Península Valdés

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Al día siguiente me levanté resacoso, comenzando un resfriado y con un horrible sentimiento… TENÍA QUE HABLAR CON MIS AMIGOS.

Así que fui al súper mercado y les hice un regalo: unas toallitas perfumadas, para que se ducharan, les pague el autobús que me habían comprado y me despedí de ellos… si querían morir como los de la peli de “Viven” no podía hacer nada por ellos.

Reorganice mi viaje, cambie los autobuses, solo perdí un 10%, y decidí ir a otros lugares de Patagonia durante esa semana en la que mis amigos iban a convertirse carnívoros… eso sí… sin mi.

Así que lo primero que hice fue aprovechar el sitio tan maravillosos donde me encontraba el parque natural de la Península Valdés.

El primer día “visionameinto de ballenas”, posiblemente de las mejores experiencias de todo el viaje, nos montamos en unas lanchas y tuvimos la suerte de ver las ultimas ballenas del año ya que se van para la Antártida a por alimento el clima caluroso es demasiado para ellos. Vimos saltos, aletazos e incluso tengo en video a 2 a unos 2 metros de mi. Impresionante, al final incluso nos miraban ellos así que se podía decir que era “visionamiento de humanos” veíamos el ojos como nos miraba por encima del océano al lado de la barca.

Otro día fui en un tour a ver las distintas playas de esta península, y es sorprendente como los distintos animales se reparten el territorio porque vistamos 3 playas distintas con 3 animales distintos en tan poco espacio. En una playa vimos los pingüinos, en otro los leones de mar y en otro los elefantes marinos.

Todo esto haciendo una caminata, pero con el buen tiempo que hacia, sin frío, sin tiendas, sin sopas instantáneas y sobre todo sin perderse…

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