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Published: August 20th 2012
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Empezamos el trekking como a las 8:30am, éramos el grupo de ayer más un francés, y menos Marta, una de las españolas que conocí en el autobús, que se dobló el pie bajando las escaleras minutos antes de que saliéramos :S...
El primer día caminamos entre arrozales y pequeños caseríos en un camino mayormente plano con una que otra pendiente sin mayor dificultad; por el camino nuestro guía iba explicándonos desde plantas medicinales que nos encontrábamos hasta como cultivaban el arroz; cuando nos cruzábamos con los campesinos casi siempre se paraba a hablar con ellos y nos contaba de sus vidas, y podíamos preguntarles (con nuestro guía como interprete) lo que se nos ocurriera; todos eran muy simpáticos y parecían muy contentos de encontrarse con nosotros, cuando les pedíamos permiso para fotografiarlos posaban pacientemente hasta que todos quedábamos satisfechos con las fotos, y cuando se las mostrábamos siempre se reían... según nos dijo el guía (Robin) la mayoría de ellos jamás han tenido la oportunidad de hacerse una foto, ni siquiera en ocasiones importantes como sus bodas; los niños también eran adorables, casi todos nos saludaban al vernos pasar. Ese día almorzamos en la casa del curandero/shaman de uno de
los caseríos, y después de comer hablamos con él y Robin nos explicó acerca de las medicinas que hacía, para que servían, como había aprendido lo que sabía, etc. Por la noche dormimos en otro caserío, en la casa del jefe de la comunidad, en una casita que tiene aparte de la casa de la familia especialmente para los viajeros.
El segundo día comenzamos más temprano, como había llovido bastante durante la noche el camino era barro bastante húmedo en muchas partes, y esta vez con un poco más de subidas; seguimos viendo más arrozales y por un buen rato atravesamos una pradera con cultivos y colores variados, en un paisaje que parecía a la Toscana, era hermoso el contraste de colores en el campo, parecía un paisaje sacado de una película; al igual que el primer (y también el tercer) día nos cayeron algunas lloviznas pero que no duraban mucho más de unos minutos. Pasamos la noche en un monasterio donde solo había 1 monje y unos 6 ó 7 niños que al llegar nos recibieron en la entrada jugando y brincando de un lado a otro, posando para nuestras cámaras y brincando y riendo de emoción cuando
les mostrábamos las fotos.
El tercer día solo caminamos hasta un poco más de medio día y almorzamos en un pueblo bastante turístico al lado de uno de los canales que desembocan en el lago Inle; de ahí fuimos a Nyaung Shwe en una canoa.
Este trekking ha sido uno de los mejores que he hecho, no solo por los paisajes (que no eran tan espectaculares como otros que visto en Venezuela y en el sur de Argentina, pero definitivamente los campos más bonitos que he visto), sino por la parte cultural, el poder interactuar con los campesinos y conocer un poco como viven, y son sin duda las personas más simpáticas y adorables con quienes me he cruzado en mis viajes; también tuvimos un guía excepcional, muy paciente, lleno de conocimientos acerca del ambiente y la cultura de Myanmar, y que nos permitió interactuar con los locales mucho más de lo que hubiese imaginado... y la comida... comimos como reyes, cada comida (almuerzos y cenas sobre todo) tenía 3 ó 4 platos diferentes y todos muy sabrosos...
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