El Japón Clásico


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Asia » Japan
June 3rd 2016
Published: July 9th 2017
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cosas desconocidas a la venta
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Kyoto es uno de los principales destinos turísticos de Japón y fue una parte importante del viaje, aunque no particularmente por los lugares en sí, sino que porque tuve más ocasiones para de tratar de descifrar la forma de ser de esta gente que me resulta un poco intrigante. Estuve alojado de hecho donde hermanos japoneses, tuve otro guía japonés para visitar la ciudad y además conocí la congregación inglesa en kyoto con una mezcla de nacionalidades.

Decidí tomarme los días en Kyoto con calma porque es tanto lo que hay para visitar que uno se puede estresar fácilmente tratando de hacer todo, y yo no quería eso, la verdad tampoco podía, tuve un problema con mis zapatillas, que aún no me explico, y el primer día en Japón terminé con heridas, así que todo el viaje sufría literalmente al caminar. Además de eso ya venía con un ritmo intenso moviéndome de una ciudad a otra así que esos últimos días me los quería tomar con calma. En todo caso gran parte de las atracciones principales son templos y altares y como tampoco soy tan fanático de eso pude prescindir un poco de varios sitios.

El primer día, después de instalarme en la casa, partí al mercado local, donde siempre se encuentran cosas raras y exóticas y después a recorrer un barrio pintoresco con jardines y construcciones estilo japonés y donde se supone que también se pueden ver geishas. Por si acaso las geishas no son prostitutas ni nada por el estilo, se trata en todo caso de un mundo que también resulta intrigante y un poco misterioso, incluso diría que hasta para los mismos japoneses, pero aquí van algunas bases. Las geishas tienen una larga tradición que data como de la época de los samurái, son las encargadas de animar un velada, "animar" al estilo japonés eso si. Para eso van a escuelas y pasan por todo un proceso donde se les enseña mucha etiqueta, normas de comportamiento y otras habilidades, como bailes y juegos tradicionales, vestimenta, maquillaje, etc. son años de entrenamiento que realizan desde muy jóvenes. Kyoto y en especial el barrio de Gion donde fui es como el lugar para avistar a algunas de las menos de 1000 que quedan en la ciudad de ida o regreso del trabajo en alguna casa de té o restaurant. Es en realidad la única opción que tenemos los simples mortales para ver una, ya que para contratar sus servicios solo se hace por medios de contactos muy exclusivos y obviamente el palo es grande, mínimo unos 600 mil pesos por 90 a 120 minutos.
En todo caso yo no vi a ninguna, después me enteré que hay mil tips para poder captar una foto de alguna geisha: hora, calles específicas y ciertas normas de comportamiento que hay que tener presente para no incomodarlas. Así que eso quedó pendiente hasta que regrese, al igual que ver a los sumos. Esos son cómo los únicos dos personajes íconos de la antigua sociedad japonesa que han sobrevivido hasta nuestros días sin mayores modificaciones.

Después de que oscureciera me fui a buscar un lugar para comer y luego regresar a casa. El regreso fue un poco más largo de lo planificado en todo caso. Resulta que era la primera vez que en realidad llegaba a la casa por mis propios medios y cuando me fui la dejé marcada en el gps del celular para poder volver. Obviamente ya de noche, un poco tarde, el barrio era más difícil de reconocer, pero tenía mi gps que me iba a dirigir a casa. El problema es que donde el gps me dirigió resultó ser un lugar donde ninguna casa me parecía la correcta. Y bueno no tenía dirección exacta, ni número de teléfono, y ya era tarde como para preguntarle a alguien que anduviera por ahí. Encontré un local que no sé de qué era y traté de preguntarle a la pareja que estaba si tenían wifi, porque por internet era el único medio que tenía para comunicarme con los hermanos. La comunicación fue muy infructífera, además que era una pareja de viejitos que la verdad no estoy seguro de que supieran lo que era el wifi. Después de darme 3 vueltas a la manzana donde el gps me marcaba la casa, pensé que estaba malo y empecé a buscar algún wifi abierto y felizmente encontré uno altiro, ya a esas alturas estaba pensando en algún plan B, el problema es que los hermanos se preocuparían obviamente si no volvía. Finalmente me conecté a una señal media débil y pude comunicarme, diciéndoles que estaba cerca solo que no recordaba la casa. Y efectivamente estaba enfrente de la casa, el gps funcionó muy bien. De hecho esa fue una de las primeras casas a la que me dirigí pero la deseche porque tenía una puerta a la entrada, y lo que sí me acordaba es que cuando había entrado a la casa no había reja, entonces la descarte de plano. El problema es que cuando había llegado la primera vez entramos por la segunda entrada, más directa la cual no tiene efectivamente reja. Bueno finalmente se resolvió fácil y siempre se aprenden lecciones de situaciones como estas para los próximos viajes. Esto me lleva a otro tema que tenía pendiente el WIFI. La verdad que hacía todo más fácil porque en las ciudades había wifi en todas partes. En las líneas de metro por ejemplo, en cada estación había internet, obviamente también en los terminales de tren y aeropuertos. Hasta en los buses que recorren Hiroshima tenían wifi abordo y pensar que en Chile recién hace como 2 meses el aeropuerto empezó a ofrecer un wifi gratuito. Definitivamente el wifi gratuito mejora mucho la experiencia porque facilita todo lo que un turista tiene que hacer o saber. Si hasta podía llamar a la isla usando el internet de las estaciones y con excelente señal. Además facilita coordinar el transporte, mapas, visitas a los sitios, lugares para comer y hasta leer el menú del restorán. Los turistas que conocí en Ainokura me mostraron la aplicación de google translator que puede traducir la escritura japonesa, basta con sacarle una foto y escanea los símbolos y los traduce, eso puede ser muy útil por ejemplo, para leer un menú del restorán, claro que hace el proceso un poco lento.

Bueno volviendo al relato de Kyoto al siguiente día, aproveché de salir a la predi con los de la casa, claro que resultó bastante corta. Fuimos donde era la reunión para el servicio y bueno el procedimiento es más o menos el mismo en todas partes, pero se refleja en muchos detalles ciertas diferencias importantes en la forma de hacer las cosas, todo marcado por los buenos modales, el respecto y la etiqueta. Finalmente mandaron a cada una de las parejas a un territorio, que en nuestro caso era como dos calles pequeñas, las cuales terminamos en 45m y donde no salió nadie. En parte porque aquí el sábado se trabaja en la mayoría de los casos y segundo porque la predicación de casa en casa ya no tiene muchos resultados, la gente es bastante apática al mensaje, según dicen los hermanos. Después de esa breve salida al servicio volvimos a casa y decidí partir a conocer y comencé por el sitio que tenía como prioridad para visitar en Kyoto, que en realidad no es un sitio histórico sino que más bien natural. Se trata del bosque de bambús. Suena quizás un poco fome pero la verdad es que hay que estar ahí para verlo y sentirlo. Primero el bambú es una especie un poco diferente al que yo conozco que hay en la isla, crece de forma diferente y por eso este bosque de bambús genera un efecto visual muy especial y un ambiente como de otro mundo, espero que las fotos hayan podido captar algo de eso. Había varias atracciones cercanas pero preferí quedarme más tiempo ahí, reemplacé el almuerzo por un helado, y ya que estaba en Japón tenía que probar el helado de té verde que veía que todo el mundo tenía y al menos no resultó tan malo como el té solo. Después me di el tiempo para visitar un jardín que estaba al lado y que además incluía en la entrada una parada para tomar un té, verde, por supuesto. De ahí me devolví a la estación central en Kyoto y como tenía algo de tiempo antes de que se hiciera tarde aproveché de buscar una tienda que es muy popular pero que durante toda mi estadía aún no había visitado, el haku yen shopu, o como se escriba, las tiendas de todo a 100 yenes. Estas son muy populares primero por lo barato de los productos y porque en realidad no son cosas de mala calidad, como en otras tiendas de este tipo en el mundo. Tanto había escuchado de estas famosas tiendas que no me podía ir de Japón si conocer al menos una y ya que tenía algo de tiempo aproveche de buscar una en internet cerca de mi ubicación. Encontré una que no era muy grande pero que aún así tenía de todo, cosas para la casa, plásticos, servicios, librería, juguetes, comida, ropa, etc. y todo a 100 yenes ósea unos 600 pesos. Al menos compré algo de comida japonesa para llevar a chile y un almohadón de viaje para el cuello, ya que el mío se me había quedado en viña, y normalmente son caros, más de 5 lucas, así que uno a 600 pesos no tenía mucho que perder, y la verdad ha resultado bastante bueno.

El último día en Kyoto iba a ser intenso. Había escrito a estas organizaciones de guías voluntarios y me habían respondido que tenían disponibilidad. Después el guía nunca me escribió y quise igual preguntarles si se iba a poder hacer el tour o no y resultó que sí me había escrito pero había habido un problema con el mail. Me puse en contacto con él, pero justo el día anterior nuevamente hubo este problema con el mail y pensé que el arreglo no iba, hasta ese mismo día en la mañana que me volvieron a mandar otro mail preguntándome porque no le había respondido al guía y nos dimos cuenta que era un problema de comunicación que no me llegaban los mails de él. A esas alturas ya era domingo en la mañana así que yo me iba a mover igual, les dejé el contacto para mi celular y finalmente después de visitar un sitio cuando pesqué señal me comuniqué con el guía y el pobre había diseñado toda una programación ajustándose a mi horario ese día. Resulta que yo tenía que empezar temprano porque ese día había reunión entonces como tenía que terminar temprano era mejor aprovechar la mañana. Finalmente, y después de deshacerse en disculpas, tanto él como la organización por los problemas de comunicación y aunque eran ya eso de las 12 igual el guía estuvo dispuesto a juntarse así que almorzamos, visitamos un castillo y después fue muy buena onda porque el mismo me llevó hasta el salón, que igual estaba como lejos del centro, de hecho no entendía porque yo quería ir allá así que le aproveché de dejar la tarjeta de visita de jw. El castillo que visitamos estaba interesante porque al recorrer el interior de la casa principal con sus habitaciones, se podían ver réplicas de personajes realizando ciertas actividades y eso permitía que uno se pudiera hacer la idea de lo que sucedía normalmente en las diferentes habitaciones. Este castillo además tiene una gran relevancia histórica porque marcó el fin de un periodo muy importante, el de los samurái, donde el jefe de todos estos guerreros o comandante militar, era en la práctica el gobernante del imperio. Fue allí donde se le volvió a entregar el poder al emperador marcando el fin del llamado periodo Edo y la vuelta al poder del emperador reiniciando el periodo imperial y la llamada restauración del Japón con la era Meiji.

Pero sin duda lo más relevante para mí fue poder sacarle info a este guía respecto a la sociedad japonesa. También pude hacer eso donde me estaba quedando. Me quedé donde un matrimonio mayor, solo la esposa era tj, pero tenían una hija que vive en Australia y que justo estaba de visita con su bebe, y ella, además de traductora, también fue como un puente cultural para entender mejor por qué los japoneses son como son y como eso afecta a los tj también. Ese día después de la reunión fuimos con ellos y unos hermanos a comer ramen y después a su casa a tomar sake así que el último día fue intenso aprovechando de tratar de descifrar mejor esta sociedad.

Y bueno qué pude alcanzar a descifrar… creo que al menos algún entendimiento superficial logré, pero me sigue sorprendiendo y creo que hay mucho más por conocer para poder entender por qué esta gente es como es. Hoy estoy volando a San Francisco y al salir de Filipinas tuve que pasar por Japón nuevamente y todos mis vuelos fueron en ANA, línea aérea japonesa, por lo que tengo nuevamente el contacto con las formas de los japoneses y veo en este momento a la azafata que hace una pequeña reverencia cada vez que sale al pasillo a tomar asiento, me recordó la gente que trabaja en el Shinkansen donde también cada vez que uno de los empleados entraba o salía de un vagón hacia un reverencia y aún me sorprende que en estos tiempos esta gente sea capaz de mantener normas de etiqueta que parecen de otro tiempo y lo hacen no porque sea la exigencia de su trabajo o porque alguien este mirando, es como que lo hacen por convicción porque saben que es lo que hay que hacer, así fueron educados.

Claro no es solo eso, normas de etiqueta, sino que es la mentalidad de la gente que ha sido moldeada por siglos en una isla, que aunque grande, sigue siendo isla, produciendo por lo tanto efectos asociados a la insularidad. Además del hecho de que efectivamente la isla estuvo aislada del mundo por varios siglos. Por ley no se podía tener contacto ni ninguna relación con otros países, eso hasta que por presiones y amenazas armadas se abrieron al mundo. Fue durante esos tiempos cuando la sociedad se regía por un código de conducta muy estricto que controlaba cada comportamiento tanto público como privado. Se desarrolló también la mentalidad del bien superior o el de la mayoría, algo que claramente sigue en vigencia, prueba de ello el uso de mascarillas para evitar contagiar a otros. La gente en el comportamiento público no busca su ventaja personal sino que respeta el orden público y no hace nada que pueda dañar ese orden incluso si su propia comodidad se ve en riesgo. Ej: nadie se adelantaría en entrar a un tren por sobre otra persona, en los andenes hay marcas que señalan el lugar de espera y todos los japoneses hacen su fila en orden y entran de la misma forma una vez que bajaron los otros pasajeros del vagón. Nadie rompería ese orden porque causaría un colapso del sistema y eso es lo más importante, eso es lo que permite que todas las cosas en Japón funcionen como reloj. Nadie tampoco trataría de hacer pillería en algo porque sabe que eso daña el sistema. Eso es ese respeto por el bien mayor más que el personal. Eso hace que la criminalidad sea baja también en el país y que por ejemplo, se puedan tener esas maquinas expendedoras en cada esquina a la intemperie porque nadie iría a robarlas o dañarlas, como probablemente sucedería en chile. La vergüenza social es todo un tema, nadie quiere sufrir eso. En un bus una vez a una chica le rodó la maleta del fondo hacia adelante, y la pobre mientras corría a buscarla iba haciendo reverencias y pidiendo perdón a los demás. Eso mismo es lo que quizás en parte ha hecho que todo el tema de la guerra no sea un tema muy hablado en Japón y por ello también que la relación con USA quizás en parte es como es. Lo que me decían con quienes pude hablar del tema de la guerra y su relación con USA, es que primero existe quizás en el subconsciente ese sentimiento de inferioridad al haber perdido la guerra y eso les hace guardarse cualquier resentimiento que pueda haber. Y lo otro es que en los mismos colegios el tema no se toca muy en profundidad porque existen ciertas visiones encontradas y por lo tanto se evita entrar en conflicto. Y claro ningún japonés quiere entrar en conflicto o discusión con nadie, siempre se evita y se mantiene la calma, aún si eso significa guardarse mucho de lo que sienten y piensan. Y eso dificulta justamente el poder llegar a entenderlos y saber lo que realmente piensan.

Muchas de las características de esta sociedad les han permitido lograr desarrollar el país como está, logrando una satisfacción de parte de la población que no es común encontrar en otras partes del mundo. No hay grandes demandas al gobierno, por eso mismo hay poca participación en elecciones, y como razón que se esgrime es que la gente está satisfecha con cómo está el país y no requieren grandes reformas o cambios en ningún tema trascendental.

Obviamente eso no significa que sea el lugar perfecto. Las mismas características que hacen del país y su gente lo que son tienen su carga negativa. Eso lleva a que por ejemplo, tengan unas de las tasas de suicidios más altas del mundo. Debido a la alta exigencia a la que se ven sometidas las personas para cumplir con todos sus roles en la sociedad. Estas exigencias se reflejan en el ámbito laboral donde las jornadas aunque oficialmente son de 8 horas terminan extendiéndose hasta 12 horas y también los fines de semana, simplemente porque si el jefe no se va de la oficina los empleados tampoco lo quieren hacer porque es mal visto, además que afectaría su imagen como trabajador en el contexto de la competencia laboral para lograr ascensos, la cual es muy dura. La sociedad valoraba y veía bien al hombre trabajólico que apenas veía a su familia. Esa es una de las cosas que las nuevas generaciones quieren ir cambiando. Pero incluso las normas de etiqueta se transforman en una carga o peso extra.
Estas también se van relajando con el tiempo, por ejemplo, antes hasta usar celulares en el metro era mal visto, pero hoy ya todo el mundo lo hace. Tan importante es el tema del respeto, la etiqueta y las normas de educación que se reflejan claramente en el idioma, tanto así que prácticamente toda la forma de hablar cambia cuando se está en un contexto formal, cambian los pronombres, conjugaciones de los verbos, partículas, etc. Tan complejo es el manejo del lenguaje formal que los niños en el colegio reciben muchas horas de clases para poder saber cuándo y con quienes se utiliza qué tipo de comunicación.

En la congregación todos estos rasgos culturales también se ven reflejados en ciertas exigencias extras o convenciones sociales que se esperan de los hermanos. Incluso para quienes son japoneses puede resultar difícil estar a esa altura, pero aún mas para los tj que vienen de otras culturas, como los de habla hispana, muchas veces estos se ven en dificultades tratando de cumplir las expectativas o convenciones que se esperan en la congregación, cosas que obviamente tienen que ver más con la cultura que con principios.

En realidad todas las culturas tienen su lado positivo y negativo y Japón no es la excepción. Toda esa exigencia y carga que se imponen en distintos ámbitos lleva a muchos a un estrés o depresión por no poder estar a la altura de las expectativas. E incluso en el caso de los que sí las alcanzan lo hacen a un costo bastante alto. Ese es como el lado B de todo el desarrollo y buen funcionamiento social que se observa en este país.

A pesar de esto y de qué la comida me dio un poco de trabajo ya que no es mucho de mi estilo, con excepción del ramen que probé casi el último día, Japón se convirtió en uno de los pocos destinos donde espero volver. Hasta el momento de todos los lugares que he ido solo París estaba en esa lista. En realidad hasta podría vivir en Japón, eso sí que sería una experiencia. Espero seguir aprendiendo japonés en todo caso para que cuando llegue el día que pueda volver pueda también, en su propio idioma, tratar de seguir develando la mentalidad de esta sociedad.


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