recuerdo los primeros años como una lucha contra la logística y los jetlags, cargando pañales y potitos por Costa Rica con Maite, o probando todos los yogures de los delis de Manhattan hasta encontrar uno que le gustase a Julia - que nunca encontré-, perdiendo las batallas contra los mosquitos en los campings de la costa de Delaware, mientras nuestra vecina chiflada presentaba su reclamación en recepción - por los mosquitos sí -. Y los 3 últimos años con Bilbao como punto de partida. El primero encajando horas de siesta entre la lluvia del Cantábrico hasta llegar a un pueblo de la Portugal profunda. El siguiente dedicándonos a calmar el hastío de las curvas de los pirineos franceses, animando a aquellos ciclistas con determinación en sus piernas. Y el año pasado, combatiendo una ola de calor a lo largo de la costa Atlántica francesa, con dos niñas deterridas que suplicabais salir de aquel coche para zambulliros en alguna piscina.

El otro día, saliendo de Cartagena y acabando nuestro periplo de visitas por la geográfica española, me preguntó Maite: ¿porque viajamos tanto? Hija porque la semana que viene ya nos vamos a EEUU y es la manera de poder ver a la familia y a los amigos. No mami, yo digo en general en la vida, ¿porque viajamos tanto?

Y este año toca. En autocaravana. Que no, no se hace barco, muy a pesar de lo que ocurra en el mundo Peppa Pig. Destino: uno de los que nos quedo pendiente en nuestra etapa en Washington. Yellowstone. A 3000 km de la que es nuestra casa hoy. Saliendo de Texas por el oeste, atravesando Nuevo México y Colorado, para llegar a Wyoming, cruzando fugazmente a Utah y Montana.

.- Hoy mi madre nos viene a buscar al campamento en autocaravana, - Maite se acerca emocionada a su monitora del YMCA en su ultimo día.

Julia insiste, todavía esperanzada:

.- Pero, se hace barco también, ¿verdad mami?

.- Este no hija, pero siempre habrá un primero que puedas inventar tú algun día.



Día 1 Viernes: Austin - Alpine, TX. 700 km

Tensión. Mucho follón en la cabeza antes de salir. Paso de escribir este viaje. Toc toc cabecita. Para que lo recuerden tus hijas cuando seas viejecita, mujer. Que no.

No se ni a donde vamos hoy. Papá planifica, que miedo me da. Pinta que no vamos a salir mucho de la caravana de todos los kilómetros que se ha planteado recorrer en 14 días. Hay que llegar a Marfa esta noche, y visitar antes el observatorio Mc Donnald, media hora después de la puesta de sol. No llegamos, imposible. Solo veo obstinadas perforaciones de petróleo al borde de la carretera y correcaminos despistados que cruzan delante de nuestra caravana. Y siento la tension en el cuello. Con lo bien que estaba yo en la playa hace unas semanas.

Llevamos tanto tiempo en estas carreteras desérticas que no se qué nos vamos a encontrar en nuestro primer destino. Conseguimos alcanzar ya de noche la población de Alpine, 50 km antes de Marfa, para cenar en el Reata. Excelente aunque en porciones pantagruelicas, como no, por algo "everything is bigger in Texas". Yo que creía íbamos a aterrizar en "hillbilly territory", y no, ni eso. Población cuidada, con tiendas impecables para el turista, - hasta debe de haber una tienda inmensa de Prada en mitad de la nada ya cerca de Marfa-, y un parking vacío para descansar, delante de un letrero de neón que reza "Pre-paid phones" que me acompaña intermitente toda la noche en cada abrir de ojos. Lejos del paisaje idílico que imaginaba para nuestro primer despertar. Pues eso, que paso de escribir.



Día 2 Sábado: Alpine, TX - Carsbad, NM 320 km

Ayer con tanta tension no fui capaz de apreciar el subidón que teníais en vuestro nuevo hábitat. ¿Donde está el botón para convertir la mesa en cama, mami? Intuyo que Peppa Pig tenía también algo que ver con su pregunta. "Estoy cansadiiiisima" suelta Maite nada mas arrancar mirando de reojo la cama del fondo, en su afán de explorarlo todo en el menor tiempo posible.

Conducimos hoy por fin hasta Marfa, población convertida en "oasis de artistas", desde que su precursor, Donald Judd, dejara New York para instalarse aquí, adquirir una base militar y comenzar a potenciar el arte, a partir de una obra basada en unos inmensos bloques de hormigón en mitad del desierto, que se visita desde el museo Chinatti. Para vosotras ha sido una soleada mañana persiguiendo a un escurridizo conejito por el campo. Y no es que no apreciéis el arte, solo me recuerda a cuando dos personas van a la misma reunión y ven cosas distintas.

Paramos en el Observatorio Fort Davis, uno de los cinco mas grandes del mundo, para decepción para la pelirroja que nos precede en la cola quien, con sonrisa forzada y labios alterados, le pregunta a la viejecita del lugar su posición en el ranking.

.- Ah pues yo había oído que era de los tres primeros,- como perdiendo interés en su hazaña de haber llegado hasta aquí.

Queriamos haber llegado la noche anterior al avistamiento diario de planetas que se produce tras la puesta de sol, pero eso fue antes de que mi letrero de neón me reclamase.

Y llegamos por fin a nuestro primer gran destino del viaje: Carlsbad Caverns National Park. 100 espectaculares cavernas en mitad el desierto Chihuahua. Aunque la mayoria de los visitantes lo hacen a la inversa, nos recomiendan bajar en ascensor y una vez visitadas las cuevas acceder de nuevo a la superficie caminando, y así evitar la cola de cuatro horas que hemos visto hoy. Serán 2 km de subida que las peques culminan con orgullo y actitud, apreciando una maravilla geológica para la que no hace falta ni despertar la imaginación: carteles en los que se mencionan colas de león, bocas de ballena y palomitas, todas formas sugeridas entre las rocas, que entretienen a las mentes más racionales. Sólo una estalagmita con clara forma de pecho descansa tímida en una curva, sin un cartel que le reconozca su nombre, aunque eso sí, recibe la luz directa de un foco y consigue levantar la picardía light made in USA.

Descubrimos el excelente Júnior Ranger Program, basado en unas actividades educativas que los niños tienen que completar en los parques y monumentos nacionales, para recibir una placa de Ranger que, tal y como aprecia Julia es más grande y más brillante que la que lleva la propia Ranger que lo lidera. Bonita manera de involucraros en el periplo de parques nacionales que nos espera, con la motivación de llenar vuestra mochila de Trolls con placas de honor. Una vez completadas las actividades, el acto de entrega es como todo lo que sucede, tan en grande, que no podemos evitar emocionarnos. Mano en alto, espalda recta, posicion de jura:

.- I, Maiteder/Julia am proud to be a National Park Service Júnior Ranger and I promise to explore, learn about and protect my national parks and the natural world around me.

Teniais razón, aquella placa brillaba mas que todos los quilates de oro del mundo en vuestros ojos.

Llevamos dos dias sin electricidad y una compra a cuestas en una nevera que no enfría, así que va siendo hora de buscar un RV Park y recargar pilas en el sentido mas estricto del término. Encontramos el Carslbad Koa, ya pasando la ciudad, siguiendo nuestro camino hacia el norte. Un camping que nos sorprende tranquilo, familiar, con caravanas expertas.

.- Your first time right? - me espeta mi vecino de parcela inspirado en el cartel gigante de "RV rental" que reza en nuestra caravana. Nosotros vivimos en la nuestra y viajamos por el país. Hemos trabajado muy duro para llegar a esto, - afirma sobrio, con esa mentalidad de este país en el que el disfrute real solo empieza con la jubilación, esa etapa de la vida en la que por fin tienes vacaciones y puedes gastarte el dinero que te queda. Eso sí, después del agujero sin fondo de la universidad de tus hijos, y con lo que hayas podido ahorrar para afrontar alguna enfermedad imprevisible. Un país magnífico en oportunidades profesionales y educativas, como la que nos brinda hoya nuestra familia, pero en el que no querría hacerme viejecita.

En el "ice cream social" de la noche sois las únicas niñas. Una señora con acento indescifrable ha preparado un evento pensando de decenas de niños revoloteando alrededor de sus helados. Ante tanta soledad, se desvive por sus únicas fans. Os recibe con kilos de gummy bears, sprinkles de ocho formas y colores distintos, siropes de sabores que ni conocíais, y os empuja entre gracia, insistencia e intensidad a recrearos en el exceso. Vosotras que habéis comenzado tan prudentes eligiendo cuatro gominolas cada una, felices con vuestra selección delicada, acabáis sorteando una lluvia torrencial de dulce edulcorado que se apelmaza sobre vuestro helado, mientras esquiváis la nata montada que os cae directa a la boca al más puro estilo "desfase a la Americana". Maite se deja, aunque empieza a violentarse. Julia vuelve la espalda. ¡No me gusta! Dilo hija dilo fuerte!

La situación me ha empezado a resultar algo violenta hace un rato, nada grave en una señora que solo intenta hacer felices a dos niñas con sus chucherías como arma, pero nos da pie para hablar de cómo poner límites cuando, algo que parece que nos gusta, de repente deja de hacerlo. Me vengo arriba con uno de mis discursos maternos, que os cae como plomo a esas horas de la noche entre tanta azúcar de colores. Así que huís corriendo a acercaros al telescopio que ha traído esta noche un anciano del lugar para avistar a Júpiter. Entre Jupiter y los rollos de mi madre, no hay color.



Día 3 Domingo. Carlsbad - Santa Fe, NM 400 km

Tomamos carretera a Santa Fe sobre una infinita linea recta trazada en la llanura, entre rancheras que suenan en la radio, añorando las tierras mexicanas. Buscamos en el infinito algún ovni de los que dicen las leyendas se ven en este lugar del mundo, y nos conformamos con una simpática foto al borde de la carretera con unas figuras gigantes y coloridas, recreando un encuentro entre campesinos y marcianos en los años 50. Julia se obstina con los correcaminos que todavía no ha conseguido ver, entre la información que ha recabado del estado que había elegido para ella, entre los que vamos a visitas. Roadrunner, New Mexico state bird.

.- Por favor, si véis uno me despertais, ¿vale? - insistía cada vez antes de echar una pequeña cabezada.

Llegando a Santa Fe empieza a cambiar el paisaje y asoman las montañas, sobre las que descansa esta pequeña ciudad de adobe. La primera capital de Estados Unidos huele a historia de la de verdad. En la entrada a Catedral de San Francisco de Asís, ya cerrada al público, hay un laberinto en el suelo para reto de los más pequeños. Otros tres niños se entremezclan con vosotras y acabáis compartiendo estrategia. El padre observa una mochila que llevamos donde se lee "Austin Tee", lo que da pie a una conversación que acaba en una cena espontáneamente compartida. Son vecinos de nuestro nuevo barrio - nos mudaremos al finalizar el viaje - ¡bien! y parece que coincidiréis en unas clases de gimnasia con Harper y Evelyn, sus dos gemelitas de cinco años. Small world.

De salida de Santa Fe, visitamos el Meow Wolf, una casa encantada en la que encontramos pasadizos secretos desde el frigorífico, la chimenea o el armario de la ropa, que nos llevan por senderos mágicos a tocar un piano de hielo, o contar secretos en la casita de un árbol.

Decidimos buscar un lugar tranquilo para dormir carretera de Taos. Mirando en el mapa, veo 4 o 5 pueblos distintos. Mira, ¡"Española"! Nos pilla de camino. ¿Te hace?

Julia, desde el asiento trasero:.- ¿Cuánto falta para llegar? Y en minutos?

Inspirados por nuestro gentilicio o por la aceituna como ninguna, quien sabe, nos dirigimos a Española ya de noche. Buscando información para ver donde quedarnos, leo para mi desánimo: "Española, el pueblo más peligroso de Nuevo México, aquí tienes una posibilidad sobre 9 de que te asalten". ¿Perdón? Es broma, ¿no? El siguiente destino sería por carretera de montaña y no queremos aventurarnos ya a estas horas, así que echamos mano de nuestra mochila de recursos last minute para recordar que Penn en la oficina le dio una pista a Papa antes de salir: si algún dia os quedais tirados, los Walmart son RV friendly y puede ser el sitio para pasar la noche.

Así que aquí acabaremos, en el Walmart de la Española, como si ya todos los Walmart no cobraran ya tono surrealista a partir de las 10 de la noche. Dormimos en un parking desangelado, con medio ojo avizor, al son de un Reggeaton improvisado por nuestros vecinos, y comienzo a echar de menos hasta mis luces de neón de Alpine.



Día 4 Lunes. Española, NM - Pagosa Springs, CO 200 km Great Sand Dunes.

Con el primer rayo de luz, Papá coge el volante y nosotras, todavía adormiladas, nos dejamos llevar. Desayunamos frente a las montañas Sangre de Cristo de camino a Taos. Esta población alberga, además de la estación de esquí más cercana a Austin, una zona Antigua con casas de adobe casi abandonadas, que se nutre de turistas a 16 dólares la entrada, presidida por una señora con cara de pocos amigos. Da gusto encontrarse en Estados Unidos con escenas que huelen a pasado. Me transporto a los pueblos de las montañas de Tanzania que visité con Ana, dejandome mecer por las conversaciones en Suahili con cada paisana en la puerta de sus casas.

Cruzamos la frontera con Colorado, para llegar a nuestro segundo parque nacional entre los 59 que existen en este país. Great Sand Dunes. Hacéis el camino emocionadas pensando en vuestra placa de Rangers. Siempre que tomamos carretera buscamos algo para motivaros sobre el destino que nos espera, sea un animal que esperamos ver, una montaña de algún color, o hasta un helado como último recurso si no hubiera nada tangible para vosotras. En este caso, el llegar a un nuevo parque nacional se hace fácil y más tangible que nunca.

El camino empieza a ser una experiencia en sí misma, entre juegos, masajes en los pies y confidencias, siestas espontáneas mecidas por los movimientos de la carretera, música a merced de la radio local, visitas al baño y fotografias en movimiento. Le empezamos a coger gusto a esto de estar los cuatro en nuestro metrito cuadrado, vayamos donde vayamos, y cada vez nos urge menos bajarnos a tomar el aire.

Las Great Sand Dunes son simplemente espectaculares. Un paisaje de inmenso desierto de arena haciéndose espacio entre montañas verdes. Papá avista la cima y se propone llegar, y vosotras os venís arriba:

.- ¡Pues claro que vamos a subir hasta la última duna!

Yo veo las nubes negras y el viento que remueve la arena y se ensaña con nuestros ojos y nuestras piernas. Llevamos una hora caminando y todavía estamos bien lejos de esa cima. Mamá corta-rollos. Quizás por eso Papá no tiene límites y despliega sus ideas de bombero, porque ya estaré yo para aplacarlas. Si un día yo no estoy, sé que se llevará un cachito de cabeza.

Un encuentro con una pareja de malagueños veteranos, él un artista que vivió muchos años en Chicago, deja a Julia lejos de nosotros, asustada por el dolor de la arena en sus ojos. El viento no nos deja oir sus gritos. Maite se vuelca en su rol de hermana mayor e intenta ayudarle calmándole: "Quédate quieta hasta que lleguen, no pasa nada Julia". Pero Julia solo oye su propio llanto desesperado.

A lo lejos nosotros únicamente apreciamos una imagen bellísima de dos niñas envueltas en un mar de arena retando a la naturaleza. Solo cuando me acerco para retratar el momento, oigo los gritos desconsolados de la pobre. Nada mas que un pequeño susto pero suficiente para darnos cuenta que no vamos equipados para subir a la cima y no sería una buena idea. Nos marcamos un objetivo mas realista y disfrutamos como enanos tiraándonos a lo loco por las dunas vírgenes con cada nuevo golpe de viento. Vosotras con vuestro padre bombero, a quien preferís siempre cuando tocan locuras, y yo a pie de duna retratando instantes para el futuro. Vivo el momento más especial desde que salimos de casa hace cuatro días..

Últimamente pienso mucho en como formaréis los recuerdos el día de mañana. Ayer os preguntaba si creeis que recordaréis todo esto cuando seáis mayores. Os acabo de confesar por primera vez que os estoy preparando un regalito en modo de relato de viaje para, cuando pasen los años, seáis capaces de apreciar lo que vivimos juntos cuando teníais 3, 5 u 8 años. Para que nos conozcais un poco mejor si algún día no tenemos la oportunidad de contaroslo de nuevo. O para no olvidarlo nosotros. Ahora Maite me da un poco mas de espacio cuando me ve escribiendo en el teléfono desde el asiento de copiloto de la caravana:

.-Julia, no le interrumpas a Mami que está escribiendo para nosotras para cuando seamos mayores.

Una tormenta nos sorprende en los últimos diez minutos antes de llegar a la caravana y no puedo dejar de pensar en las personas que hemos visto hace un instante en la cima a lo lejos. Papá, optimisita y aventurero, reflexiona: ¡Pues nos habríamos acordado de ésta! Yo prefiero estar al abrigo en el Visitor Centre, jurando respeto a la naturaleza y recibiendo la recompensa dorada por la hazaña de hoy.

Intentamos acampar en el parque pero hay que hacerlo en una zona acotada y ya no hay sitio. Vemos tiendas bajo la lluvia y campers resignados refugiándose donde pueden. Nos sentimos protegidos en nuestra casa a cuestas. Aquí dentro los cuatro, todo está bien. Por primera vez un vehículo toma el sentido profundo del concepto de familia, de intimidad, de refugio.

Decidimos salir del parquet ya avanzada la tarde, para llegar a Pagosa Springs, un pueblecito de aguas termales al borde del río. Encontramos el Rosie's y su "best pizza in town". Porciones gigantescas que hacen la delicia de Maite y un buen momento de descanso y confort. Teníamos hambre y mucho cansancio. El pasar muchas horas en el coche y picoteando sin fuste, y reservarnos para "la" comida del día nos hace apreciar mejor ese momento.

Siempre que viajamos reflexiono sobre la abundancia de nuestro día a día, cuando a veces comemos con ganas, sin más, y porque toca la hora. Aquí la sensación de placer al sentarnos agotados por fin en una mesa cobra un sentido distinto. Comparto mi apreciación con vosotras, pero creo que la porción gigante de pizza que reposa en el plato de Maite - the biggest slice ever mommy! - tiene mas interés que mi cargado discurso.

Todavía no lo he hemos cogido el punto a donde pasar la noche rodeados de naturaleza sin necesariamente buscar un camping. Parece que está permitido en los bosques nacionales pero aún no se han cruzado los astros. Encontrar un hotel de esos de mil estrellas, con las mejores vistas desde nuestra caravana, se está empezando a convertir en mi pequeño objetivo para el viaje. Porque esta noche acabaremos en el mismo parking del Rosie, aunque estamos en un pueblo tranquilo y por fin descansamos en paz y a oscuras. Lo siento, mi luz de neón.



Día 5 Martes. Pagosa Springs, NM - Black Canyon of the Gunnisson, CO 300 km

No ha amanecido y ya siento el traqueteo del coche desde mi litera. Papá tiene un objetivo al volante, y es llegar a Durango a tiempo para tomar el tren a vapor de las 9 de la mañana hacia Silverton. Un viaje en el tiempo de tres horas y media, entre pinos, cascadas, río y maquinistas con aires de época.

Llegamos a las 7:40 y pienso ilusa: qué bien, con tiempo de desayunar y vestirnos tranquilamente antes de partir. Pero Papá revisa su objetivo y corre a la taquilla a comprar billetes para el tren de las 8.

.- Vamos Julia, ¡vístete corriendo que sale el tren!

Hemos quedado la víspera que Julia y Papá irán en tren y Maite y yo en la autocaravana, para encontrarnos en Silverston y seguir juntos nuestro viaje. Pero la escena en esta pequeña estación victoriana es demasiado atractiva para Maite, que decide unirse a los viajeros. Momento de crisis.

.- ¡Por qué tenemos que correr siempre! ¡Llevo 3 días sin ducharme!

Acabo sacando al vuelo lo imprescindible de un armario de la caravana para que salgáis corriendo, con la coleta despeinada, pero la emoción en su sitio. De repente se hace el silencio. Me he quedado sola, hasta el arcoiris del wifi que iba conectado al móvil de Papá (la historia de un verano sin datos me persigue) asoma un punto de exclamación, como rezando: Señora, ¡perdió Ud su conexión! Y me pongo a pensar en esta caravana vacía y sobria. Que si no fuera por nuestro particular "correcaminos" al volante, nunca haríamos ni la mitad de cosas que nos proponemos. A veces me gustaría parar y respirar, pero reconozco que siempre vuelvo a casa con sensación de plenitud. Gracias Roadrunner por regalarme intensidad, por si la vida es corta.

Tardo en reaccionar, y sólo consigo salir de la caravana con el pitido del tren de vapor que anuncia su salida. Corro como si fuera mi ultima oportunidad de despedida, y aunque veré a mi clan en apenas tres horas y media, la escena colonial de la estación y el vapor del tren alejándose me saben a ocasión perdida.

Recorro por carretera lo que harán ellos por las vías de tren, entre estaciones de esquí en su faceta veraniega. Los bosques de pinos en la montaña me abren paso, hasta llegar a Silverton, un pueblo pintoresco y colorido en la falda de una montaña. Me quedan 50 minutos hasta que llegue el tren, así que aprovecho para disfrutar de un momento mío, de esos que saben a gloria, con un café en el Coffee Bear, para enganchar mis artilugios a la red y conectarme con el mundo, como la primera de las necesidades.

La llegada a la estación sabe a reencuentro, a emoción, a historias que contar, a almas refrescadas con la distancia.

.- Mami ¡me he tomado un chocolate caliente! ¡Y palomitas! ¡Y el camino estaba lleno de cascadas!

.- Y el carbón picaba en los ojos. Me dieron estas gafas. Te las regalo mamá, - me dirá Maite orgullosa más tarde cuando casualmente rompo las mías.

La energía nos transporta al Black Canyon of the Gunnisson. ¿Otro parque nacional? ¡Bieeen!

Julia, acotando: ¿Cuanto falta para llegar? ¿Y en minutos?

Espectacular cañón, casi tan profundo como el Gran Cañón del Colorado y mucho más estrecho, de ahí su nombre de tintes oscuros. con millones de perspectivas desde los distintos outlooks. Hay 11 entradas distintas para asomarnos al cañón, elegimos una cada uno para personalizar cada exploración. El painted wall, el dragón, y finalmente una ruta a pie con vistas que quitan el aliento, en la que una vez más nos salvamos de una tormenta por los pelos. Hoy Julia se tiene que ganar su placa de Ranger contando las personas, plantas y animales que nos encontramos por el camino. En cada momento de flojera en el que las piernas hacen mella, siempre acabamos distrayéndonos sumando 13 más 2,o 34 más 1.

Ya por la noche, nos animamos a cocinar una paella en el bosque, que me recuerda a aquella que hicimos hace años en Alaska a la una de la mañana a plena luz del día en Junio. Tenemos pocos ingredientes, pero aquí, en mitad de la nada, nos sabe a Levante puro. Esta tarde con el Ranger inspirado hemos prometido a mano alzada respetar la naturaleza, pero también lavarnos los dientes y leer más libros. Por la noche, Julia se lo toma a pecho, y agarrando su linterna, se atreve con "Pete's big lunch", un cuento que hasta ahora nunca había leído ella sola. Palabra de Ranger.



Día 6 Miércoles. Cimarron, CO - Vernal, UT 350 km

Hoy tenemos como objetivo llegar a Dinosaur, pero nos tomamos una mañana de relax al borde del río para disfrutar por fin del entorno en el que hemos dormido, en el camping de Cimarrón. Tranquilos, protegidos por imponentes montañas, sin electricidad de nuevo, pero para eso ya tenemos el resto de nuestras vidas.

De camino a nuestro siguiente destino paramos en Pallisades, una zona de bodegas, en la que recobramos fuerzas en una brewery cachonda de tipos duros y tatuados, intercambiando conversaciones en la barra a cámara lenta. Cargamos pila y wifi para cerrar los mil y un flecos de un proyecto por entregar, una mudanza en remoto y una matrícula en un nuevo colegio que comienza el día que regresamos. Nuestra vida a cámara rápida. Siempre. Y sigo sin saber porqué, pero algo de culpa creo que tenemos.

A veces me imagino una vida sin prisa, pero se me pasa rapidito.

Cae el sol a plomo hasta que, de un codazo y sin avisar, nos sorprende una tormenta de granizo entre las montañas camino a Dinosaur. Nos vemos presos de un cielo negro, pasto verde, y una infinita línea amarilla que separa una carretera desértica. Me acobardo al volante, yo solo quiero agazaparme y cerrar los ojos hasta que huya el monstruo, pero Papá me anima a encararnos con él y atravesar la tormenta. Media hora y muchos sudores después, el cielo se abre tan rápido como huyó. Respiro hondo. Contenta de haberme enfrentado al villano.

Y Julia: ¿cuanto falta para llegar? Y en minutos?

Llegamos a Dinosaur cinco minutos antes de que cierren el Visitor Center, donde dos ancianas reviven los ánimos de la peques con un nuevo cuaderno de actividades, en esta ocasión sobre el monumento de los dinosaurios. Nos establecemos en Vernal, en el camping KOA, el más civilizado de todos, y aun así familiar y tranquilo. Hoy nos merecemos una buena ducha caliente, y hasta una peli, la que avista Maite a través de la ventana de la caravana del vecino, antes de plantarse sin pudor a su orilla, con su silla de camping y su manta. A mi me da un poco de apuro, pero a Maite le falta el refresco y las palomitas. Tú siempre con actitud, hija mía.



Día 7 Jueves. Dinosaur Monument, CO - Colter Bay Village, Grand Teton, WY 500 km.

Papa había planeado desviarnos hasta Dinosaur - Papá cuando lee y lee en el sofá de casa, es que está planeando todas las rutas. Qué suerte la nuestra. Sabíamos que era un lugar donde se habían descubierto huesos de dinosaurio pero no esperábamos encontrarnos mucho más que un parque temático y un mini-museo.

La piel de gallina. Una pared de 15 metros de altura con trazos de dinosaurio fosilizados en la cantera, tal y como se encontraron a partir de 1906. Imponentes huesos de uno y dos metros y hasta algunas preciadas calaveras asoman incrustadas en la roca, con aire de recién descubiertas. Muchas de las las miles que fueron encontradas en su día han sido repartidas por museos de Estados Unidos, de hecho el dinosaurio gigante que preside la entrada del museo de historia natural de DC que conocemos, está hecho de piezas encontradas aquí pero, tan perfecto allí, toma un aire artificial. Verlo aquí en la roca nos emociona. Es la primera vez en mi vida que siento los dinosaurios como algo real y tangible.

A la salida charlamos con un grupo de moteros de Oklahoma que exhiben sus flamantes Harley Davidson. Les pido una foto con las niñas y me ofrecen darles un paseo. Maite y Julia lo aceptan emocionadas, sin entender seguramente muy bien donde está el glamour del momento, tan claro a nuestros ojos.

.- "Thank you, you just made our day", me sincero con uno de los moteros.

.- "Well YOU made my day", me suelta tierno a pesar de su aspecto matón. "Tengo un niño de 18 meses en casa "and I miss him like hell".

Igual lo de los Ángeles del infierno viene realmente de la añoranza.

Largo trayecto final de 5 horas hasta Grand Teton National Park a las puertas de Yellowstone. En la caravana se construyen puzzles, se practican piruetas en la cama, y se aclama cada curva. Y Julia, como no, pregunta:

.- ¿Cuanto falta para llegar? Y en minutos?

Papá intenta poner orden a la información sobre la zona, que nos desborda a la llegada. Intentamos buscar un sitio para acampar, pero leemos un cartel que advierte que la acampada libre no está permitida en verano, y los campings del parque están ya llenos a esta hora de la tarde. O se reserva en enero, o se consigue un sitio el mismo día sobre la marcha hasta que se llene el camping, los más populares a las 9 de la mañana, los más grandes, como el Gross Ventre, sobre las 2 o 3 de la tarde. Nada, no hay suerte. Acabamos en Jackson, la población base para explorer Grand Teton, en otro Kamping of America, a precio de oro en una zona ya a rebosar de turismo.

Ha sido un día de mucha carretera, en el que apreciamos especialmente encontrar un pequeño oasis, de nombre Calico, para nuestra cena, con platos cuidados, un buen vino y una esplanade verde gigante llena de pelotas y frisbies para deleite de los enanos. Ya en la mesa, se me ocurre compartir lo feliz que estoy de tomarme un vino a gusto en un lugar en que os explayéis a lo loco.

.- Pues no me parece tan buena idea, - me suelta Julia para mi sorpresa. A mí me gustan más los sitios tranquilitos. Qué manía la mia de trasladaros expectativas que no tenéis.

Mientras apuráis la tecnica de freesbee, hablamos del respeto a las cosas ajenas, en un país en que los juguetes del parque son de todos, se cuidan y nadie se los lleva, y donde puedes tener muebles a la puerta de tu casa, accesibles a cualquier transeúnte, pero que nadie toca porque se entiende son parte de tu intimidad.

Grand Teton, bautizado por unos franceses por las formas de sus montañas, nos recibe con dos alces y un oso negro, el rey del parque. Con su piel brillando al sol, mira indiferente a los que nos hemos parado en la carretera de acceso al verle. Así, ¿tan fácil? ¿En los primeros 5 minutos de llegada al parque? Os entusiasmáis por un segundo, pero creo que todavía pensáis que esto puede ser tan previsible como un zoo. Veníamos a ver osos, pues ya, ¿no? Al ritmo que nos lleva Roadrunner, ¿podemos ir ya al siguiente destino? Solo tomaréis consciencia de que el encuentro ha sido excepcional cuando en el Ranger talk del día siguiente, preguntaran a los niños quién ha visto un oso en su estancia y sois las únicas que levantan la mano.



Día 8 Viernes: Grand Teton National park

Hoy no hacemos más kilometros que los de subida y bajada por el parque, y ya me voy acostumbrando a oir entre sueños el runrún del motor antes del amanecer. Abro un ojo para apreciar la salida del sol desde la carretera a través de la ventanuca de mi cama. Papá nos quiere regular el mejor momento del día para ver animales, y solo nos despertará cuando aviste algo interesante, pero hoy no tendremos la suerte de anoche.

Elige Leigh Creek con base en Jenny Lake como primer pateo mañanero después de nuestro ritual desayuno. Somos los primeros en hacer el camino, y un cartel que advierte sobre cómo afrontar un encuentro con un oso nos pone en alerta. Sabemos que hay que hacer ruido para no coger al oso desprevenido. Agotamos el repertorio de canciones al borde del lago, mientras Maite avista dos alces en la otra orilla. Empezáis a tomarle el gusto a buscar animales y celebrar cada encuentro, apreciando esta maravilla de naturaleza.

Según nos adentramos en el camino y seguimos solos, el silencio se hace más espeso. Maite confiesa tener miedo y querer volver. Yo me callo y le animo, aunque no tengo muy claro como reaccionaría si me encontrara con un oso. Me imagino que os protegería como él protegería a sus cachorros y su comida, único motivo por el que podría atacarnos.

Avanza la mañana y nos empezamos a encontrar ya con otros grupos, la mayoría con cascabeles o spray para osos, pero caminando con tranquilidad, lo que nos ayuda a nornalizar nuestra expedición. Nos cruzamos con un grupo a caballo y una familia pertechada para acampar en el backcountry. Un matrimonio británico nos pregunta si "lo hemos visto". A ellos les ha sorprendido un oso en el camino y han retrocedido sigilosamente hasta perderlo de vista. Empezaba a dudar si era todo parte de un montaje a la americana.

Noa animamos a coger unos kayaks en el lago Jackson, ya que le habéis cogido el gusto a remar en aguas tranquilas en nuestra querida Austin.

.- Es que los que saben remar son Papá y Maite, evalúa Julia mientras escoge el kayak de su padre para equilibrar fuerzas.

Bueno hija, nosotras también hacemos lo nuestro. Decía un Lord ingles que hay que hablar bien de uno mismo, porque la gente recordará lo que dicen de ti, no quien lo ha dicho. Pues eso.

Disfrutamos de una tarde de belleza y tranquilidad remando en el lago, entre majestuosos pinos que presiden las montañas tetonas, perfiladas a lo lejos. La imponente vista nos acompañará también en la cena en el Jackson Lake lodge, éste, un lugar "tranquilito" en honor a Julia. Conocemos allí a dos sevillanos estudiantes de Ingeniería, sacando partido a su verano con esta experiencia de trabajo en hostelería en el lodge, orgullosos de sus crecientes responsabilidades verano a verano, a través del programa "WorkUs".

.- Sois unos valientes, claro que sí.

.- Bueno, hay que hacer un primer desembolso inicial, porque pagas tu billete y a la agencia, que te gestiona el visado J1. Pero en el primer mes lo recuperas. Además con el calor que hace en Sevilla en verano, y siempre lo mismo...

Y ya Papá les va tirando de la lengua.

.- Y además aquí nos lo pasamos pipa, vivimos todos juntos en el lodge, yo aquí soltero y lo de ser español vende mucho, confiesa con sonrisa picarona.

El tirón de la marca España en el aceite de oliva, el jamón de jabugo y los amores de verano.



Día 9 Sábado: Yellowstone South Loop

Hoy ha sido día de geiseres de colores, cascadas de las sutiles y las furiosas, alces y bisontes a doquier, como si fueran prados de vacas. Diría que hoy tampoco hemos hecho kilómetros, pero han sido 300 en total recorriendo el loop sur del parque. Papá ha elegido algunas caminatas dentro de un plan ambicioso, entre ellas una excursión de 6 km con desnivel que ha dejado para la tarde, cuando os empiezan a fallar ya las piernas y os refugiais en vuestra construcción de legos en cada trayecto en caravana entre sendero y sendero. Quizás el que no hemos comido de fuste, que decía mi madre, en todo el día, tiene algo que ver con vuestro cansancio. Las mandarinas y cacahuetes van bien como aperitivo, pero a las 7 de la tarde, el cuerpo empieza a pedir algo serio.

.- Bueno, mujer, tampoco es para tanto, ya comeremos, oigo desde el volante.

Yellowstone alberga la mitad de los geyseres del mundo, aunque los más espectaculares de visitar pierden algo de encanto entre tanta gente. Me preguntáis como se forman, y aunque nos lo explicaron bien en Islandia hace no mucho tiempo, sigo sin ser capaz de relatar una explicación técnica en condiciones. Maite, empiezas a estar en esa edad en la que no tengo respuesta para muchas de tus preguntas, algunas ya complejas. Sonrío a la vida, al paso a las nuevas generaciones y a la inevitabilidad de hacerme viejecita y dejarme llevar por vosotras.

Una caminata hasta las Mystic Falls nos permite alejarnos de las masas, en estrechos senderos entre pinos. Cuando parece que no podéis más, siempre hay un juego de quién pilla a quién, un susto detrás de un árbol, una letra trazada en la grava con la punta de una piedra, o un cuento inspirado en los animales del bosque, que consigue devolveros sutilmente la energía.

Cuando por fin, cayendo la noche, retomáis fuerzas después de la comida del día en la caravana, os venís completamente arriba y pedís a gritos más caminatas, ya con actitud de exceso, como si reclamarais la más excentrica de las fiestas. Papá me mira de reojo como diciendo, ¿ves como podían? Soltamos adrenalina con la bajada a las Brink of the Upper Falls, y sobre todo esquivando los bisontes que nos sorprenden al borde de la carretera y hasta detrás de nuestra caravana aparcada. De lejos los confundimos con señores corpulentos con una capa negra, y descubrimos que tienen unos andares parecidos a un hombre perezoso pero constante.

Nos cae la noche entre animales, de regreso al camping en el que dormiremos, y que hemos conseguido reservar a las siete de esta mañana, antes de marcharnos a comenzar nuestra expedición. Las diez de la noche es la hora tope de regreso, para evitar ruidos y respetar el descanso de todos. Papá ha apurado satisfecho hasta el último minuto y se duerme con la sensación del trabajo cumplido. Sí, el día ha tenido tintes de ginkana, pero ya le hemos tomado el gustillo.



Día 10 Domingo: Yellowstone North Loop.

Creo que lo que le hace feliz a Papá son las posibilidades de optimizar el tiempo con la caravana. En otros viajes de carretera, hay que esperar a que todo el mundo se desperece, se prepare y desayune, antes de montar en el coche. Esta vez puede sentarse al volante desde las seis de la mañana mientras dormimos, nos lavamos los dientes o acabáis de montar el último lego de Shopkins. Mientras podamos avanzar kilómetros, todo está bien.

Hoy hemos elegido el camino que sube al Lost Lake hasta llegar al árbol petrificado. Caminar solos en el bosque con la tensión de poder encontrarte con un oso le añade siempre emoción a la aventura y supone la mejor excusa para cantar y dar palmas por el camino.

Por la tarde nos bañaremos en las Hot Springs del río Gardner, donde confluye el agua helada del río con el agua hirviendo de las Mammoth Hot Springs. El camino hasta allí será para mí lo mas agradable de la excursión ya que, además de parecer una playa de Levante en verano, no encontramos manera de disfrutar de agua tibia entre los ramalazos de hervor y hielo, agarrados con tensión a las piedras en un río bajando con fuerza. A nuestra salida resignados, vemos a una familia francesa entrar con dos bebés con flotador. A donde iréis, almas de cántaro.

Para nuestra última jura como Júnior Rangers, nos animamos Papá y yo a petición vuestra, a completar el programa con vosotras. Así llevamos dos días haciendo deberes sobre la fauna y flora del lugar, a página del libro por año cumplido. Julia 5, Maite 7 y Papá y yo... el libro entero. - Tras la ceremonia en la que observáis orgullosas nuestras promesas, comienza nuestro punto de descompresión en el viaje.

Llevo muchos años viajando con vuestro padre y viviéndolo de manera similar. Con prisa por llegar, hacer, ver y alcanzar. Y una vez tachada la lista interminable de objetivos, comienza a hacer el mella el cansancio y hasta asoman tintes de culpa por habernos llevado a ese ritmo. Toca ya soltar el pie del acelerador, descansar, disfrutar y apreciar las pequeñas cosas. Confieso que es mi momento favorito de todo viaje, y que también lo es por todo lo que hemos conseguido hacer y ver a ritmo de concurso de aventura televisiva. Que no nos falte nunca.

Llegamos de vuelta al camping todavía de día para dar un último paseo hasta su anfiteatro, un espacio con 20 bancos de madera y una pantalla blanca rústica entre pinos, donde parece que se organizan charlas algunas noches. Hoy en principio no hay nada previsto. Cuando nos sentamos un segundo a disfrutar de tan particular escena en mitad de la naturaleza, aparece un grupo de personas variopinto con libros y papeles. Asumen que estamos allí esperándoles. Qué suerte la nuestra, pienso, alguna charla no agendada en el programa. Entablan una animada conversación con nosotros, hasta que aparece un veinteañero rubio, espigado, con gesto tímido.

.- Gracias por estar aquí con nostros esta tarde y acudir a la llamada del señor. Somos un grupo cristiano que da misas en los parques naturales de Estados Unidos.

.- Qué suerte la nuestra, pienso de nuevo.

Así que aquí estamos, en mitad de Yellowstone, entre osos, bisontes, geiseres y pinos, hablando del pecado y cantando al señor. Yo que no soy especialmente devota, intento siempre transformar los mensajes de Dios hacia uno mismo, y creo que en el fondo hablamos de cosas parecidas. Ser honesto con Dios, que es la reflexión de esta tarde, al final se traduce en ser honesto con uno mismo. Y hasta me animo a cantar como la mejor de las meditaciones. Julia descansa sobre mi regazo y mirando a la pantalla blanca detrás de nuestro orador, me susurra al oído.

.- Mami, pero ¿van a poner una peli o no?



Día 11 Lunes: Silver City, MT - Fort Collins, CO 1000 km

Nos despedimos de Yellowstone por el North East entrance a traves de Lamar, entre manadas de bisones nuevamente y hasta un oso grizzley a lo lejos en la montaña, que logra avistar emocionada la madre de una familia india de Washington DC a la que seguimos espontáneamente en nuestro safari matutino.

Tomamos la Toothbear Highway, descrita como una de las rutas escénicas mas bonitas de EEUU, ya fuera del parque. Reflexionamos que Yellowstone, de no ser por los animales y geyseres, es tan impresionante como cualquiera de los paisajes que hemos visto en nuestra ruta en Colorado o Wyoming. Y claro, mucho más masificado, salvo cuando te adentras en uno de los mil senderos, para reencontrarte con el silencio.

Y Julia, ya con sorna: Mami, Papi, ¿cuanto falta para llegar?

¿Y en minutos?

De camino hacia el sur, cruzamos reservas indias y cientos de ranchos acotados con vallas kilométricas. Pasamos por las Rocky Mountains, haciendo un alto en el camino en el Fire Rock Troll de Casper hasta llegar, 1000 km después, a pasar la noche al KOA de Fort Collins, con miles de actividades para vosotras y por fin el tan ansiado mini golf de Maite. Por la noche elegimos como lectura una emoción del libro "el emocionario", y me dices con seguridad:

.- Yo hoy elijo: "Asombro". De los kilometros que hemos hecho.

.- Vacilona.



Día 12 Martes. Fort Collins, CO - Dumas, TX 700 km

Dejamos el RV Park pensando en las vidas a cuestas desde nuestra discreta caravana de alquiler de 25 pies. La mayoría de americanos recorre el país con autobuses de lujo convertidos en segundas - o primeras - residencias, y remolcan un coche, un jeep wrangler en el caso de los más sibaritas, además de barcos, motocicletas, bicis y lo inimaginable. La versión de la España de los 80, viajando con la abuela y el canario, les queda aquí a la altura del betún.

Atravesamos un trafico de infierno alrededor de Denver, con una caravana ya pidiendo descanso sobre un viejo pavimento que hace retumbar los cajones de cubiertos, platos y vasos como un hombre-orquesta que ha perdido el compass.

Paramos en Colorado Springs en el Garden of the Gods State Park. Su Visitor Centre merece pues eso, una visita, aunque solo sea para trastear con reproducciones muy fieles de los animales que hemos avistado estos días. A diferencia de Yellowstone, los tipos de roca rojiza que se alzan imponentes en este parque. Tengo alguna historia de amor entre piedras rojizas que he debido de olvidar, porque me despierta siempre emociones dormidas.

Paramos en Walsenburg en los Spanish Peaks para reponer fuerzas en el restaurante del Plaza Inn. Unas cortinas viejas desde la calle no me convencen de la elección de Papá, pero cansados y hambrientos todos ya, me resigno y dejo de buscar más alternativas. Entramos en un salon tipo abuela de Telma y Louise, versión cristiana, con estanterías repletas de maneras para acercarte al señor. Me atrapa un mensaje enmarcado en el baño de señoras con "meditations for women who do too much". Me cuesta elegir entre una retahíla de ideas pero me llevo al bolsillo una de:

.- Knowing when to quit might be your greatest victory.

Me retumba mi obstinación por buscar siempre una parada mejor en el camino para almorzar, o querer dar ese paso más allá en cualquier tarea a la que me comprometa, solo sea por alimentar una conciencia tranquila de haberlo intentado TODO. Admiro a Papá que sabe bien cuándo decir basta. A veces le escucho y aprendo. Y olvido y aprendo de nuevo.

El sur de Colorado deja tintes de influencia española a través de nombres como Trinidad, Pueblo, las Ánimas, el Moro. Atravesamos fugazmente Nuevo México para entrar a Texas por Texline, un pueblo desolado que nos devuelve la nostalgia de regreso a casa.

Un arcoiris incipiente coquetea con una tormenta eléctrica a lo lejos. Julia busca el unicornio, ella que siempre busca unicornios detrás de los arcoiris. Nos dirigimos en línea recta hacia un cielo negro, como quien apunta a la carretera que lleva directa hasta la iglesia en los pueblos de España. Vuelve el villano en forma de aguacero y granizo. Nunca había visto estos cielos tan enfurecidos hasta llegar a vivir a Texas. Encontraremos al fin la calma de nuevo entre silos de trigo, y respiramos hondo.

Descansamos en Dumas, al norte de Amarillo, a donde llegáis con la ilusión de hacer acopio de vuestro material escolar para el curso inminente en vuestra nueva vida. Los crayola de colores disimulan el vértigo de lo que está por venir. Hay que tener carnet de mayor para angustiarse por el largo plazo. Suerte la vuestra.



Dia 13 Miércoles. Amarillo - Austin, TX 900 km

Esta mañana Papá se ha activado con la energía de la recta final y ni ha respetado al sol para que se levante primero. Nos quiere preparar un último desayuno en el Cañón de Palo Duro donde chafamos el amanecer a una pareja de tortolitos. De los de carne y hueso.

Y como queriendo el viaje cerrar un círculo:

.- Julia ven, ¡corre!, - susurra Papá a Julia.

.- ¿Qué pasa? Julia se asombra, acostumbrada a que Maite sea la primera aclamada cuando descubrimos algo nuevo.

.- ¡Un roadrunner!

Y así nos vemos, en nuestro desayuno en Palo Duro de regreso a casa, rodeados de una familia de correcaminos a nuestra vera, revoloteando con la misma gracia que aquel tierno personaje de dibujos animados. Julia se emociona y creo que, en el cuento de hadas que vive siempre en su mente, está convencida de que su historia con el correcaminos iba a tener un final feliz. Sí o sí.

.- ¿Nos lo llevamos a casa en la caravana?, le provoco.

Y empujando su corazon a su cabecita, me dice, consecuente:

.- No, porque los Rangers no hacen eso.

Nuestra ultima parada de viaje, en el Owl Drug de Coleman, sabe a despedida. Una vieja farmacia inspirada en los años 50 de Elvis, y que sirve hamburguesas con remango, nos invita a dejar un mensaje en sus paredes, entre los que honran a todas las Misses de Texas de todos los tiempos.

.- Poco hueco vas a encontrar ya ahí, - me dice la encargada, orgullosa de dar espacio a confesiones y grafittis de todos los rincones del planeta. Si quieres, han empezado ya a dejar mensajes también en la caldera de la cocina.

.- Buen fin de viaje. Troupe Bernabéu. 16 de Agosto 2017. Happy.

Yo digo que es fácil viajar con una cama, una mesa de juegos y una nevera a cuestas. Papá me recuerda que, aun así, sois unas campeonas. Despues de 7000 km en 14 días, seguís imbatibles en energía e ilusión.

Maite, nos encantan tus "Halaaaa", entre entusiasmados y aprendidos, cuando te pedimos que aprecies un paisaje o una nueva manada de bisontes. Cuando nadie te alcanza montaña arriba con tus piernas como robles, o cuando bailamos "Despacito" a todo volumen a través de una emisora de radio en Nuevo México, mientras Papá se lleva las manos a la cabeza.

Julia, pregunta, tú pregunta de nuevo cuantos minutos quedan, que por fin los podemos contar juntas. Cuenta unicornios, y correcaminos y montañeros en el sendero para conseguir tu placa de Ranger. Y sigue abrazandote a Papá como si no hubiera un mañana.



Y ya, a casi 150 millas de casa, tomamos ya la 183, la carretera que separa la vida que dejamos al salir de viaje, y la que comenzamos hoy. Quien me ha sufrido estos meses sabe bien que llegué en enero a una realidad con la que no me identifiqué, y que no he parado hasta conseguir dar el paso de mudarnos, por fin, más cerca del centro de Austin. Todavía con un futuro inmediato incierto pero con la satisfacción de haber tomado las riendas de lo que nos hace más felices.

Cuando os costaba entender porqué nos queríamos ir a otra casa, nada más aterrizar en una nueva vida y un nuevo colegio en mitad del curso, con el enorme esfuerzo que ya os había supuesto, lo hicimos tangible para vosotras hablando de árboles. En nuestra casa en un barrio perfecto de suburbio americano, los árboles crecían tan lentos en el jardín que me adormecían toda oportunidad futura.

Os pedí que me ayudarais a encontrar una casa con un árbol que me inspirase, y me enternecía ver cómo hicisteis de ello vuestro propio objetivo.

.- Mamá, un árbol como éste por ejemplo ¿te gustaría? me soltabais sin venir a cuento en cada paseo que hacíamos de la mano en los mil rincones de la ciudad.

Cosas de la vida, en la casa a la que hoy nos mudamos, un tronco de árbol atraviesa obstinado el techo de la cocina, para desplegar sus ramas al sol de Austin. Y sólo quiero llegar a casa con mi pequeña familia nómada, y abrazarme a él.


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