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Published: December 26th 2008
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Treinta días de vacaciones. ¿Qué destino elegir? India! Sí, claro. India era mi mejor opción. Me la tenía prometida y este era el momento de regalármela. Compré el billete e inmediatamente puse algunos anuncios en distintos foros de viajeros para buscar compañero/a para la aventura. Si nadie aparecía, pues la aventura sería más aventura y haría el viaje en solitario.
Pero no tardaron en aparecer los emails solicitando información sobre mi itinerario o proponiéndome otras alternativas. Y apareció Lola, catalana, 50 años y con los mismos intereses. Ambos teníamos mucha curiosidad por descubrir India y no resultó difícil acordar itinerarios, presupuestos y comprobar que existiesen ciertas afinidades socio-culturales para asegurarnos de que el viaje resultase confortable para ambos. Para adversidades, la India ya nos ofrecería lo suyo.
Lola pudo conseguir los días de vacaciones coincidentes con los míos, compró su billete en la misma aerolínea y ya nos constituimos oficialmente en “compañeros de viaje”. Mientras continuábamos con nuestros cuerpos en España, nuestras cabezas (Internet mediante) ya estaban en India.
Búsqueda de información, itinerarios, búsqueda y reserva de algunos hoteles, contratación de vuelo interno (Khajuraho-Varanasi), reserva y compra de billetes de tren en los trayectos en que resultase posible
y conveniente. Mucha comunicación: e-mails, MSN, teléfono. La distancia Barcelona-Almería que nos separaba no facilitaba un encuentro personal previo. Pero, lo fluido de nuestra comunicación auguraba que el viaje lo podríamos sobrellevar amistosamente y sin contratiempos personales.
Con respecto a equipaje: he comprado una maleta Genouse con 35 litros de capacidad (venta en Decathlon) que permite arrastrarla mediante sistema Troley con rueditas resistentes, o cargarla sobre la espalda por su fácil conversión a mochila. Además, una toalla de cuerpo, de microfibras de las que se secan en poco tiempo y un saco de dormir de seda natural. Ambas ocupan poquísimo espacio y nos resultarían de utilidad en caso de que los hoteles no nos proveyeran los mínimos indispensables de higiene.
En cuanto a prevención sanitaria: vacuna oral contra fiebre tifoidea (3 dosis en días alternos, 15 días antes del viaje) y, por una cuestión estrictamente personal no relacionada directamente con el viaje, la vacuna antigripal. Dentro de la maleta algunos medicamentos: analgésicos, anti-inflamatorios, hipnóticos (para dormir más plácidamente en los trayectos nocturnos de trenes), antiácidos (Almax), protector gástrico (Omeprazol), antidiarreicos (Tiorfan) y sales reconstituyentes (en caso de deshidratación por diarrea). Estas últimas, aunque recomendadas, no nos resultaron necesarias
y ocuparon un espacio y un peso que podríamos haber ahorrado, dado que en India también hay farmacias. El repelente para mosquitos lo compraríamos en destino (Odom, 30 rupias el envase, precio oficial), puesto que es tan efectivo como cualquiera de los Europeos, pero 20 veces más barato.
Y llego el día. Lola partiendo desde Barcelona y yo desde Madrid ambos en Brussels Airlines, tuvimos la escala en Bruselas donde nos conocimos y desde donde realizamos el segundo trayecto de nuestro viaje (Bruselas-Delhi), ya juntos.
Pero… ¿cuál es el motivo por el que alguien decide escribir el relato de un viaje a la India? Hay ya tanto escrito en Internet sobre la India que parecería que todo lo que uno pueda contar es intrascendente, repetitivo, anodino y poco útil. Todo lo importante ya está dicho y es imposible proponerse hacer algo realmente original. Al menos para mí que no soy excesivamente creativo. Antes de realizar el viaje me he informado todo lo que pude (creo que nunca es suficiente), he leído foros y blogs realmente fascinantes. Algunos me producían sensaciones de sana envidia. Hala! A disfrutar de la lectura de esas travesías y a realizar la mía propia.
Sin más.
El primer día del viaje, en Delhi, Lola me regaló un diario, comprado en el mercado de Janpath. Encuadernación rústica, papel ecológico, áspero, pésima calidad. Costaba escribir en él. Sin embargo, no lo dejaría en blanco. Así fue que comencé tomando notas de lo que iría viendo durante el recorrido por el Norte de la India. La noche era la ocasión para recordar lo acontecido durante el día y dejar breves notas que servirían para, una vez terminado el viaje presentar un relato medianamente elaborado. Algunas veces el cansancio hacía postergar los resúmenes para la noche siguiente, acumulando el trabajo y forzando a la memoria a extraer la esencia de los momentos vividos.
Con tantas vivencias no siempre era fácil recordar todos los detalles que hubieran resultado significativos. De todos modos, lo que no quedaba en la mente, ya se lo había llevado mi cuerpo. Algunos de mis sentidos disfrutaban de a ratos. Los ojos saltaban del brillo a la turbiedad en un interminable desfile de imágenes imborrables. Mis otros sentidos no fueron tan afortunados. El gusto recibió los primeros impactos el primer día y no dejó de ser bombardeado por picantes sabores durante toda la
estadía. Los oídos vivieron aturdidos por el incesante pitido de cláxones multitonales. Algunos jardines y paseos les dieron su escaso pero merecido reposo. El olfato se resintió al tercer día por un resfrío que duraría casi todo el viaje… y al decir de muchos occidentales, este embotamiento del sentido resultaría más beneficioso que perjudicial; y es cierto que, visto lo visto, sería mejor no olerlo. El tacto, con el que podía tener un relativo autocontrol, no dejó de funcionar con la normalidad con que lo hace habitualmente, aunque mis manos recibieron algunas dosis de desinfectante después de determinados contactos no deseados.
No imaginé que podría encontrar día a día tanto material para llenar el libro de palabras, sensaciones, anécdotas, historias. Pero así fue. Luego debí apretar la letra y comprimir información. El diario me resultaba insuficiente. Finalmente debí recurrir a hojas sueltas donde dejar palabras claves que sirviesen de recordatorio para luego ordenar el relato.
La cuestión es que el diario estaba, las notas se iban tomando y ahora, de regreso en casa, solo restaba decidir si hacerlo público o dejarlo en un cajón para leerlo en soledad cuando la India me despertase esa añoranza que a tantos viajeros les produce.
La decisión es una mezcla de ambas prerrogativas: escribir algunas notas que puedan resultar de utilidad para quienes vayan a viajar por primera vez, y ordenar mis apuntes dándole alguna forma para poderlo leer en el futuro sin tener que descifrar claves. Al menos sé que cumpliré con la segunda parte de los objetivos.
Para aquellos que ya conocen la India, el relato solo tendrá validez como punto de comparación, aunque me animo a adelantar que las coincidencias nunca serán plenas y en más de una ocasión vuestro punto de vista será contrario al mio. India es un país excesivamente complejo y por lo tanto, las opiniones que genera son en muchos casos contradictorias.
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belenaren
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Gracias por todo.
Simplemente quería darte las gracias por el enorme esfuerzo que estás haciendo para facilitarnos las cosas a los que hemos decidido viajar a ese gran país. Ánimo y ya estoy impaciente por poder leerlo todo. Muchas gracias Eduardo.