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Published: February 26th 2015
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Madrugamos en Tafi con Emiliano y fuimos al terminal para tomar el primer bus que nos llevaría a Amaicha, de allí tomaríamos un taxi compartido también con otra nueva amiga que conocimos en el terminal llamada Marina. Hermoso el recorrido en el bus que nos lleva de Tafi a Amaicha, es un panorama vistoso, con grandes montañas y ríos caudalosos que deslumbran... Llegamos a Amaicha y ya habíamos hecho el plan de ir al famoso museo de la pachamama, aun no sabíamos mucho de el, pero nos habían dicho que era muy lindo y deberíamos visitarlo. Así lo hicimos y llegamos a este bien decorado museo, visitamos desprevenidamente el sitio y notamos que todas las obras, de escultura, pintura, bordado y en general todo estaba firmado con el apellido Cruz. El era el artista y el museo era más bien su galería de exposición... Sin lugar a dudas las cosas expuestas eran muy bien trabajadas y el tema común era el indigenismo y la pachamama, por eso fue muy cautivante. Entrada por persona $40... Salimos del museo y tomamos el taxi que nos llevo a la ruinas arqueológicas de Quilmes. El taxista nos contó en el recorrido que este señor Cruz,
era un capitalista que hasta el 2008 se había apoderado de la ruinas y había construido un hotel, museo y piscina en toda la base del sagrado sitio arqueológico, pero con el tiempo y la reivindicación de los indígenas Quilmes, que habitan en las proximidades de la ruina, estos lo habían desterrado del lugar y ellos ahora habían asumido el control y administración de la ruina... Nos contó que Cruz había sacado muchas de las piedras de las ruinas para construir su museo en el pueblo y que en general para la comunidad indígena era persona no grata.... Y efectivamente en la base de la impresionante ruina se ven también las ruinas de lo que algún día pretendió construir sin reparos este abusivo capitalista, hoy se vislumbran las reconstruidas ruinas antiguas que dejaron los antiguos pobladores y las ruinas modernas que el Cruz construyo y tuvo que abandonar por la presión de los protectores naturales de los sitios arqueológicos: los vecinos del lugar y los indígenas.
La ruina antigua ha sido reconstruida en gran parte, pero los vestigios son de tal extensión que desde la parte superior se ve que hay mucho aun sin reconstruir... Por eso es muy
interesante. La parte reconstruida por los arqueólogos hace que uno vea claramente la ciudad, las formas de sus viviendas, plazas, puntos de vigilancia y terrazas de cultivo.... La parte sin reconstruir es también muy interesante porque es muy inexplorada y por ello al caminar se encuentran pedazos de cerámica y vestigios que hacen sentir la presencia de los antepasados..... Allí pasamos varias horas con nuestros amigos Emiliano y Marina. Habíamos hecho el plan de de tomar el ultimo bus que pasa cerca a la ruina y que nos llevaría al pueblo de Cafayate. Bajamos al estacionamiento de vehículos y le pedimos a un argentino que nos hiciera el favor de sacarnos al cruce donde se toma el bus, unos 5 kilómetros, allí también estaba pidiendo el mismo favor otro buen nuevo amigo Pablo. Mientras esperábamos el bus, Pablo nos contó que en Cafayate se estaba celebrando las fiestas del pueblo y que seria muy difícil encontrar alojamiento o cualquier cosa en este pueblo lleno de turistas... En nuestra evasiva a las multitudes decidimos volver a Amaicha y pasar la noche allí. Buena decisión volver al Amaicha, encontramos un hospedaje sencillo, limpio, con baño y cocina y compartimos el espacio con
Marina, Pablo y Facundo, un artesano que también rueda por acá.... Pablo sin problema se puso a cocinar la cena, nosotros compramos el vinito para acompañar y así pasamos una velada muy entretenida con buenas conversaciones y buen animo.... Como todas las noches en Argentina y Chile nos acostamos tarde y cenamos tarde, muy diferente a nuestra costumbre en Colombia... Pero como dice el dicho 'a tierra que fueres has lo que vieres' y por acá esa es la costumbre.....esa fue la noche de despedida de nuestros nuevos amigos
Al día siguiente salimos hacia Cafayate, donde caminamos un poco el pueblo, almorzamos y disfrutamos un poco de lo que ellos llaman la fiesta de la serenata, allí tomaríamos el bus hacia nuestro próximo destino: Humahuaca, un pequeño y remoto pueblito, pintoresco y decorado con las famosas montañas de colores y gigantes cactus.... Fueron unas 4 horas de viaje en el bus que de nuevo nos mostró la belleza del norte de la Argentina. Al bajar del bus como a las 9 pm preguntamos a unos viajeros sobre sitios donde alojarnos. Ellos, unos chicos mexicanos muy amablemente nos hablaron del lugar donde ellos habían estado que era un camping con
cuartos sencillos para rentar a quien no tuviera carpa.... De una vez y como buenos mexicanos dijeron vamos y los llevamos al lugar....pasamos otra velada interesante con chicos argentinos que para esta época del verano andan recorriendo su país.... El dueño del alojamiento, marcos, un silencioso chico artesano, luego de escuchar que éramos colombianos y estudiosos de arqueología fue a su cuarto y llego con un cuaderno, lo abrió y en el interior había un número de imágenes de las estatuas de san Agustín que él había dibujado de un libro que un amigo suyo le había prestado.... Vaya sorpresa! El chico no sabia nada del pueblo escultor, pero ya estaba conectado con las imágenes y fue una coincidencia increíble conocerlo! Otra vez uno dice, la vida es un pañuelo!
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