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Published: April 9th 2015
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Había llegado el fin del juego.....solo que quedaban todavía muchísimos kilometros entre Trujillo, en los desiertos del Norte del Perú, y San Agustín y mi casa en Colombia. El plan fue hacer el viaje rápido y directo; lo contaré en la misma forma. No hubo bus directo de Trujillo a Tumbes, en la frontera norte, tocó coger un bus primero los 7 horas a Piura (primer pueblo europeo en Suramérica, fundado por Pizarro al llegar al continente, antes de caerles a los Incas) y de allí otras 5 horas mas hasta Tumbes. Mucho desierto, mucha arena, vida y verde solo en los valles de los ríos que cortan el desierto. Llegué a Tumbes tarde, de noche, poco antes de que la lluvia, tome un cuarto en el primer hotel que vi; me levanté temprano, había llovido toda la noche, seguía lloviendo, subí a un van colectivo semidestartalado al pueblo de Aguas Verdes; un taxi a la frontera, en donde se tramita fácil y rapidito la salida del Perú y la entrada al Ecuador, pero ese camino no va a ninguna parte y hay que volver en taxi a Aguas Verdes. Hubo una demora de varias horas, en la cual camine las
calles, bebí un coco, comí piña fresca, leí el periódico, antes de la salida del bus a Quito. Viajamos todo el día, todo verde y re-verde, full trópico después de tres meses de otros climas, a través del llano costal del Ecuador, hasta llegar a Santo Domingo de los Colorados, noche ahora, tarde, llegamos a Quito como 2:30 de la mañana, recorrimos Quito como una hora antes de llegar al terminal, que es inmenso; de nuevo el primer hotel, y a dormir exhausto, con sueños loquisimos. Despierto al amanecer, al terminal y el bus tres horas hacia el norte a Otavalo; baje, cogi mi mochila, camine un rato en el pueblo y entonces tome un taxi los diez o quince minutos a la casa de los amigos Germán y Adelaida y su hija Amrita.
En Otavalo descansé pasándola rico con mis viejos amigos 5 días, comiendo rico porque los dos son buenos en la cocina.....unos buenos paseos con Germán, a Cotacachi y a Otavalo, cada uno a 45 minutos a pie por caminos por el campo, y a la Cascada de Peguche (sitios que conocemos bien, estuvimos el y yo y randy viviendo cerca de Otavalo en, parece mentira,
1978, jovencitos) que es bellísimo y fuerte.....hacia falta martica y hablamos muchos planes para cuando volvemos los dos en otra visita. Fue un buen descanso y visita pero ya quería irme, llegar a casa. Tempranisimo cogimos (Germán me hizo el favor de acompañarme el primer paso) bus frente a la casa que pronto nos llevó a la panamericano en Otavalo, y en un flash dijimos adiós con Germán y subí a un bus rumbo a Tulcan en la frontera, en donde, tres horas mas tarde, baje para coger un taxi a la frontera. Lo de fronteras: cola para el sello de salida del Ecuador, de aduanas nada (desde Chile nadie se ha preocupado con equipaje en fronteras), una caminata de 100 metros sobre un puente encima de un río para llegar a estar en Colombia y subir a hacer cola para sellarse la entrada a Colombia. De allí, un taxi colectivo (va cuando son 4 los pasajeros) al terminal de Ipiales, primer pueblo en Colombia, de donde media hora después partió un bus a Pasto (2 horas), Popayan (6 mas) y eventualmente con 3 horas mas a Cali--yo baje en Popayan, de donde se llegan a San Agustín, ya las
9 de la noche. Pero, ¿sabes que? Calcule mal: no había contado con que estábamos en semana santa en Popayan, su festival mas clave del año. Absolutamente ninguna posibilidad de una habitación en hotel: la ciudad entera esta copada. El bus para mi pueblo no sale hasta la mañana. Deje mi mochila en un hotel al lado del terminal y salí y camine la ciudad mas de una hora, pero todo esta lleno. Es mas, el centro de la ciudad, el parque Caldas y toda esa zona está llena de humanidad por millares, casi no se puede mover por ningún lado......increible......como digo, no lo tuve calculado: peor plan de todo el viaje, llegar a ese manicomio sin reservaciones y sin siquiera saber. Eventualmente la gente de ese hotel en donde mi mochila me tuvo pena y me dejo encaramarme en un rincón hasta la madrugada, cuando volví al terminal para adelantarme a cualquier bus. Pero por la locura de la semana santa pocos buses iban, pocas oficinas abrieron hasta mas tarde. Aproveche para salir y caminar la ciudad otra vez, ya en calma por la hora pero con varias procesiones religiosas en pie, recorrí al mercado, compre hojitas colombianas, volví al terminal y a las 10 partimos hacia el oriente. Llovió un buen rato durante la travesía del páramo; llegando a la cinco pasamos Isnos, vimos el gran río magdalena y me sentí al final, después de tantos miles de kilómetros tantos países tantos caminos tanta gente, en mi tierra.....minutos después ya caminaba las calles de San Agustín.....subí unos cuadras mas a mi casa en el pueblo y allí estaba martha, nos reunimos, nos abrazamos, sonreímos, habíamos cerrado el círculo de todo el viaje, vueltos al punto de partida, llenos ya con el viaje..... El final del viaje de Martha terminó así: pronto después de llegar a Bogotá me fui con mi padre para anolaima, Cundinamarca, un agradable pueblito donde mi familia Gil tiene una hermosa casa campestre, allí pasamos 2 semanas con mi padre, consintiéndolo y cuidándolo para su recuperación. Así ocurrió y ahora esta muy bien de salud.... Llego la Semana Santa y era hora de volver a san Agustín, aprovechar la temporada y mover el libro y el cafesito de la finca....Es hermoso llegar a casa! El hogar, los amigos, la rutina de la vida en san Agustín.... Pero la cabeza y el alma ensanchados con las memorias vivas de un viaje maravilloso que nos trajo infinitas hermosas y permanentes memorias, gentes y visiones que ahora son parte de nuestro propio camino! ¡Gracias a la madre nuestra planeta y gracias a todos nuestros bellos amigos y compañeros del camino Suramérica 2015!
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