Arriba a la cinco, terminar de empaquetar, 6:15 caminar al metro, 6:30 tomar el metro hacia Central, 7:30 tren a Chillan.
Como siempre la imponente cordillera esta a plena vista pero esta mañana mi vista se fija en otro foco. Algo que ya había notado el martes camino del aeropuerto a las condes. A mi mano derecha había notado la gran pobreza de los suburbios cerca de la carretera. Pero una mezcla de la conversación con los amigos y el "shock" no me permitió fijarme bien. Pero aun en esa breve mirada me dio una gran tristeza.
Ahora parado en el bar del tren tomando un café puedo mira más detenidamente. Creo que ni 25 azucares en el café podría levantarme el animo. Como siempre al tratar de comprender mi mente empieza a hacer contrastes, evaluaciones y comparaciones. Unos de mis primeras figuras mentales es estar de pie delante del Vaticano y observar su bella arquitectura. Pero al entrar la impresión es 1000 veces mayor al observar los colores, diseños, los materiales y las bellas artes.
Ahora al mirar la triste construcción con sus deprimentes colores (¡Colores! Mil variaciones de gris) pienso que por deprimente que es lo que mis ojos ven, cuanto mas seria entrar y ver la situación de sus habitantes, conocer sus sueños, su esperanza. Esperanza, ¿Tendrán?
Pienso también que Chile no es único, sino que irónicamente es la situación de todo este continente tan rico en recursos naturales y culturales. Y de seguro que quienes viven peor.
Por un momento me dan ganas de hacer tiempo para conocer a esta gente que admiro por su aguante. Pero ¿que lograría? Egoístamente satisfacer mi curiosidad y por más empatía que pueda brindarles, ¿De que les serviría a ellos?
Veo a un hombre que camina a su trabajo, su cara da a entender que hace años que no sonríe. Su edad y estado físico dictan que debería estar jubilado, ¿Conocerá ese concepto? Pienso en los días que no voy al trabajo por estar resfriado. Por un segundo casi me da risa lo ridículo que suena eso en este entorno. No es de risa.
Lastima que esta tan nublado, las cordilleras están escondidas, pero al igual que en Santiago, estoy consciente de su presencia.
Cuando cruzamos puentes noto algo que no he visto antes. El armazón del puente descansa sobre unos cilindros colocados en cada columna de concreto. Me imagino que esto es para contestar la actividad sísmica, le saco una foto para consultarlo con Moito.
Me llama la atención la gran variedad en edad de maquinaria que veo al pasar por los pueblos que rápidamente desaparecen de mi ventana. Pude ver a un hombre arando su campo con caballo, guiando el arado con sus manos. También veo tractores y maquinas agrícolas de último modelo.
En especial noto las maquinas de antaño que siguen funcionando a pesar de su larga vida. Estas maquinas fueron hechas en un tiempo que se dedicaba mucho más tiempo y empeño en el diseño y construcción. El color y cantidad de humo que echan da evidencia que sus dueños las mantienen con el mismo celo.
