Frontera Camboya


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Asia » Thailand » Central Thailand » Aranya Prathet
September 17th 2013
Published: September 17th 2013
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Después de los dos días de trekking por el norte de Tailandia, disfrutando del aire libre, nos han tocado un par de días de ruta, pero esta vez en tren, bus y furgo.

La mayoría de la gente que sube hasta Chiang Mai, vuelve a Bangkok en avión. Es cierto que los precios son de risa, pero no sé.... vamos, sí que lo sé.... lo que pasa es que si en un viaje de veintitantos días, pillas 6 vuelos internos, eso parece más una gira promocional del nuevo disco de Crochet “Historias desde el gris” que un viaje mochilero. Y nosotros, como buenos gumiales que somos, nos chupamos una buena tirada de tren y demás.

El primer tramo fue un tren nocturno que nos ha llevado desde Chiang Mai hasta Bangkok. Como debe ser! Ahí mezclados con la tropa local. En los asientos de al lado teníamos una familia de tres miembros, que por la cena que se pegaron, debían ser de una posición económico-social tailandesa alta. Allí no hacián más que sacar platos, y el cabeza de familia (cariñosamente apodado por nosotros como el "doctor Parnasus") se chupó una botella de vino tinto enterita él sólo. La madre se echaba cubitos de hielo en la cerveza, y el hijo.... el hijo no hacía más que tragar.

El resultado fue que al cuarto de hora de estar tumbados en las literas del tren, el doctor Parnasus empezó a roncar como un auténtico león! El tinto se ve que le estaba fermentando en la tripa y pegaba unos bufidos de escándalo. En el vagón no roncaba nadie más. Y va y me toca debajo de mí, que ya es mala suerte... En fin...

Con dos horas y media de retraso, llegamos a Bangkok. Pero teníamos el tiempo suficiente para ir a comprar unas cámaras de fotos a un centro comercial exclusivamente de electrónica, y volver a coger otro tren hacia AranyaPrathet, ciudad fronteriza con Camboya desde donde daríamos el salto a la tierra de Pol Pot. Lo de las cámaras nos dejó un poco huérfanos, así que decidimos aprovechar las horas que íbamos a pasar entre tren y tren en Bangkok para comprarnos unas. Y así hemos hecho. Los precios son similares a Europa, pero tenemos que tener fotos de nuestro viaje sí o sí, así que ahí que las compramos. Estamos más contentos que pa´qué con nuestros nuevos “juguetes”.

El tren hacia AranyaPrathet era de tercera clase. Sin poder elegir. Asientos con respaldos de 90º, con todas las ventanas abiertas, tragando humo y con las verduras, los pescados, las carnes y todo lo habido y por haber esparcido en el vagón. Menuda mezcla de olores! Y lo bien que lo pasamos ahí hablando con una pareja de Israel, medio jipiolos que empezaron a preguntarnos cosas. Nos contaron que hacían teatro, que ahora habían estado haciendo meditación en un templo durante una semana y bla, bla, bla, “que somos muy jipis y egalité, y liberté y fraternité y todo ese rollo colega”!! En la cena le pregunté a la tipa si era vegetariana y me dijo que sí, pero que a veces comía carne. Yo le dije que lo mismo que yo, que también como verdura, pero cuando se me antoja me pego unos chuletones del quince, nos ha jodido la colega!!!!! Si ya me los conozco yo, ya… en fin… pero he de decir que eran buena gente, eso sí.

El tema es que al llegar a AranyaPrathet teníamos dos opciones. O cruzar la frontera y dormir allí y al día siguiente cruzar con la calma a Camboya. Los 6 guiris que íbamos en el tren lo hicimos. Buscamos un hotel de mala muerte por cuatro duros, cenamos todos juntos y nos fuimos al sobre.

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Para esta mañana habíamos quedado a las 7:30 con los jipis israelies para salir y cruzar la frontera juntos. A las 9:00 salíamos por la puerta del hotel. Se nos han pegado las sábanas, qué le vamos a hacer. Nos hemos disculpado con la chica y nos hemos deseado suerte en el viaje. Probablemente los veamos por Angkor estos días...

El trámite fronterizo es un coñazo de cuidado. No tanto con el tiempo que se tarda sino con las múltiples trampas y timaduras que te intentan colar. Nosotros intentamos ayer y esta mañana cambiar pasta para tener el dinero exacto y joderles a los guardias sus chanzas, pero no hubo manera, y los cabrones nos han metido unos cuantos Baths, de más. En realidad son cuatro perras, pero lo que jode es saber que te la están jugando y no poder hacer nada... la impotencia.

El tema es que en la estación de buses hacia Siem Reap nos hemos juntado unos cuantos mochileros, nos hemos metido en una furgo, y en dos horas nos hemos plantado en la ciudad. Íbamos los dos spaniards, una pareja irlandesa muy maja, una familia de cuatro japos y una tipa canadiense que quitaba el hipo pero más altiva y más tonta que apagar un fuego con aceite de oliva!!!!



Al llegar a Siem Reap también nos la han intentado colar. Nos han dejado, en lugar de la estación de buses, en las afueras, en una corraliza rodeada de tuk-tuks. Ahí te dejan a la buena de dios, y así tienes que pillar el tuk-tuk por pelotas para ir al albergue u hotel que hayas reservado. Como nosotros vamos sin reserva, nos hemos largado de allí andando, hemos decidido tranquilamente a cuál ir, y le hemos dicho al tuktukero que por 0.70€ sí quería que nos llevara, y que si no, humo!! Nos ha llevado, claro...

Después de la ducha de rigor hemos encontrado un garito bastante aceptable para comer y hemos dado una vuelta por la ciudad. Sin duda, lo más bueno ha sido una charla que hemos tenido con dos monjes de un templo, que nos han contado un poco su vida, y los planes que tenían de futuro y demás... desmontándonos la película que teníamos forjada de rigidez absoluta, dedicación monacal y toda ese rollo que te infunden las túnicas naranjas...

Mañana empezamos a visitar Angkor. Hay ganazas!! Ya os contaré qué tal!!

Abrazales a puñados, bros!!!!

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