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Published: March 30th 2009
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El 2 de Marzo es feriado en Libia. Como este año caía en lunes, prácticamente se podía hacer un fin de semana largo. Hasta último momento no teníamos planes, pero ante la insistencia de Mariela no hicimos una escapadita a
Malta Malta es un país que está en medio del Mediterráneo y está compuesto por 2 grandes islas: Malta y Gozo. Desde el 2004 es parte de la Unión Europea.
El vuelo desde Trípoli es bastante corto (menos de 1 hora) pero muy placentero. Volamos en
Air Malta, una aerolínea que presta un muy buen servicio. En el aeropuerto nos encontramos con otros amigos que también viajaban: los Perona y los Stelzer, con lo que el viaje se puso mejor aún. Ximena es compañerita de Pedro en el colegio y amiguita de Santino, lo que nos aseguró que los chicos también iban a disfrutar de la compañía.
El primer romance del viaje se produjo a mitad del vuelo. Cuando pasaron con el carrito sirviendo algo para beber pedí cerveza, y me dieron la típica cerveza de Malta: una
Cisk. Se pronuncia “CHISK” como un chasquido, y es una de las cervezas más ricas que he probado en mi vida.
Llegamos a Malta ya casi de noche y nos llevaron directamente al hotel. Fuimos al
Intercontinental del barrio St. Julians. Un hotel buenísimo y muy bien ubicado. Entre los servicios interesantes que tiene hay un gimnasio enorme, una guardería con juegos para los niños, piscina climatizada, sauna y un desayuno increíble. Frente al hotel hay un shopping, cines y bowling.
Como Malta fue colonia inglesa, hay algunas costumbres que todavía mantienen. Una de ella es que el volante de los autos está a la derecha. Eso no es un impedimento para la gente rayada como nosotros, así que alquilamos un
Hyundai Getz en
Sundrive por 30 euros al día.
Por las dudas el auto lo alquilamos con seguro contra todo riesgo. Es que realmente éramos medio peligrosos manejando en la derecha. Solo tuvimos 2 inconvenientes con el auto: el primero fue que el GPS no tenía los mapas de Malta, lo que nos causó pánico al principio (Norma nos abandonó!). Luego con los mapas en papel nos arreglamos. El segundo fue que llenamos el tanque de combustible. Me olvidé que estábamos en una islita, con lo que medio tanque era más que suficiente.
Richard y Juan Pablo
también alquilaron autos, así que anduvimos en patota. Primero fuimos de paseo a la Mdina, que es la antigua ciudad fortificada. Caminamos y sacamos fotos allí y luego tomamos un trencito que recorría la ciudad y contaba su historia. Terminada la vuelta en tren, fuimos a comer y a… tomar unas
Cisk!!!.
Tuvimos la oportunidad de recorrer La Valeta, que es la capital, y varias otras partes de la isla (en 2 horas se puede recorrer la isla entera de punta a punta). La isla es muy pintoresca, ya que se ven bien definidos los distintos pueblitos. En cada pueblito lo que más sobresale son las cúpulas y los campanarios de la iglesia principal. Incluso de noche están bien iluminados, lo que las hace más interesantes.
La iglesia que más nos gustó fue
el domo de Mosta. Este domo no solo posee la cuarta cúpula más grande de Europa y sino que tiene una historia muy particular: durante la Segunda Guerra Mundial fue alcanzada por 3 bombas. Dos de ellas rebotaron en la cúpula y no estallaron. La tercera atravesó la cúpula y cayó dentro, justo cuando había 200 personas reunidas rezando. Esta bomba también falló y no explotó, siendo este
un milagro.
Los chicos tuvieron sus momentos de diversión, pero eso viene luego.
Por la noche, una de las citas más interesantes fue en el
Hard Rock Café. Richard, Juan Pablo y yo pedimos
Cisk obviamente, y nos preguntaron si no queríamos la “promoción”. Como
Cisk y promoción son dos palabras que se llevan más que bien, automáticamente dijimos SIIIIIIII. Nos trajeron un dispenser enooorme con más de 5 litros de cerveza helada… un canto a la vida, una obra milagrosa, un objeto de culto!
En cuanto a otras actividades gastronómicas, un lugar que no se puede dejar de visitar es el
restaurante mexicano en Sliema. Todavía no puedo entender dónde metimos tanta comida y como salimos vivos de ese lugar. Ahh, si... gracias a la protección de la bebida que nos acompañó... la
Cisk!
Así estas mini vacaciones pasaron con tranquilidad, rodeados de buenos amigos y en un lugar que vale la pena conocer.
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