Bienvenidos a Myanmar: Yangon

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Apenas pasas inmigración ya te encuentras a casi todos los mochileros que venían en el mismo avión en búsqueda de otros para compartir un taxi al centro, así conocí a Will, Alex y Spela (un gringo, un español y una eslovena; compartimos el taxi y terminamos quedándonos en el mismo hotel y nos pasamos todo el tiempo juntos en Yangón ya que íbamos con el mismo estilo de viaje (comer barato, dormir barato, ir a los sitios a donde van los locales). Paseamos un rato por el centro (en donde estaba nuestro hotel), comimos en un restaurancito local y al final de la tarde nos fuimos a Shwedagon Paya, un complejo budista de pequeños templos alrededor de una pagoda grande y espectacular cubierta por 60 toneladas de oro; el lugar es hermoso, es un centro espiritual muy importante en Yangón y habían muchas personas (locales y monjes) orando en cada uno de los templos que rodeaban a la gran pagoda, también es un lugar de encuentro para los locales, así que no solo van a orar, también se pasean un rato y se encuentran con otras personas.

Al día siguiente nos fuimos los 4 a Kalaw, de donde vamos a hacer un trekking de dos días hasta el lago Inle, otro de los destinos turísticos más famosos de Myanmar.

Yangón me gustó, el centro está lleno de edificios viejos de estilo colonial, un poco al estilo de lo que he visto en fotos de La Habana, pero con pagodas por ahí distribuidas por toda la ciudad; el tráfico es más amigable que en las otras grandes ciudades de Asia en donde he estado, y lo mejor: no hay motos!, están prohibidas en Yangón (parece que por capricho de un militar de alto rango que fue, o casi fue, atropellado por una moto); la gente es adorable, todo el mundo te saluda y te sonríe, y si hablan un poco inglés están más que contentos de poder ayudarte incluso si no lo pides, ahora entiendo porque la gente que ha ido a Myanmar lo primero que comenta es que la gente es maravillosa... y definitivamente tienen razón.

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