Geografía y Folklore Finlandés


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Published: May 16th 2007
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GEOGRAFÍA

Geografía física
El relieve finlandés se halla dominado por la presencia del escudo escandinavo (precámbrico), que se manifiesta en forma de gran meseta de escasa elevación (raramente sobrepasa los 300 m) en el sector centro−meridional del país; en ella destaca la presencia de espesos bosques de coníferas y de una infinidad de lagos de origen glaciar(la mayor parte de los 55.000 que existen en el país), entre los que destaca el Saimaa (4.400 Km.2 Al norte de esta meseta lacustre se extiende la Laponia finlandesa, la zona más montañosa del país, que culmina a 1.328 m de altitud en el Haltiatunturi.
La tercera gran región la componen las llanuras litorales del sur y oeste (1.100 Km de longitud; 40−100 Km de ancho), que se adentran hacia el interior hasta bordear la meseta de la región de los grandes lagos.

Frente a las costas finlandesas emergen gran número de islas.
La red hidrográfica es de escasas dimensiones y ni siquiera el más largo de sus ríos, el Kemijoki (547 Km.), posee un caudal uniforme a lo largo de todo el año.
El clima es de carácter subártico (temperaturas medias de −5°C, en enero, y de 17°C, en julio), aunque mediatizado por las influencias continentales del este (sequedad y temperaturas extremas) y por las oceánicas que traen los vientos del suroeste (humedad y temperaturas más suaves). Las precipitaciones alcanzan los 700 mm anuales en el sur y los 350 mm en las zonas septentrionales.


Geografía económica:
La rigurosidad climática que domina gran parte del país explica, por un lado, la escasa densidad media de su poblamiento (15,18 habitantes/km²) y, por otro, la concentración de su población en su sector más meridional (Tampere), especialmente en torno al golfo de Finlandia (Turku, Helsinki). En el norte subsisten reducidos núcleos de población lapona dedicados a la cría del reno. Debido a sus condiciones naturales, con un 68,6%
de la superficie del país cubierta por bosques (pinos, abetos, piceas, abedules), la silvicultura tiene una importancia de primer orden en la economía finlandesa: los productos derivados de su explotación (maderas, pasta de papel y papel) suponen un 40% de sus exportaciones totales.
Su actividad agrícola es de escasa importancia y se localiza en el sur (cereales, patatas y remolacha azucarera); dentro de su actividad ganadera destaca la cabaña vacuna (leche) y de renos (215.000 cabezas).

La pobreza de sus recursos energéticos (hidroelectricidad) y minerales (piritas de hierro y cobre) la hacen depender en gran medida de Rusia, de la cual importa la mayor parte del petróleo, gas natural, carbón y electricidad.
La actividad industrial, concentrada en el triángulo Helsinki−Tampere−Turku, tiene en las industrias derivadas de la explotación forestal su sector principal: pasta de madera (6,0 Mt), papel de prensa (1,4 Mt), mueble, etc. Otras ramas relevantes son la metalúrgica (Helsinki, Kokkola), astilleros navales (Turku), textil (Tampere), química (refinería en Naantali), porcelana (Helsinki) y vidrio (Lahti, Riihimäki).
A pesar de no ser una potencia económica de primera fila, Finlandia es uno de los países del mundo que disfruta de un mayor nivel de vida (mortalidad infantil del 4,7; esperanza de vida de 75,8 años; y en producto nacional bruto per cápita en 1994, con 18.850 dólares).



Folklore Finlandés
Visto desde el corazón de Europa, Finlandia aparece bastante remota. A pesar de esto, los finlandeses han estado en contacto con la cultura europea y la del báltico durante miles de años. Las influencias han venido normalmente del oeste, pero también a veces del este. Muchos aspectos de nuestro patrimonio cultural se han conservado mejor en la periferia del país que en sus áreas de origen. La riqueza de la poesía finlandesa supone un buen ejemplo de ello.
La conciencia nacional se despertó en Finlandia en el siglo pasado. Los elementos de la identidad nacional finlandesa proviene de muchas fuentes, siendo el folklore una de la más destacadas. En el pasado la poesía popular constituía aún un viviente en las áreas situadas a lo largo de la frontera orienta. Gente anciana podía recitar runos sobre el origen del fuego y del mundo. Los finlandeses podían haber cantado tales versos incluso antes del nacimiento de Cristo. La época de los vikingos introdujo en la tradición épica finlandesa figuras heroicas tales como Väinämoinen e llmarinen.
En el espíritu de fervor nacionalista la gente comenzó a recoger las antiguas tradiciones orales, las cuales fueron recopiladas en la epopeya nacional finlandesa Kalevala, publicada en 1835.
Hace ya cien años desde que el último de los recitadores de runos finlandeses falleció, pero la tradición pervive en muchas canciones folk modernas, proverbios, adivinanzas e historias, muchos de los cuales son representantes de una tradición internacional. Las canciones infantiles por ejemplo, siguen aún el modelo sueco del cuento en el que se hace bollos o el estilo ruso en el que una urraca hace papilla.
Pero el folklore es más que antigua poesía. Es una combinación de todos los acontecimientos de la vida que se transfieren de generación en generación. Durante el último siglo, todo ello dentro del espíritu del romanticismo nacional, se tenía la opinión de que la vida rural poseía tradiciones populares más fielmente conservadas y con orígenes que se remontaban a la antigüedad.
A pesar de que esto era sólo parcialmente cierto, fue apoyado por el hecho de que Finlandia, hasta finales del S. XIX había sido casi completamente agraria, estaba siendo sacudida por lo que serían probablemente los cambios más decisivos de su historia. Como resultado, el preservar la tradición oral no era ya suficiente. La gente volvió su atención hacia otras cosas antiguas también en desaparición: desde costumbres matrimoniales a herramientas, desde trajes a edificaciones.

La tradición de las costumbres finlandesas ha perdido el uso de la madera de confieras. Todos los edificios rurales y la mayoría de los de la ciudad estaban hechos de troncos. Así pues, el color corriente de los pueblos finlandeses durante el siglo pasado era el gris de los troncos gastados por el tiempo. Los pueblos, que usualmente se situaban en medio de campos rodeados de bosque, eran pequeños, con frecuencia simples aldeas formadas por unas pocas granjas. Las granjas en cuestión consistían en grupos apinados de pequeñas
casitas de troncos, ya que el edificio principal, vivienda para el ganado, anexos y saunas se construían por separado. En zonas escasamente pobladas tales como el este de Finlandia, un pueblo podía consistir de una única y solitaria granja en lo alto de una colina alzándose ante una espectacular vista de vastos bosques y lagos.

Hace unos cien años, cuando la población rural comenzó a prosperar con la venta de madera, ésta empezó a extender las viejas granjas de dos habitantes. Las ampliaciones se hicieron a lo largo o incluso, a veces, añadiendo una segunda planta, y se convirtió en moda el pintar las casas de rojo ocre imitando los más prestigiosos edificios de ladrillo. Las casas rojas constituyen aún parte integrante del país ideal finlandés.

Las fiestas anuales y las bodas proporcionaban una pausa agradable durante la estación de trabajo. Como cabía esperar, éstas eran celebradas por todo el pueblo con música y cerveza casera. Los domingos también rompían la rutina diaria, ya que todo el mundo asistía a misa en largas barcas de remos que podían transportar docenas de personas. A la vuelta, incluso podía haber una desenfrenada carrera de barcas.

Desde el siglo XVIII, las mujeres vestían brillantes camisas de rallas y chaqueta de color rojo o azul. La vestimenta masculina estaba compuesta por chalecos de rayas rojas y pantalones amarillos de gamuza.
Este traje tradicional cayó en desuso en el siglo XIX, pero pervive como traje nacional finlandés, el cual todavía se viste, especialmente en las festividades de verano.

Se ha suscitado la pregunta sobre qué es distintivo y particular de Finlandia respecto a nuestro folklore. Hay algunas respuestas posibles como por ejemplo algunos únicos tesoros de poesía popular, el cántele (instrumento de cinco cuerdas), la sauna de humo, el puré marrón que se come en Semana Santa llamado mämmi, o los zapatos y mochilas de abedul.

Todo esto ha ayudado a crear la identidad nacional y aún hoy en día son considerados como románticos o incluso exóticos por los finlandeses. El auténtico único carácter de este patrimonio no viene de esas curiosidades o fenómenos aislados, sino que se encuentra en el modo en que antiguas y tradiciones locales han encontrado un sitio dentro de la constante corriente internacional de innovaciones.


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