Decisiones


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North America » United States » Oregon » Portland
July 21st 2008
Published: July 23rd 2008
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¡Buenos días Madrid!
Después de una noche de indecisión, me he despertado en mi cama soñando que Joe (Joe es mi perro, por si alguien todavía no lo sabe) tenía una pelota por hocico…y es que cuando llegan los momentos de tomar decisiones se me hace un poco difícil, después de Portland y su maravillosa experiencia tenía básicamente dos opciones:

- La primera, seguir bajando hacia el sur por el estado de Oregón, pasar una o dos noches en Eugene y luego bajar a Klamath, que digamos que es una especie de medio poblado en el Redwood Nacional Park. La cosa pintaba bien, y el hostel prometía, aunque había demasiados inconvenientes: es una zona de difícil acceso, en el hostel no tenían sitio para mí, y mis pensamientos de alquilar un coche se tornaron ambiciosos en demasía cuando comprobé los precios (atención a la frase que acabo de contruir). ¡El presupuesto era de unos 400$ para 4 días!
- La segunda, mucho más lujuriosa, aunque irónicamente más económica era bajar directamente hacia San Francisco, lugar en el que debía estar como tarde el día 24 de Julio. El viaje en tren duraba más de un día (¿un día entero en un tren? ¿estamos locos?) y el precio no era mucho más barato que el avión.

Una vez tomada la decisión de que me quedaría un día más en Portland, tenía que hablar de nuevo con mi casera y preguntarla si podría quedarme allí una noche más. De hecho, mi idea era ofrecerle unas horas de trabajo a cambio, y eso fue lo que hicimos.

El único trabajo que me mandó fue que la hiciera un gazpacho y que preparara unos pan-tumaca´s Portland style, fácil, fácil.

Aunque después de hacerlo me dijo: bueno, hay otra cosa, pero si no quieres hacerla no importa, fue entonces cuando mi estupidez funcionó aparte de mi cerebro y dijo: sí, la haré, sin saber aún lo que era.
Pues bien, la tarea consistía en mover un montón de piedras que tenían en la acera a la parte de detrás de la casa...¡que drama! Enseguida me arrepentí de haber dicho que si. Y ahí estaba yo, cargando con una carretilla y preguntándome qué es lo que le había hecho España a Vietnam, porque por aquella época nosotros estábamos aún muy ocupados venerando a un enano bigotudo. En fin, después de una carretilla dije algo así como que creía preferir hacer otro gazpacho y ahí quedo la cosa.

Poco más, durante el día, disfrutar de comer todo lo que quisiera, disfrutar del porche y del jardín de mi casa y observar como las gallinas ponían huevos, ir al badulaque de Apu a comprar unas deliciosas cupcakes, ¡que bollitos! Tan esponjosos, esa cremosidad, ese ímpetu con el que irrumpen en el ránking de los mejores pastelitos, que preciosidad, que delicadeza, que delicia, que frescura, que crema, que bizcochito, que caprichosas siluetas describe el frosting a su antojo, es todo un placer!



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