San Pedro de Atacama (Chile)


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Published: December 23rd 2006
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El volcán LicancáburEl volcán LicancáburEl volcán Licancábur

El "padre de todos los volcanes" señala la frontera entre Chile y Bolivia, pero sobre todo es la referencia geográfica permanente en Atacama.
Viajar al desierto de Atacama (Chile) es una experiencia extraordinaria para quien guste de la Naturaleza. En la capital de este desierto, San Pedro de Atacama, un destino obligado para trotamundos y buscadores de libertad -valga la redundancia- destaca su callejuela principal en la que hay varios restaurantes, pero también tiene una iglesia con artesonado de madera, un coqueto museo, un mercadillo y muchos perros. Todo bajo la permanente vigilancia del volcán Licancábur ("el padre de todos los volcanes") con su cresta blanca coronando la cima a una altura de 5.916 m.
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Yo no sabía de la existencia de este pueblo en el desierto de Atacama hasta que leí interesantes cosas sobre él en un Magazine del National Geographic. La casualidad quiso que apenas tres meses después estuviera cenando al calor de una chimenea en 'La Estaka' uno de los lugares de inexcusable visita.
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En San Pedro se establece el 'cuartel general' para preparar las excursiones a los diferentes atractivos que afrece el desierto atacameño. Lo normal es recurrir a los servicios de algunos de los 'tour operator' o agencias que trabajan en el pueblo. Ellos disponen, además de buena información, de vehículos de transporte para recorrer los
Cristopher, un joven atacameño, en La EstakaCristopher, un joven atacameño, en La EstakaCristopher, un joven atacameño, en La Estaka

En el Restaurante La Estaka, además de comer muy bien, siempre encuentras personas agradables con las que conversar.
caminos de calamina y asfalto que llevan hasta los lugares de interés.
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Si has conseguido dormirte tras quedarte impresionado por los millones de estrellas que se contemplan en la noche, es imprescindible un buen madrugón, a eso de las cuatro de la mañana, para llegar al amanecer hasta los geysers del Tatío, un maravilloso espectáculo de la Naturaleza protagonizado por las fumarolas de un volcán del mismo nombre. La humareda es efímera y de ahí la necesidad de estar presentes en los primeros momentos del alba porque al cabo de un rato, con la subida de la temperatura, el fenómeno natural desaparece. Por allí hay que andar con cuidado entre las charcas de agua en ebullición. Un accidente, un tropiezo, un contacto con el hirviente líquido resultaría terrible por la ausencia de medios de atención sanitaria en casi 100 kilómetros. Pero sin cometer imprudencias aquello se torna en un espectáculo único, sin par.
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Tan extraordinario como el recorrido de vuelta hacia San Pedro, porque si bien a la ida la oscuridad de la noche te priva de la visión del desierto, la vuelta durante el día es una sucesión de conos volcánicos en un paisaje marciano, de película. De cuando en cuando, con suerte, puede aparecer la figura de una vicuña o de algún otro animal. No dejes de pedir a los guías que te muestren algún ejemplar de llareta, una planta olorosa que crece en el desierto y que está desapareciendo a causa de su uso masivo como combustible.
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Tras regresar a San Pedro, no dejes de acudir al Valle de la Luna, subir su gran duna y contemplar el atardecer hasta que el sol se pierde tras las montañas. Grandioso momento.
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¿Un lugar para alojarse?. El Hotel Altiplánico te ofrece buenos servicios, unas instalaciones integradas en el paisaje y en la cultura del lugar, tranquilidad y unas habitaciones-cabañas muy confortables. No te olvides de subir por las noches a la terraza-mirador que hay sobre tu habitación y, si te has ido a dormir, despierta para contemplar el amanecer: el sol sale por detrás del Licancábur. Inolvidable.

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