India. Parte 3 de 3. Vuelta al mundo. Round the world trip.


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January 6th 2006
Published: June 3rd 2006
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DÍA 228. 10 DE DICIEMBRE DE 2005. DELHI, INDIA: LA CIUDAD Y EL RUIDO



De regreso en India, llegar otra vez a una gran ciudad no me hace feliz. No me gusta Mumbai. No me gusta Delhi. Hace un año, cuando decidí lanzarme a hacer este viaje, estaba considerando otras alternativas, entre ella una beca para un curso de cuatro meses en esta metrópoli polvorienta y ruidosa. ¡Ufffff! De la que me salvé.

Mumbai y Delhi son sitios de los que hay que salir corriendo antes de perecer entre la locura de su tráfico, de su contaminación y de su desastre humano. Pero Mumbai por lo menos tiene trazos de personalidad interesantes, cultura, vida nocturna, cine, una clase media arrogante pero activa, en tanto que Delhi carece de ellos y apenas tiene como única ventaja una temperatura más moderada.

Llevo algunos días aquí y alucino. En la Delhi antigua hay que despertar la curiosidad social, no la artística, porque si bien hay construcciones relevantes, no vale la pena dejar de visitar otras maravillas de India para venir a ver las de aquí, que son, principalmente, dos: Jama Masjid, una mezquita enorme y muy bonita, en donde para variar
Peregrinos en MaduraiPeregrinos en MaduraiPeregrinos en Madurai

Nenas de Kodaikkanal
no faltan los sabios hombres de religión que tratan de sacarte el dinero como sea posible, incluso mediante el engaño, y el Fuerte Rojo, un recinto amurallado enorme en pésimo estado de conservación (por lo menos los clérigos abusivos de la mezquita sí cuidan su lugar), con un museo de la guerra que da pena y jardines y estanques en triste declive, pero eso sí, murallas imponentes. No vale la pena pagar por el ingreso, desde afuera se ve lo suficiente (¡ah!, y si van a la mezquita, escondan la cámara y juren que la perdieron, para que no les hagan pagar el impuesto; después no hay quién pida el comprobante; tampoco permitan que les cuiden los zapatos sin negociar la "propina" previamente).

El resto del barrio antiguo de Delhi es una miseria. No tiene la brillantez de los callejones de Varanasi, por ejemplo, sólo el polvo y la mugre. Y un tráfico exasperante (que en algunas calles es casi sólo de bicis y ciclorickshaws, lo que hace sentir que uno está en 1890) en medio de inmensas telarañas de cables enredadas a lo largo de las calles y de edificios envejecidos que se caen a pedazos. Alguien podría
Guapa de MamallapuramGuapa de MamallapuramGuapa de Mamallapuram

En el orfanatorio de Elkanah
compararlos con las casas de Centro Habana, pero allá no hay tanta basura y la gente le pone otro ritmo a las cosas, la actitud es muy diferente. Aquí, te da vergüenza porque terminas preguntándote cuál es el vicio cultural que impide que las personas se den cuenta de que no es inevitable vivir así, que podrían hacer algo. Por ejemplo, el dueño de la tienda de telas que junta la basura que deja su clientela, podría imaginar una alternativa distinta a salir a desparramarla en mitad de la calle, justo frente a su negocio, a tres metros. No le importa.

El contraste es Nueva Delhi (son los barrios construidos por los ingleses para alojar los edificios del gobierno, las embajadas y... su casas y negocios, claro está, lejos de los indios; pero están dentro de Delhi), bien dibujada, con avenidas anchas (incluida una, Rajpath o "camino real", que es verdaderamente ancha, mucho más que la 9 de Julio de Buenos Aires, de la que los argentinos dicen que es la más ancha del mundo; sorry, che!), cero miseria, nada de gente viviendo en lonas acomodadas contra los muros ni puestos ambulantes, de hecho bastante incómoda para el turista
Picaron de ElkanahPicaron de ElkanahPicaron de Elkanah

En el orfanatorio de Elkanah
que se mueve a pie y tiene sed. Pero Nueva Delhi no es más que eso: unos barrios bien dibujados, sin sabor ni algo especial, nada que merezca la pena. Alguien dirá hay que ver el complejo donde funciona el gobierno o el edificio del parlamento. Pues no, son bastante anodinos. Así que insisto: nada. La verdad es que a quien quiera conocer India, puede saltarse Delhi.

Cuando acababa de llegar, pensé que me costaría mucho trabajo superar las cosas difíciles de India. Llegué a Pune tres semanas después y me sentí mucho mejor, más ubicado y tranquilo. Me reconcilié un poco. Ahora, de regreso de Nepal, otra vez me impacta lo chocante, pero con la diferencia de que ya no lo veo como novedad. Se me hace difícil tener una enorme paciencia. Les he perdido el respeto, por ejemplo, a los pedigüeños, conductores de rickshaw, vendedores, promotores y toda esa fauna que te persigue 25 horas al día. Antes me negaba con una sonrisa y daba explicaciones, ahora no les pongo atención o los mando al diablo sin cortesías (de todos modos, la gente del norte de India es bastante descortés, lo contrario que la del sur), con
Gandhi bajo el solGandhi bajo el solGandhi bajo el sol

Estatua de la Marcha de la Sal, en Nueva Delhi
burlas o de plano discuto mostrándoles los dientes.

India tiene sus buenos, sus malos y sus compensaciones. Por ejemplo, las imágenes que se pueden ver aquí son escalofriantes en términos de miseria y dolor. Las compensan el colorido de los saris, la belleza de sus templos, la visibilidad de sus fiestas y ceremonias, la magnificencia de sus esculturas. Los olores son muy fuertes siempre, en ocasiones nauseabundos, a causa de la suciedad omnipresente, pero a los indios les encanta el incienso (algo perfectamente comprensible) y es normal que en las casas, los comercios e incluso los puestos ambulantes se perciban aromas deliciosos.

A los sabores hay que acostumbrarse. Otros viajeros consideran que los mexicanos deberíamos tener ventajas especiales, en la medida en que nuestra cocina es muy especiosa, pero por un lado yo nunca he sido un buen comedor de picante y, por el otro, aquí utilizan cosas que no tienen qué ver con lo que yo he comido y que simplemente me resultan muy desagradables. Pero pude aprender. Con amigos o en solitario descubrí cosas que me gustaban más (¡uuummm, paneer masala! --léase lo anterior con voz yomi de Homero S.), o que resultaban útiles para esconder
Vamos todos!Vamos todos!Vamos todos!

Detalle de la misma estatua
o moderar el sabor de otras (truco: los derivados del yogurth, como la raita con vegetales, son la salvación para adecentar un plato intragable).

En donde de plano no hay manera de reconciliarme con las ciudades indias (y en esto soy irreductible, como dijo el poeta del lado oscuro del corazón), algo que me hace pensar que no sería capaz de vivir aquí, es el ruido. ¡Pero qué cosa tan nociva, dios mío!

Cinco mil años de cultura refinada no les sirvió a los indios para apreciar las virtudes del silencio y de los sonidos delicados. Aquí todo es intenso y constante: el tronar de los autorickshaws, con sus máquinas trastosas y humeantes; el carraspeo de maquinaria diversa, tan antigua como tosijosa; el recurso abusivo, bárbaro, destructivo a la bocina --claxon-- como instrumento fundamental de manejo; la gente no dialoga, discute a gritos (no gana la razón, sino el volumen, aunque no es eso lo que valora Amartya Sen en "El indio discutidor" --"The argumentive Indian"); el total desconocimiento de que una forma de respeto también puede ser el guardar silencio o moderando la voz (hay que ver a la gente subir a un tren a las 3
Generos, religiones y razasGeneros, religiones y razasGeneros, religiones y razas

Detalle de la misma estatua
de la mañana, encender las luces y gritarse a 20 centímetros de tus oídos mientras tú tratas de dormir), etcétera, etcétera.

La compensación, en este caso, debería provenir del lado de la música. Me siento desconsolado al decir que no. Yo no la he encontrado ahí. Salvo en algunos géneros tradicionales, no me gusta, la de Bollywood, la popular ni la occidentalizada. Es más: la alucino, sobretodo la que está de moda. Tal vez alguna me pareció agradable antes de venir aquí: la repetición me agotó. Como si no vivieran en una sociedad sumamente ruidosa --o tal vez como reflejo de ello--, su música es muy intensa, abudante en percusiones y cuerdas que golpean con ritmos acelerados, voces femeninas exageradamente agudas. La gente parece apreciarla más cuando sube el volumen y la deja salir distorsionada de bocinas lamentables.

Más lo que hacen los religiosos (todos: hindúes, sikhs, musulmanes, cristianos): los devotos incondicionales --seguramente sordos-- han convencido a los clérigos de que tienen buenas voces. Sus alaridos se elevan a toda hora, incluso en la madrugada, desde los altoparlantes que colocan en las torres de sus templos para alabar a dios. O para demostrarle que sus siervos le son
Que se levante el debilQue se levante el debilQue se levante el debil

Detalle de la misma estatua
tan, pero tan inmensamente fieles que soportan todo. ¡El gesto más sublime de entrega total!

Mis amigos indios me van a matar por este post pero es que en verdad no entiendo alguna cosa. Por ejemplo, con tanto escándalo, ¿cómo fue que Buda pudo alcanzar la iluminación? Por eso es tan fuerte el movimiento para sacar a los chinos del Tíbet: a los lamas no les queda pelo qué arrancarse y les urge regresar.


DÍA 229. AMRITSAR, PUNJAB, INDIA: DE TEMPLOS, SOLDADOS Y TEATRO



La capital del sikhismo tiene dos puntos muy importantes, uno por su dimensión histórica y el otro por su belleza. Además es el lugar más próximo a uno de los ejemplos del siglo XXI del chauvinismo del XIX, una demostración militar que resultaría chistosa si no fuera por la carga de muerte masiva que tiene detrás (aunque tal vez encierra una insospechada propuesta de paz y arte).

Una de las cosas más terribles de la religión hindú es el sistema de castas. Casi todas las religiones son explicaciones legitimadoras de la servidumbre: resígnate a lo que eres en esta tierra porque dios lo quiso así, el patrón es el patrón y
Puerta del Fuerte RojoPuerta del Fuerte RojoPuerta del Fuerte Rojo

En la vieja Delhi
tú, donde te tocó. Pero el hinduismo es una de las más obvias y aprisionantes: si eres una rata miserable aguántate, porque es tu castigo por lo que hiciste en vidas pasadas (lo que sea que haya sido, seguro que fue malo) y no tienes derecho a tratar de mejorar tu destino. Eso significa que los estratos de la sociedad --las castas, que tienen tareas asignadas desde la antigüedad-- son impermeables y nadie debe moverse de uno a otro. Es una religión de prisiones que aplica el divide y vencerás a tal extremo, que los miembros de la casta más pobre abusan de los de la otra que es aún más pobre.

Hace dos milenios y medio, Buda creó su doctrina en protesta contra este sistema, y por eso tres millones de dalits (los intocables, la casta más baja) se han convertido al budismo en las últimas décadas. Dos mil años después, en el siglo XVII, otro gran movimiento desertó de esas restricciones y creó la religión sikh, creyente en un solo dios (algo que tomó del Islam).

Los sikhs son famosos por los turbantes que usan los hombres: es obligatorio y por su derecho a no quitárselo
Gran mezquitaGran mezquitaGran mezquita

En la vieja Delhi
jamás son capaces de todo. Actualmente, en Francia, un sikh promueve un proceso judicial para que lo dejen salir con él en la foto de la licencia de conducir, y ha lanzado la pregunta de si se puede ser sikh y francés a la vez. En las instituciones uniformadas indias --policía, ejército--, los sikhs usan turbantes del mismo color que las gorras y cascos de sus colegas. Vi a uno que iba en una moto y se le cayó el turbante: su cabello era largo, largo, como en dreadlocks --tiras de pelo tipo Bob Marley--. Creo que nunca se lo cortan.

Son gente reconocida por su capacidad de empresa. En todo el mundo donde hay sikhs, se los puede ver bien vestidos y haciendo dinero. Punjab es un estado sin grandes recursos naturales, pese a lo cual es uno de los más ricos del país. El actual primer ministro indio, un hombre reconocido internacionalmente como sabio y respetable, es un sikh, Manmohan Singh (creo que casi todos ellos se apellidan Singh). Y son peligrosos: aunque su religión es muy, muy joven, de menos de 400 años, se las han arreglado para hacerles la vida difícil a todo tipo de invasores, desde los mongoles hasta los británicos, e incluso a los hindúes. Para enfrentar un movimiento extremista sikh que se apoderó durante años del Templo de Oro de esta ciudad, la entonces primera ministra Indira Gandhi envió al ejército a que lo tomara a sangre y fuego. Le costó la vida: la asesinaron los miembros sikhs de su guardia. Y a los pocos años, los ultras se volvieron a meter al templo. Así que el gobierno indio prefiere llevársela tranquila con los sikhs.

El Templo de Oro resultó más impresionante de lo que había imaginado. No es un templo solamente, sino un complejo: grandes edificios blancos en el exterior, con algunas torres y cúpulas, y un gran estanque en el interior. En el centro del agua, brillando, el Templo de Oro (cubierto por cientos de kilos de metal precioso), unido a tierra por una calzada atestada de peregrinos, todos con el cabello cubierto (en esto, al contrario de otras religiones, los sikhs son parejos: hombres y mujeres se tapan el pelo). Para entrar en el complejo hay que lavarse los pies, también a fortiori. No importa que el agua esté helada y el mármol del piso, peor.

Aunque
Desde el minarete de la mezquitaDesde el minarete de la mezquitaDesde el minarete de la mezquita

El Fuerte Rojo, al fondo
me desagrada el tema del oro --esa religión promueve la modestia, pero como las demás, cae en la ostentación vacua--, el tema del dinero es mucho menos obvio que en otros templos. Aquí, al revés, predomina la solidaridad: el que quiera comer y dormir lo puede hacer gratis. El comedor es un salón enorme con largas tiras de tela en el piso donde la gente se sienta. Todos los que trabajan ahí son voluntarios que pueden ayudar diario o sólo durante un rato, en la ocasión en que visitan el templo. Uno te da el plato hondo, otro el extendido, uno más la cuchara. Uno organiza a la gente que va pasando, otro sirve un potaje de lentejas, uno más el agua. Todo lo que quieras. Y además chapati (tortillas), sólo tienes que levantar las dos manos para que te den (si levantas sólo una, haces una grosería). Terminas, entregas cada plato a una persona diferente, y los montones pasan a unos lavaderos donde decenas de personas los limpian.

Así es todo: de pronto, alguien decide que es hora de arreglar los pisos del complejo y cientos de personas toman cubetas para hacer la fiesta del agua. Es una cultura a la vez muy empresarial y muy comunitaria, no tiene el sentido individualista de yo me las arreglo por mi cuenta y que los demás se amuelen. Tal vez ahí está el secreto del éxito y la fuerza de los sikhs.

Esta mañana, antes de ir al templo, fui tempranito y desvelado a Jallianwala Bagh, que está a cinco minutos de distancia. Aunque es un sitio de gran importancia en la lucha de liberación india, el esfuerzo por convertirlo en memorial de los mártires hace difícil imaginar la tragedia que ocurrió allí: nivelaron el terreno, construyeron pasillos, levantaron monumentos e hicieron jardines. Ahí, en un espacio de poco más de una hectárea, rodeado poraltas paredes y sin más salida que la que bloqueaba el orgulloso ejército británico, los soldados abrieron fuego contra 20,000 personas desarmadas.

La estampida de la gente que quería escapar fue terrible, los que caían heridos no podían levantarse más porque se veían rápidamente sepultados y aplastados por otros que tropezaban, las madres fueron acribilladas con sus hijos en brazos. Pude ver un pozo de lamentos con diámetro de unos cuatro metros. En la desesperación por huir de las balas, muchos saltaron a él
Como en el pasadoComo en el pasadoComo en el pasado

Centro de la vieja Delhi
en busca de protección. Imagino gente que caía encima de otra, todos tratando de nadar para no ahogarse, y más personas que al caer empujaban a otros hacia abajo, más abajo en la oscuridad del agua ensangrentada. Sacaron 120 cadáveres de ahí. En total, murieron 379 personas, incluidos 41 niños y un bebé. Hubo 1,500 heridos.

La concentración, en 1919, era parte de la resistencia pacífica convocada por el Mahatma Gandhi para protestar por una nueva ley que permitía el encarcelamiento sin juicio de cualquier sospechoso de oponerse al dominio británico. Los responsables, el gobernador O'Dweyer y el oficial Dyer (que significa teñidor; profético apellido para un tipo sangriento) no fueron castigados por Londres; algunos los llamaron héroes. El noble Imperio de Su Majestad Británica nunca fue veloz para reconocer sus vergüenzas y derrotas.

La gente no aprende. Como si Gandhi nunca hubiera pasado por aquí, India está muy interesada en recibir tecnología y combustible estadounidense para su industria nuclear, que GW Bush le quiere dar aunque India no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear ni acepta inspectores de la ONU, y de que desde los 70 se hizo de armas nucleares y ha realizado detonaciones
Transporte escolarTransporte escolarTransporte escolar

En Pahar Ganj, la zona de mochileros donde un mes antes los terroristas hicieron explotar una bomba.
subterráneas. Su vecino, Pakistán, también. Los dos son queridos de Bush, a pesar de que en 2003 estuvieron a punto dedeclararse la guerra... por cuarta vez. Llevan tres guerras desde la "partición", el acuerdo por el que India se dividió en tres partes, dos de ellas musulmanas, y que le costó la vida al Mahatma.

Fui a Atari, muy cerca de Amritsar, donde está la frontera con Pakistán. No sé si la antigua empresa de videojuegos, pisoteada después por Nintendo y Sony, tomó su nombre de aquí, pero el lugar está bueno para inspirar juegos de guerra. Todas las tardes, al cerrarse el paso fronterizo, los cuerpos de guardias de ambas naciones celebran ceremonias guerreras en las que zapatean, gritan y se miran retadores mientras sus compatriotas gritan como si se tratara de un partido de futbol. De hecho, en ambos lados se han construido altas tribunas fijas para que la gente pueda mirar el show. Los militares, que parecen tomados de entre los que no fueron aceptados en la selección de baloncesto --nada qué ver con la estatura promedio de los indios--, están ataviados con uniformes de gala y al final se dejan tomar fotos y dan autógrafos. Una parte del público tiene familiares del otro lado, de los que quedaron separados tras la partición, y se saludan cariñosamente desde lejos aunque poco antes, durante el evento, hayan formado parte de los poderosos coros que tratan de humillar al contrario. Supongo que, como en el fut, al final los hinchas de ambos equipos se irían juntos a beber cerveza, pero éstos son musulmanes e hindúes y sikhs, y no beben. Ah, y tienen una frontera enmedio.

Es un acto curioso de patrioterismo que sólo daría risa si no tuviera tres guerras detrás, con miles de muertos, y un conflicto grave tan reciente como en 2003. India sigue acusando a Pakistán de no hacer suficiente por detener a los terroristas islamistas que ponen bombas para separar a Cachemira.

Por otro lado, los ejércitos de ambos países, enemigos acérrimos, se han puesto de acuerdo para poner escenario, gradas, coreografía y puesta en escena, y convertir así la rivalidad en espectáculo teatral. Acaso ocurre que su demostración de machismo sea en realidad una propuesta al mundo, un llamado práctico a transformar todos los campos de batalla en salas de danza, todos los ejércitos en troupés, los generales en prime ballarine y los pelotones de fusilamiento en chicas del coro.

Sería más bonito. ¡Y divertido! (Aunque tal vez no un éxito artístico.)


DÍA 231. DELHI, INDIA: EL EXAMEN DE VIH



Hace seis meses, cuando acudí a la segunda Conferencia Sudafricana sobre Sida, en Durban, aproveché la oportunidad para practicarme un examen rutinario de VIH. Estos análisis no tratan de detectar el virus, sino los anticuerpos que producimos para combatirlo y que pueden tardar en aparecer hasta 90 días. Por lo tanto, un resultado negativo sólo garantiza que estuviste libre de la infección hasta tres meses atrás y para tenerlo actualizado debes hacerte un segundo test. Para combatir la desidia, que ya me estaba ganando, y darme una idea de cómo está la lucha india antisida, decidí hacérmelo aquí.

La primera dificultad fue descubrir dónde diablos se realiza. Acostumbrado a países como Sudáfrica, Tanzanía y Kenya, supuse erróneamente que en las calles abundan las ONG que tienen VCT (centros de consejería y examen voluntario), pero no es así. En internet encontré referencias a hospitales, lo que me daba flojera porque parecía mucho trámite, y nada de ONG. Localicé tres grupos de acción antiVIH y les envié mails preguntando dónde hallar un VCT.

Dos, de plano, ni me pelaron. En otro se tardaron en contestar, pero lo hicieron y me recomendaron un hospital del que ya tenía la referencia. Así que a buscarlo en el mapa. Una vez ahí, fue un lío localizar el VCT, tardé 40 minutos porque nadie sabía lo que era. Resultaba embarazoso estar aclarando que es donde te hacen la prueba del sida (lo de VIH no les sonaba a nada). A mí me da igual, pero estoy seguro que el 90% de la gente se sentiría desanimada en una situación similar y preferiría dejar de buscar el VCT antes que repetir a 20 personas que quiere saber si tiene sida. La importancia de eliminar los estigmas contra la gente con VIH tiene dos caras muy importantes: una es de comprensión y solidaridad y la otra de salud pública. Una sociedad que maltrata a su gente con VIH está promoviendo que nadie se vaya a examinar y que el virus, por lo tanto, se siga extendiendo en ella. El que discrimina a quienes tienen VIH está poniéndose a sí mismo en peligro.

Me alegró ver que no había ningún problema para
ExploradoraExploradoraExploradora

Samantha en el Gran Tar
que me hicieran el análisis, ni por haber llegado por cuenta propia ni por ser extranjero. Me pareció curioso que en el impreso de solicitud hay que marcar una de tres opciones: "Male. Female. Eunuch." Por eunucos designan a las personas que han cambiado de sexo.

Vi otros dos asuntos, además:

Uno es que regalan condones que van a expirar dentro de tres semanas. El consejero, que por otro lado es muy amable, se molestó cuando se lo dije y replicó que la gente es informada de eso y sin duda los usará todos antes de la fecha de caducidad. Sí, cómo no, no creo que nadie se hubiera enterado si yo, que soy un metiche irreparable, no anduviera metiendo la nariz en todos lados.

El segundo tiene que ver con la moralidad india, el país sexualmente más conservador del mundo, según la encuesta Durex 2005. En el consultorio tienen unos dibujos de cómo se puede contagiar el VIH. Aquí no se vale andar con desnudos ni situaciones explícitas, así que pintan las sombras negras de una pareja que se está dando un beso (esto ya es todo un atrevimiento; las películas de Bollywood --los estudios de Mumbai/Bombay que producen más que Hollywood-- son famosas porque los enamorados nunca se besan). Le señalé al consejero que esto podía confundir porque: a) se fortalece la idea falsa de que el virus se contagia por la saliva y con ello se justifica la estigmatización de los infectados; b) en personas muy desinformadas, se puede hacer pensar que son los besos, y no el intercambio de fluidos corporales durante la relación sexual, los que generan el riesgo, así que se vale hacerlo pero sin meter la lengua.

Mi interlocutor no estaba para bromas y otra vez no le gustó mi comentario. Pero eso fue hace cinco días, hoy fui a recoger el resultado y muy sonriente me dijo que no problem.

De todos modos, y considerando que India tiene más de cinco millones de personas VIH + (la segunda peor cifra del mundo, que muy probablemente está subestimada), me doy cuenta de lo difícil que es ser responsable y hacerse el examen. A pesar de tener acceso a información y estar preocupado por el tema, me costó trabajo analizarme. Hacen falta decisión y medios. ¿Y la gente normal, que ni está tan enterada ni le preocupa conocer lo que podría ser una mala noticia?

Mi primera reacción fue criticar a India por no disponer de un programa de atención eficaz ni siquiera en su capital, pero después pensé en México: yo sé dónde se hacen esos exámenes porque he ido antes, pero... ¿lo sabe todo el mundo? Los lectores de este blog, que se informan y vagan por internet, ¿saben dónde y cómo hacerse el test? ¿Ya fueron? ¿Les importa?


DÍA 233. TREN JODHPUR-JAISALMER, RAJASTÁN, INDIA: TAJ MAHAL Y CIUDAD AZUL



No puedo menos que admirar la resistencia de Samantha, la amiga inglesa con la que viajé en Sudáfrica: en 100 horas ha estado por tres continentes, tres países, cinco ciudades y tres estados indios. Aceptó casi sin quejas (ese casi es más bien laxo, pero igual) mi plan de viaje y enfrenta bien sus desajustes de sueño y las noches en literas de tren.

De último momento, por cuestiones de trabajo, tuvo que ir a México. De ahí tomó el avión a Londres, arregló cosas, redactó informes, besó a su madre y a su perra, y de nuevo por aire a Delhi. La recogí casi las dos de la mañana, la llevé a dormir tres horas, tomamos el tren de las siete a Agra...

Agra, la magnífica capital mongola de la guerra y el romance, con su potente y deteriorado fuerte rojo con celdas en donde el constructor del Taj Mahal (que lo hizo para albergar el cadáver de su esposa, muerta después de una docena de partos) vivió y murió encerrado por su hijo, admirando el gran mausoleo en la distancia.

Que es imponente, como todos sabemos. Lo curioso es que siempre nos presentan el Taj Mahal aislado de su contexto, cuando integrado en él luce mucho mejor. Para llegar hay que pasar por un hermoso edificio de piedra roja que tiene una gran puerta decorada en el medio: a través de ella, el Taj Mahal se ve mucho más blanco y luminiscente. A ambos lados del edificio y sus cuatro esbeltos minaretes, hay hermosas mezquitas, también de piedra roja, decoradas con inscripciones en árabe. Cada una de estas construcciones merecería fama y visitas individuales, pero en conjunto son grandiosas y perdemos mucho cuando vemos el Taj Mahal en solitario.

Cuando conquistaron el lugar, los ingleses tuvieron la brillante idea de ponerlo a la venta... como montón de
Badja y SeruBadja y SeruBadja y Seru

Desayuno
piedra, ofrecieron el mármol por libra. En otros lugares donde los brits han cometido masacres y perdido batallas que han querido disfrazar con supuestos actos de heroísmo, a Samantha le importa absolutamente nada. Pero confundir esta maravilla con material de construcción es otra cosa y aquí sí se permitió admitir cierta vergüenza por la estrechez mental de sus compatriotas.

Era una parada de horas, apenas a tiempo de visitar el fuerte y el Taj. Jalé a la pobre Sam, con su jet lag, su ajetreada conciencia de inglesa, sus tres noches de avión y tren y sus dos mochilas, de una a otra de las dos estaciones de ferrocarril de Agra, en un veloz y emocionante viaje en autorickshaw (mototaxi): el chofer parecía creer que traía a Condoleezza Rice con el presidente Manmohan Singh, pero no traíamos escolta ni sirenas que abrieran el paso y los demás conductores no parecían comprender nuestra calidad de VIP people. Así fue que nos quedamos atrapados entre varios rickshaws en un semáforo, nuestro chofer demandó a gritos que se apartaran y sin más, brooom, arrancó, golpeó a otro mototaxi --cuyo dueño sacudido volteó con ojos de qué está pasando aquí-- y lo bañó con insultos mientras seguíamos camino. A mi querida amiga se le salía la flema británica por el pecho.

Sentados en el andén vimos aparecer a una muchacha chino-australiana que se hacía pelotas para encadenar su equipaje. La estábamos ayudando cuando llegaron un kiwi y otra aussie, empezaron las anécdotas y la plática se puso animada. Casi 20 indios, que no estaban relacionados entre sí ni hablaban más que un inglés elemental, o peor, se reunieron poco a poco a nuestro alrededor, a mirarnos de pie. Los indios son muy curiosos y despreocupados, por lo que uno se acostumbra a que lo estén viendo todo el tiempo, pero esa situación era tan extraña que les empezamos a hacer bromas sobre cuánto habrían pagado para ver nuestro espectáculo. No nos entendieron y siguieron en lo suyo: mirarnos.

Así llegó por fin el tren, con dos horas de retraso --normal--, y Sam subió a su litera, o se arrastró, más bien. Dos segundos después estaba dormida. Y seguía así pocas horas después, mientras sujetaba su mochila con cara de estoy soñando en el andén de Jodhpur, y la llevé a la consigna de equipaje para que nos guardaran las cosas.

Por fin llegamos a Rajastán, una de esas tierras de leyenda, de reyes, camellos y batallas. Jodhpur, con un hermoso castillo sobre la colina que controla la ciudad --desde donde la mirada del marajá determinaba la vida y la muerte de los súbditos, y donde las mujeres del harem tejían y destejían rumores y conspiraciones--, es una ciudad azul porque la gente le perdió el respeto a los brahmanes, la casta religiosa que domina a las demás, y robó el color característico de sus casas para aplicarlo en todas.

En las murallas del castillo conocimos a dos niños. Uno de ellos, de 10 años, era músico en formación y tenía una sonrisa muy carismática. Se lo quise endosar como prospecto a una chavalita australiana, de 9 años, hija de una pareja que conocimos, pero fracasé en mi intento emparejador. Qué bueno, siempre me sale mal, tal vez ni siquiera tenían futuro juntos.

Y así subí de nuevo a la pobre Samantha al tren. Ahora ronca en su litera, en un sueño en el que seguro se le confunden los continentes, las culturas, los climas y los idiomas. Si por alguna causa abriera los ojos ahora, no sabría en qué país ni en qué siglo está. Pero será mejor que los mantenga cerrados: le quedan sólo cinco horas antes de llegar a Jaisalmer, la ciudad del desierto, y nos esperan muchas horas a lomo de camello.


DÍA 238. JAISALMER, RAJASTÁN, INDIA: EL FUERTE DEL DESIERTO



No fue la belleza del silencio, tan raro en India, que parecía asentarse sobre el Gran Desierto del Tar con más suavidad que el aire. Tampoco abrir los ojos y ver la cara cómica de "Pancho Villa", mi camello remolón y distraído. Ni sobrevivir al peso de las cinco pesadas mantas de lana que tenía encima (que hacen muy bien su trabajo y no paso frío). Creo que lo que me sorprendió al despertar fue la poca cantidad de arena que teníamos encima. Digo, claro que estábamos llenos de arena, y cuando regresamos a Jaisalmer salió, pero es mucho menos de lo que imaginé.

Hace quince días vi el sol levantarse por atrás de los altos picos del Himalaya. Esta mañana se asomó entre las dunas: la gris membrana de la atmósfera pareció abrirse como embudo para parir un rojo y belicoso círculo ígneo.

Samantha, Joâo (un simpático portugués
Sadhu de UdaipurSadhu de UdaipurSadhu de Udaipur

Uno de los supuestos "hombres santos"
que nos acompaña) y yo nos acercamos a desayunar con el buen Badja, un rajastani musulmán que nos guía y cuida en todos los aspectos. Es genial este hombre: creo que es analfabeta y jamás ha salido del desierto, pero tiene un sentido del humor grato y veloz. Quiere su trabajo y cuida muy bien de los camellos. He oído de otros que tienen mucho menos cuidado.

Además, se las arregla con nada para hacer fuego y cocinarnos vegetales con chapatis, todo lo que queramos. Estábamos en eso cuando llegó Seru, el chico de once años que lo ayuda y que ayer en la noche se llevó a dos de los enormes jorobados a una aldea, para que tuvieran buena comida. Poco antes de que se fuera, nos había visitado un hombre que apareció de la nada, dejó algo y se fue. Más tarde, en la cena, tropecé con un par de zapatos tenis que no parecían faltarle a ninguno de nosotros. Badja dijo que pertenecían a Seru: el visitante era su hermano y lo había buscado para hacerle un regalo. Todos celebramos al chico, que sonreía feliz con sus ojos inmensos.

Imagino que debe ser una tortura
En el motorickshawEn el motorickshawEn el motorickshaw

Con Nandita (de Hyderabad) y Sam
usar zapatos cuando toda la vida has ido descalzo. Pero Seru llegó esta mañana, muy a tiempo con los camellos, guapo sobre su montura y luciendo los tenis en los pies. Estaba orgulloso.

Las jornadas sobre el camello son destructivas. Es la tercera vez para mí, lo hice hace un par de años en Egipto, pero por periodos breves. Cuando Badja los hace trotar, brincas y brincas sobre tus propias lonjas y al día siguiente estás que no te la acabas con la espalda. Así vamos, igual, subiendo dunas y atravesando aldeas rajastanis.

El Gran Desierto del Tar es fascinante, como también lo es su capital, Jaisalmer: una urbe de edificios ocres, en la que preside un castillo sin rival que es uno de los monumentos más vivos de India, en sentido literal: está habitado por miles de personas, que además ahí trabajan, han creado restaurantes y pensiones, y uno puede quedarse en la habitación construida sobre las murallas o en el dormitorio de los antiguos señores de una haveli (residencia de comerciantes adinerados). Es realmente una fortaleza con magia.

Los anfitriones de nuestra haveli son Dileep y Dinesh, quien se autodenomina Denis the Menace (Daniel el
Trabajo femeninoTrabajo femeninoTrabajo femenino

De lo mas comun en Asia.
Travieso) y cocina muy bien. ¡Ah, qué pancakes! Gente fina y entrañable que trata de conocer a sus huéspedes y hacerlos sentir en casa. Tal vez Denis se pasa un poquitín y ya se aparece hasta en mis sueños, pero con Samantha se lleva muy bien.

La otra noche le dio tequila. Pobre Sam, trajo una botella desde México para que nos la echáramos, pero llevo un mes y medio en una extraña fase abstemia en la que no se me antoja ni una chelita. Yo digo que es el ambiente: salvo Goa y algún otro rinconcito, India no es sitio para el reventón y, si no hay buena vibra, pues no tiene chiste. Así que la inglesita, a quien ya se le hacía de aserrín la garganta después de tantos viajes y polvo, convenció al inocente Denis de echarse un traguito, y... ¡casi se le van los ojos al pobre! Yo le dije que era mala, que debió haberlo advertido, pero el chico repitió y se puso alegre. ¡Ja! ¡Con dos!

Otras havelis de la ciudad, fuera del fuerte, se han convertido en hermosos museos. En una de ellas tuvimos una situación desagradable. Las fotos de arquitectura
Damnificado del tsunamiDamnificado del tsunamiDamnificado del tsunami

Doss muestra la biblia en el portal de su casa, donada por una ONG
son complicadas y yo, con mi camarita y sin tripié, estaba conteniendo la respiración para ajustar el ángulo que buscaba y no moverme al presionar el disparador. Samantha es latosa profesional y encontró una nueva oportunidad de ejercer: empezó empujándome, terminó haciéndome cosquillas. Un hombre al que no habíamos visto saltó indignado a gritarnos que respetáramos las costumbres de su país, pues desde su punto de vista estábamos haciendo inmoralidades.

Muchas veces hay turistas que se pasan. Creo que ya alguna vez narré que en el conservador y musulmán sur de Egipto, donde las mujeres van cubiertas totalmente de negro, las occidentales se muestran en bikini desde las cubiertas de los barcos. Algo peor ocurrió en Pushkar, otra ciudad de Rajastán, hace menos de un mes: una chica finlandesa tuvo la ocurrencia de desnudarse para bañarse en un lago sagrado y después corrió en cueros hasta su hotel. El escándalo se fue al cielo y los ulemas se quejan de que las turistas les meten tentaciones a sus ingenuos muchachos.

Dileep y Denis sostienen que al tipo que nos regañó lo había maltratado su mujer por la mañana y que por eso estaba enojado. Lo curioso es que
Primer aniversario del tsunamiPrimer aniversario del tsunamiPrimer aniversario del tsunami

Asistentes a la ceremonia en Mamallapuram
si yo hubiera hecho lo mismo, o más, con un hombre en lugar de una mujer, no hubiese habido problema.

Aunque Sam se lleva muy bien con nuestros anfitriones, ellos nunca la tocan. Conmigo, en cambio, lo hacen todo el tiempo e incluso me dan masajes de hombros a la primera oportunidad. En la calle es de lo más normal ver a un chico abrazado por otro y entre sus piernas. Suelen ir tomados de la mano. En privado, mucho más: en una visita que hice a casa de unos amigos hace tiempo, dos hermanos trataban de dormir. Entrelazados de brazos y piernas. El resto de la familia se dedicaba a molestarlos quitándoles la manta, lo que revelaba a mí y a todos la estrechez de su situación. Nadie lo veía impropio y la madre era una de las que no paraban de reír.

Entre personas del mismo sexo, casi todo se vale; la relación entre hombres y mujeres está prohibida. La sociedad tradicional hindú reprueba los contactos físicos.

Creo que la estructura machista de las sociedades latinas nos ha privado de muchas cosas, entre ellas de una mayor cercanía entre hombres. Hay algunos que se ponen muy nerviosos, si no es que de plano se irritan, ante la proximidad de alguien de su propio sexo.

Muchos otros hemos conseguido dar unos pasos y somos capaces de demostrarnos cariño y amor sin sentir que está en peligro nuestra identidad sexual. El machismo es un lastre del que nos urge liberarnos.

Me espanta, sin embargo, la otra cara de la misma moneda moralista y represiva que veo en India. Ese terror a la libertad en las relaciones humanas. Sin duda mi formación me afecta, pero el nivel de cercanía entre los hombres de aquí resulta excesivo para mí. Lo atribuyo a que todos tenemos necesidad de demostrar amor y a ellos les han quitado a sus mujeres. Yo no cambio las limitaciones bajo las que he vivido por las que hay aquí: prefiero darles besos a ellas que a ellos. Cuestión de gustos.

Mi experiencia en India refuerza mis sentimientos y convicciones al respecto del sexo opuesto (¿opuesto?, ¿estamos en guerra?). Me manifiesto por vivir con las mujeres, quererlas y hacernos querer como sus hermanos, amigos o parejas. Por ellas. Y por nosotros.


DÍA 242. UDAIPUR, RAJASTÁN, INDIA: EL PALACIO DEL LAGO

Udaipur es una ciudad genial para románticos, fans de James Bond, amantes del lujo y sociólogos preocupados por la locura del poder. En todo eso tiene que ver el palacio del lago.

Que va a dejar fascinados a muchos, junto con el propio lago, las islitas, los demás palacios y la bruma que sube y baja como los caprichos de una novia mimada. A otros les encantará saber que el palacio es la residencia repleta de bellas mujeres en la que vivía Octopussy, en la película homónima del 007. Unos más querrán colocar Udaipur como uno más de sus destinos de oro, al saber que los palacios tienen habitaciones de súperlujo construidas originalmente para satisfacer a un marajá...

...y a otros nos preocupa más la manera en que el de aquí y otros marajás rajputas crearon estas riquezas.

Si en los años 70 los jeques árabes se hicieron famosos por su ostentación y despilfarro, antes los que tenían esa reputación eran los marajás indios. De ahí vienen expresiones como "con lujo de marajá". ¿Qué pasaba con esos señores?

A pesar de su pequeño tamaño, algo así como Chihuahua y Sonora juntas o como la mitad de
Chicas de ElkanahChicas de ElkanahChicas de Elkanah

El orfanatorio de Mamallapuram
Francia, Rajastán nuna se unificó y estuvo dividido en pequeñas ciudades-estado que se dedicaban a destruirse unas a otras en guerras interminables. Esto, lógicamente, las debilitó e hizo presa de invasores extranjeros.

Los marajás pertenecían a la etnia rajputa y se guiaban por una serie de absurdos principios de caballería que obligaba a todo un pueblo a sacrificarse por el honor de su gobernante, y las disputas de estado tenían más que ver con pleitos personales que con irrenunciables intereses colectivos. Ser una de las muchas esposas del marajá era un privilegio delicado, porque si el señor se moría, todas las viudas tenían que hacer sati, esto es, inmolarse en su pira funeraria. (Esta práctica, común a otras regiones de India, está prohibida pero no ha desaparecido y la gente peregrina a las aldeas donde ha ocurrido un caso reciente para adorar a la suicida como divina).

Cuando llegaron los ingleses a conquistar Rajastán, descubrieron que la forma más sencilla de hacerlo era comprando a los marajás. El imperio reconoció sus títulos y privilegios y les concedió generosas rentas, que se obtenían, claro, de las contribuciones que se obligaba a pagar a la gente común. A cambio, Londres
Trio de ElkanahTrio de ElkanahTrio de Elkanah

El orfanatorio de Mamallapuram
se ocupaba de la administración y de hacer negocios. Y los marajás se libraron de la pesada carga de gobernar, ¡que lo hagan otros, vamos a gastar!

De esa forma, los marajás traicionaron a su gente. Ni ellos ni los ingleses se preocuparon por dar educación, salud o hacer crecer la economía, pero los súbditos sí tenían que darles su dinero. Cuando India ganó la independencia, Rajastán, que antaño fue una de sus regiones más ricas, estaba entre las más pobres. Aún ahora un tercio de su población es analfabeta y sólo he econocido dos personas con estudios, los demás --hosteleros, comerciantes-- reconocen que no fueron a la escuela.

Enfrentado a la división del país (Pakistán se escindió) y a la amenaza de más escisiones, el nuevo gobierno independiente se vio forzado a continuar con el trato de privilegio a los marajás para asegurar la integración de Rajastán a India. Pero un buen día la primera ministra Indira Gandhi decidió eliminarlo. A los marajás, despilfarradores e inútiles sin profesión se les murió la gallina de los huevos de oro.

No por completo: les quedaban los castillos y los palacios, equipados a todo lujo. Los súperricos de Occidente pagan para darse la buena vida en hoteles con exotismo oriental y los marajás además cobran la entrada para que visites el museo de su familia donde te hacen el cuento de hadas de su nobleza y su gloria.

El del palacio de Udaipur, sin duda interesante, contiene una carga grotesca por lo que dice y por lo que oculta.

En varias pinturas se cuenta la historia del marajá Udai Singh II, cuyo padre murió cuando era niño y el tío, como en las bonitas familias, se lo quería escabechar para quedarse con el mando sin competencia. Pero una criada era tan abnegada que, cuando supo que el tío iba a ir en la noche a matar a Udaicito en la cama, no dudó en cambiarlo por su hijo, quien en la oscuridad fue quien se llevó el cimitarrazo que lo partió en dos. Por supuesto que la edificante anécdota se cuenta como un acto heroico digno de ejemplo y la mujer tiene una mención en el árbol genealógico de 650 años de la familia.

Lo que ya no te dicen es lo que hizo Udaicito cuando creció: una traición bárbara que seguro lo tiene ardiendo en el infierno o reencarnado en comida para rata. En el siglo XVII gobernaba la cercana ciudad de Chittorgah cuando las tropas del emperador mongol de Delhi se acercaban a arrasarla. El código de caballería rajputa ordena que, ante la derrota inevitable, nada de pactos o rendiciones: ¡la autodestrucción! Las mujeres y los niños tienen que inmolarse en una pira mientras todos los hombres deben vestirse de naranja, salir de la ciudad y correr a encontrar la muerte a manos del enemigo.

¿Todos? No, perdón, corrijo: Udai Singh II se escapó mientras su gente moría por una tradición idiota. Y él, más tarde, fundó la romántica Udaipur, con sus islitas, sus palacios y sus escenarios de James Bond.


DÍA 245. MAMALLAPURAM, TAMIL NADU, INDIA: LA GENTE DEL TSUNAMI



Pasé meses diseñando un modelo para este largo viaje, elaboré itinerarios y calendarios y herbolarios y bestiarios que terminé mandando al osario: decidí que necesitaba mucha flexibilidad. El único objetivo fijo que sobrevivió fue estar en este lugar, ahora: en la zona del tsunami al cumplirse el aniversario.

Mamallapuram es una comunidad de pescadores en la costa oriental de India, al sur de Chennai (antes Madrás), y recibió de frente las embestidas del tsunami. En su playa hay algunos montones de escombros de las construcciones derribadas, pero la evidencia más clara de lo que ocurrió son decenas de lanchas nuevas, de colores muy vivos, alineadas sobre la arena y con las firmas de las diversas entidades que las donaron. Una de ellas fue regalada por Liechtenstein. Es la primera prueba que veo de que ese país europeo existe --¿todos saben dónde está?

Las barcas, sin embargo, parece que son demasiado ligeras y se voltean con facilidad. Además, el gobierno realiza la entrega de las donaciones y otra ayuda a través de personas que la aprovechan para ganar apoyos políticos y la asignan a la gente bajo criterios caprichosos, según me dijo Doss Kumar, un pescador damnificado que me invitó a su choza, una de las viviendas provisionales que ya se van haciendo permanentes. Su casa fue arrastrada por las olas, pero no perdió más porque él estaba en altamar y su mujer y sus dos simpáticos hijos, tierra adentro.

El tsunami, junto a tantas otras tragedias cotidianas de este sufrido territorio indio, dejó víctimas entre los niños. Por invitación del reverendo Bilaventhiran, Samantha y yo visitamos el orfanato Elkanah. De alguna forma, no imaginamos lo que íbamos a encontrar, pero pudimos haberlo previsto: los niños no nos vieron como a dos periodistas, sino que imaginaron a un matrimonio occidental interesado en adoptarlos. Jugaron con nosotros, se las arreglaron para ontener todo el cariño que pudiéramos darles en tan poco tiempo e incluso repitieron unas tablas de baile que habían ensayado para un festival anterior. Es muy fuerte la sensación que te produce un chiquito que te come a besos y te persigue en el intento de que lo abraces y mimes.

El evento más importante tuvo lugar en la esquina principal (creo que no hay plaza) de Mamallapuram, donde cientos de personas acudieron para recordar a sus muertos. Con flores, velas y mucho incienso, ministros de religión hindú, católica y musulmana se unieron en oración, personas comunes pasaron a hablar de sus familiares fallecidos y autoridades dirigieron discursos.

Lo más curioso es que un grupo de jóvenes montó una obra en donde representaron la vida cotidiana antes del tsunami, el momento en que pegó la ola, los cadáveres dispersos y el dolor de la gente que iba a encontrarlos. El público se rio mucho con la primera parte, pero lloró con lo demás, a pesar de la sencillez del montaje. Nos pareció extraño que se quisiera revivir ese dolor tan fresco.


DÍA 250. MADURAI, TAMIL NADU: SER MUJER EN INDIA



Los templos del sur de India parecen inspirados en el arte pop --o viceversa: como si Warhol y sus amigos se hubieran dado una vuelta por aquí--: están llenos de representaciones expresivas y recargadas de color, dioses poderosos y terribles como los de un comic.

El complejo de templos de Madurai es su expresión más intensa: altas torres profusamente pobladas por esculturas. En la base pululan miles de peregrinos, ataviados de acuerdo a los peculiares requerimientos de su casta y secta. Alrededor, el caos arquitectónico y humano característico de India. Y los mendigos, los niños harapientos, las mujeres empobrecidas...

Todo en la India tiene un lugar que es parte del orden divino. La religión hinduista, que es practicada por el 80%!d(MISSING)e los habitantes, afirma que existe la reencarnación y que nuestras acciones generan un karma. Si actuamos bien y cumplimos con nuestras obligaciones en esta vida, nuestro karma será positivo y reencarnaremos en un nivel superior, tal vez en la casta privilegiada, la de los brahmanes (sacerdotes). Lo contrario es reencarnar en una casta inferior, la de los sudras (trabajadores manuales), o en la más baja, la de los dalits o intocables. O en un animal. O en una mujer.

Ser mujer no sólo es un perjuicio para ella, sino para la familia. En muchas sociedades tradicionales, cuando las chicas se casan se convierten en parte de otra familia, con lo que la que aquélla que las crio pierde a un miembro, a alguien que además de querer tuvieron que cuidar, educar y alimentar por años. Por eso, en otras culturas, los padres del novio dan una dote a los de la novia como compensación. En India ocurre al revés: la familia de la novia, además de perderla a ella, tiene que pagar lo que el novio exija, como si en lugar de una esposa le estuvieran traspasando un problema.

Una dote normal entre familias de recursos modestos es de un lakh (100,000 rupias, 2,300 dólares), que es una fortuna para un padre que gana tres mil rupias al mes (70 dólares). Lo común es que vendan las muy escasas posesiones para reunir la dote, que
Espontaneo en MysoreEspontaneo en MysoreEspontaneo en Mysore

Este paseante observo que trataba de hacerle una foto al cocinero, que no se dejaba. Se acerco, lo echo, tomo la sarten y poso!
pidan prestado (lo que da lugar a una forma de trabajo esclavo para cubrir el crédito) o que lo queden a deber al novio. Cuando casos como este último se complican porque no se cumple el pago, la esposa recibe presiones muy fuertes por parte del novio y sus familiares, que pueden pasar por el repudio e incluso el asesinato de la chica. No es nada raro leer historias como ésta en la prensa india.

La consecuencia es que nadie quiere tener hijas. La ley prohibe a los médicos revelar a los padres el sexo del feto, pero abundan los coyotes con aparatos de ultrasonido que lo hacen a cambio de dinero. Lo que sigue es el aborto de las niñas: por lo menos diez millones de fetos femeninos en los últimos 20 años, según un informe publicado en enero. En 2001, por cada 1,000 niños menores de seis años, sólo había 927 niñas. Es más grave en ciudades como Delhi (854 niñas), Ahmedabad (821) y Surat, donde hay 4 nenas por cada cinco chicos (804): han desaparecido al 20% de la población femenina.

Esto da una idea del papel que tiene la mujer en la sociedad india, a pesar de que la legislación del país (que tuvo a una famosa primera ministra, Indira Gandhi, y tiene a una poderosa jefa del partido en el poder, Sonia Gandhi) es progresista, prohibe las dotes y la discriminación de casta y promueve los derechos femeninos. El país sigue siendo 70% rural y tan religioso que el feticidio se practica sobre todo en las clases altas, a pesar de que tienen acceso a mejor educación.

En Jodhpur conocimos a una chica guapa e interesante que estaba ejerciendo su profesión en Delhi cuando sus padres le consiguieron novio (a través de anuncios en el periódico), al que vio una sola vez antes de casarse. Ella lo dejó todo para ir a vivir y dormir con un desconocido, en una ciudad pequeña y atrasada, y para someterse a las reglas de una familia ajena: a solas, era libre y conversadora, pero la madre del marido parece una matrona siciliana que controla las vidas de todos y la chica, frente a ella, guardaba silencio y se cubría el rostro con un velo (lo que es normal en ciertas variantes del hinduismo).

Muchos indios, hombres y mujeres, aceptan que se casarán con alguien a quien no van a elegir. Una explicación que recibí es ésta: "Mis padres me trajeron al mundo y me aman. Sabrán qué es lo mejor para mí".

Pero este razonamiento sencillo tiene atrás uno mucho más ominoso. "No rechazaría a quien escoja mi mamá. No le haría eso a ella". No se refiere a lastimar los sentimientos de la señora, sino a causarle un daño irreparable a su karma. Una de las obligaciones de cualquier madre hindú, si aspira a tener una buena reencarnación, es asegurar que todos sus hijos queden bien casados.

En el hinduismo visto de manera conservadora, uno no es libre de cambiar de casta o, si es mujer, de aspirar a una situación mejor, porque uno tiene lo que merece, lo que se ganó en la vida anterior. Además, ni siquiera tiene derecho a echar a perder su vida actual: la reencarnación de los padres y tal vez de otros cercanos, queda en peligro. El hinduismo es una caja fuerte con candados bien cerrados.


DÍA 254. MYSORE, KARNATAKA, INDIA: VIVIR BAJO LAS CASTAS



Estos últimos días hemos visto una India menos sacudida por el tráfico y la contaminación. Agotada por el itinerario que armé, Samantha buscó un lugar de descanso y relajación para escapar del ruido, y lo encontró en Kodaikkanal, una estación de montaña a unas horas de Madurai, una verdadera bendición. Y de ahí vinimos a Mysore, que resultó ser una ciudad mucho más tranquila que cualquier otra donde hayamos estado en India.

En Kodaikkanal hallamos un hostal muy sencillo, barato y con una vista preciosa hacia el valle. Estábamos a 2000 metros de altura y parecía que el nivel normal de la gruesa capa de nubes era de 1800, o así, por lo que casi siempre la teníamos flotando abajo. Y el único ruido era el de los pájaros. Fue una pena tener que marcharnos, sólo lo hicimos porque se nos acaba el tiempo. Ahí debí haberme esforzado para beber unas chelitas con Sam y romper mi fase abstemia, que ya dura dos meses, pero no se antoja.

El cielo nocturno era precioso, ¡parecía que estábamos tan cerca de las estrellas! Y tuve una agradable sorpresa: ¡desde ahí se puede ver la Cruz del Sur! Se trata de una constelación del hemisferio austral (la mitad sur del mundo) que servía a los marinos para guiarse, igual que la estrella polar en el hemisferio boreal (la mitad norte, ¿verdad?), porque su extremo más largo apunta al polo sur. Siempre me ha causado mucha emoción verla, desde la primera vez en Argentina, y a lo largo de este viaje traté de seguirla, desde Sudáfrica hasta Kenya. Pero no esperaba que fuera visible en India, porque estamos en el norte, ¡y de pronto la vi, clarita, como si hubiera salido a saludar! Kodaikkanal sólo está a 10 grados de latitud norte (como Costa Rica), así que sí se la puede mirar. Hermosa.

Por ahí me pasó un desaguisado: estábamos platicando sentados sobre sillas de plástico cuando a la mía se le dobló la pata, se fue hacia atrás, caí al piso, pero además rodé un poquito y después había una segunda caída de un metro hasta otro nivel del pavimento, y me di en el coxis, auch! Me quedé tirado en el piso unos segundos hasta que me di cuenta de que, a izquierda y derecha, venían dos indios corriendo a ayudarme. E imaginé lo que seguía, porque son un tanto escandalosos y exageran las cosas, así que quise levantarme de un brinco para decir no problem, thank you so much, todo bien, pero al hacerlo me mareé y casi vuelvo a desplomarme. ‘Toy to’ fregao y no me puedo sentar bien!

Después vinimos a Mysore, donde los antiguos rajás dejaron un palacio enorme con patios y salones preciosos. La ciudad es relativamente tranquila y, lo que más me gustó, tiene un bellísimo mercado de flores. En Madurai habíamos ido a otro que es un basurero (por cierto, ¿he mencionado que también fuimos a Pondicherry? No importa, no valió la pena, salvo una cenita en un restaurante francés que me invitó Sam), pero éste está mejor organizado y repleto de colores, entre montones de tinturas para ropa y dibujos tradicionales, frutas, especias, los saris de las mujeres y mucha buena onda de la gente.

Eso es lo más bonito. En India, como en muchos países, cambia el carácter en cada región. Casi siempre hay alguien amable y espontáneo que te mejora el día, pero en ciertos lugares es más difícil. En el norte, por ejemplo, se nota más la agresividad. Las relaciones de autoridad son verticalísimas y en Khajuraho por dos veces vi a tipos que insultaban y humillaban a sus subordinados en público, de una manera inaceptable pero aceptada en silencio por los regañados. La caza del turista es feroz, te venden las cosas a gritos y casi a fuerza: en Gorakhpur me insulté con un idiota que nos quería obligar (a mí y a mis amigas indias) a comprarle boletos para un sitio cuando nosotros íbamos en dirección contraria: el hombre se desesperaba, se tiraba de los pelos y aullaba que yo no entendía que su idea era mejor. (Colega, tienes 300 millones de dioses a quienes rogarles por un poquito de buen humor en tu vida, ¿y ninguno te puede hacer el milagrito?)

En Rajastán me pareció encontrar un poco más de buena onda, pero Samantha, que apenas había llegado a India, lo vio hostil. Lo contrario es el sur, donde ambos nos sentimos mucho mejor. Y sobre todo, Mysore, que nos parece toda una tierra de la amabilidad.

Eso no significa que desaparezcan las relaciones de castas, congeladas desde que hace tres mil años los brahmanes (sacerdotes) escribieron los textos sagrados que establecen que la casta que está por encima de todas es, ¡¿cuál creen?!, la de los brahmanes. Después sigue una infinidad de castas, al menos 2,500, y cada casta tiene asignada una función que no puede abandonar: hay gente, por ejemplo, que desde antes de nacer está destinada a limpiar letrinas. Como cayó en esa casta debido a su karma --o sea, estás ahí porque te lo ganaste en tu vida anterior--, sólo puede aspirar a cumplir muy bien sus tareas de casta para ver si en la próxima vida asciende.

Uno tiene que relacionarse en su casta y, por supuesto, casarse sólo con gente de la misma o de ciertas castas relacionadas --para evitar los matrimonios entre familiares--. Son raros los casorios intercasta. Uno tiene siempre que actuar con sumisión ante la gente de castas superiores. Entre ellas hay abismos de desconfianza y un amigo me llegó a decir, simplemente, que no le gusta la gente de otras castas. Otras personas me preguntaron por mi casta y tuve que responder que en México no las hay --aunque algo debí haber aclarado sobre nuestras formas de racismo y clasismo--.

Gandhi y los luchadores por la independencia se propusieron abolir eso. La Constitución promueve el desarrollo de las castas inferiores y en ciertos niveles y regiones de mayor desarrollo político es posible ver brahmanes subordinados a
Tecnologia de puntaTecnologia de puntaTecnologia de punta

Obras en el aeropuerto de Bangalore, la ciudad-emblema del desarrollo indio.
sudras (casta inferior de trabajadores manuales). En la mayor parte de la sociedad, no obstante, las cosas siguen igual, sostenidas por la religiosidad de la gente. Y en algunos sitios, como en el estado de Bihar, hay conflictos mayores: los brahmanes terratenientes envían escuadrones de la muerte a atacar aldeas de sudras que reclaman tierras, con saldos de decenas de asesinatos.

Para muchos, la única salida es abandonar la religión hinduista. El budismo, hace 2500 años, y el sikhismo, hace 350, fueron grandes escisiones del hinduismo a causa de las castas. Los sikhs dicen que sus templos están abiertos a todo el mundo y tienen una gran solidaridad social. En cambio, hay corrientes ultras del hinduismo que rechazan que en los templos entre un no hindú, incluso quienes se han vuelto hindúes: la conversión no se vale porque, si naciste no hindú, es tu karma, ¡algo has de haber hecho en tu vida pasada para merecerlo! (De entrada, uno es culpable convicto de crímenes que nadie conoce, pero sin duda los cometiste.)

El fallecido Babasoheb Ambedkar, luchador por la independencia, coautor de la Constitución y miembro de la casta intocable de los dalits, causó una conmoción cuando dijo
Rutas indianasRutas indianasRutas indianas

El recorrido por el subcontinente indio: Mumbai (demasiadas veces), Maharashtra, Goa, Madhya Pradesh, Uttar Pradesh, Nepal, Delhi, Punjab, Rajastan... uf.
que el único remedio contra el sistema de castas del hinduismo era volverse budista, y tres millones de dalits se fueron con él (ver www.ambedkar.org; foros interesantes de discusión sobre castas, religión y otras cosas en www.outlookindia.com --hacer click en "interactive").

Yo tampoco pertenecería a una religión que dijera que debo aceptar el orden de las cosas y esperar otra oportunidad --la reencarnación o el cielo-- para vivir mejor. La legitimación del orden político es uno de los efectos más nocivos de las religiones. Y hay algunas, en este caso el hinduismo, que no sólo lo legitiman: lo congelan.


DÍA 255. 6 DE ENERO DE 2006. BANGALORE, KARNATAKA, INDIA: 687 MILLONES DE MEXICANOS



Si Bangalore es la ciudad que simboliza el despegue de India hacia las nuevas tecnologías y el siglo XXI, hay que buscar mucho para verlo. Hoy es mi último día en este país y me voy con muchas dudas, a pesar de que los cálculos prospectivos más aceptados por los analistas internacionales dicen que India será la tercera economía mundial en 40 años, después de China y EU, y por arriba de Japón y los países europeos.

Es también el momento de
Media vuelta al mundoMedia vuelta al mundoMedia vuelta al mundo

Europa, Africa, Subcontinente Indio y, ahora, el sudeste de Asia.
la despedida. Sam, que es una gran mujer y excelente compañera de viaje, insistió en traerme hasta el aeropuerto (desde donde vuelo a Mumbai, y de ahí a Bangkok), a pesar de que ella se queda un día más. Esperó a que cruzara seguridad y después se fue, volteando a alzar la mano de vez en vez.

Qué tristeza. Ya la extraño. Me había logrado acostumbrar a viajar solo, incluso a preferirlo en ciertos momentos. Pero llegan a bien acompañarlo a uno por algunas semanas y, ¡cuaz!, las armaduras se caen y al final nos quedamos en cueros, con el viento soplando frío.

Claro que es una metáfora, porque no hay viento (ojalá) y el termómetro ya se derritió. En la pista del aeropuerto hay gente trabajando bajo el sol, construyen algo con las manos y las mujeres con sus saris cargan arena en la cabeza... ¿Qué digo? ¿En el aeropuerto de la ciudad de la tecnología de punta? Pues sí. Técnicas de la edad de piedra.

En Europa y EU, decir que tu empleo se "bangalorizó" (went Bangalored) es que tu empresa contrató a alguien en India para que haga tu trabajo por menos dinero (y tú, a la calle). Pero aquí, las ciudades rivales (Hyderabad, Pune, Chennai, Kolkata, Mumbai, Delhi y otras: la competencia entre ellas para aprovechar los problemas de Bangalore y atraer inversión y compañías extranjeras es abierta y despiadada, no les importa destrozarse, como si no fueran parte del mismo país; saben que ahora es el momento en que los mayores flujos vendrán y que el que se rezague eventualmente tendrá que conformarse a recibir chorritos) popularizaron otra acepción: "bangalorizarse" es sinónimo de crecimiento económico desordenado, caos en los servicios y desastre vial.

El problema es que eso se puede decir de todo el país, no se ven planificaciones ni estrategias de largo plazo para administrar el crecimiento. El nuevo gobierno del primer ministro Manmohan Singh (que como ministro de Finanzas, hace década y media, operó la liberalización de la economía) está impulsando grandes proyectos, por ejemplo de infraestructura carretera, pero a nivel local, que aquí importa mucho, lo que destaca más es la descoordinación, la corrupción y las escaramuzas políticas. El gran milagro indio --las industrias del software, aeronáutica, farmacéutica y de centros de atención telefónica, entre otros-- emplea a un millón de personas y genera tres millones de trabajos indirectos... ¿Cuántas veces se puede multiplicar eso? ¿Cuántos empleos quedan en los países ricos que se puedan bangalorizar? Porque actualmente, sólo equivalen al 1%!d(MISSING)e la fuerza de trabajo india, esto es la centésima parte de los 400 millones de indios que quieren laborar, y de los cuales la mayoría está en el desempleo o vive con salarios de miseria. Verdaderamente de miseria, incluso en un país barato como éste.

El problema más visible para cualquier visitante es la sobrepoblación. Cualquier gran idea parece pequeña ante ella. La gente sale de todas partes, todo el tiempo: de los comercios, de los arbustos, de las alcantarillas. Son escasas las municipalidades que tienen servicios públicos de limpia y la gente no se preocupa por ello: basura por toneladas, calles llenas de tierra y lodo; ríos espantosamente apestosos y contaminados de los que la gente obtiene agua para beber y lavarse; ciudades atestadas de viviendas irregulares y gente que se queda a la intemperie.

Claro que hay causas que explican el progreso futuro del país. Una de ellas es que, cuando se abrió a la inversión y las empresas contaron con las tecnologías que les permiten trasladar sus operaciones, se encontraron con que India tiene abundante mano de obra calificada y que habla inglés (¡aunque el acento indio parece de broma!). Desde los años 50, el gobierno de Jawarhalal Nehru (algo así como un Lázaro Cárdenas indio) creó los Institutos Indios de Tecnología, que repartió por el país y que están entre las escuelas más prestigiadas del mundo (y más competidas para ingresar: entra 1 de cada 700 aspirantes; el país sigue siendo demasiado grande). Un título de uno de ellos abre puertas lo mismo en Sillicon Valley que en Múnich, Seúl o Shanghai.

La apuesta a competir con mano de obra sin preparación, extremadamente barata y sin derechos laborales (léase: maquiladoras), es una apuesta perdedora. Siempre va a haber otro que exprima peor a sus trabajadores y las empresas se van a ir allá. La apuesta india, en cambio, es competir con mano de obra altamente calificada, cuyo precio se va a incrementar junto con su productividad. ¡Ah!, y además, va a generar mercado interno. En cambio, en cada proyecto de presupuesto que envió el actual gobierno mexicano al Congreso se proponían recortes a ciencia, tecnología y universidades, ¡contra quienes hacen nuestra I+D! (En su campaña Fox prometió elevar el presupuesto del sector.)

Los indios no se han conformado con tener filiales de multinacionales o trabajar con patentes extranjeras. Muchas de ess filiales ganaron independencia y ahora compiten exitosamente con sus antiguas matrices (tres de las 20 compañías de tecnologías de la información más grandes del mundo son indias), mientras que desarrollan innovaciones propias --en procesos, sobre todo, pero también en productos-- que ahora son patentes codiciadas por otros. Eso sólo se consigue si tus egresados son de primera fila y si tus institutos de I+D tienen un financiamiento suficiente. En México, la iniciativa privada no realiza investigación sustantiva y quien sí la hace --las instituciones públicas-- tiene presupuestos bajos y en declive. (Y que no venga nadie a decirme "ay, es que eso en México no se puede"; ¡sí se puede!, y es ésa confianza la que necesitamos para competir en este nuevo mundo tecnológico: miren a los inventores indios.)

De todos modos, cuesta trabajo ver cómo van a resolver el problema en India, con tanto fanatismo religioso, tanto atraso educativo y tanta sobrepoblación. Porque sin duda han construido una sociedad hi tech, pero abarca a una parte minúscula de la población, como expuse antes.

Para comparar: India tiene 1,100 millones de habitantes en 3.2 millones de kilómetros cuadrados. Si México tuviera una densidad demográfica similar en sus 2 millones de km2, ¡seríamos 687 millones de mexicanos! ¡Y con 100 ya nos parece que somos demasiados! ¡Imagínense siete mexicanos donde ahora hay uno!

Esto no acaba: la gente con la que hablé le da poca importancia al problema, en general, y cree que es alarmismo occidental. Algunos anticipan que la tasa de natalidad se reducirá hasta que la población se estabilice entre 1,600 y 1,900 millones (sería como tener 1,000 millones de mexicanos, 10 veces más). ¿Es que nadie les habló de Malthus (el primer científico que alertó sobre los riesgos de la sobrepoblación)? Pues sí, y ¿saben qué me dijeron de eso? "1,900 millones no es ninguna pesadilla malthusiana".

Namaste, India!

Sawatdii kaap, Thailand!

LA ETAPA DEL SUBCONTINENTE INDIO ESTA DIVIDIDA EN CUATRO PARTES.
VISITALAS A TRAVES DE ESTOS ATAJOS:

INDIA. DE MUMBAI A PUNE
INDIA. DE PUNE A SUNAULI
NEPAL


QUIERES CONOCER OTRAS ETAPAS DE MI VIAJE? QUIERES IR A SUDAFRICA, SWAZILANDIA, MOZAMBIQUE, TANZANIA, KENYA, INDIA, NEPAL, TAILANDIA, LAO (disponible a fin de octubre 2006), CAMBOYA (disponible a partir de noviembre 2006) O VIETNAM (disponible a partir de noviembre 2006)? HAY MAS DISPONIBLES EN MI PAGINA PRINCIPAL!

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24th March 2006

Encantado, como siempre.
Puntual a cada nueva entrega, acá me tienes, leyéndote otra vez y echándote de menos. Al mismo tiempo, me siento muy a gusto de saber que cada día que pasa te comes kilómetros de mundo y encuentras cientos de historias. Gracias por compartir, de nuevo.Te doy mi nuevo e mail: mhernandezn@gmail.com y te envío un fuerte abrazo, hasta Tailandia.
2nd May 2006

Impresionante...
Felicidades por este gran recorrido, tus imágenes, tus palabras son apenas un asómo a tus emociones y experiencia acumulada en este enorme desafio, al viajar uno siempre se rompe un poco, creo que tu ya te has roto muchas veces y lo mejor, saber reconstruirte de inmediato y de una mejor manera... te felicito. esta última parte de La india es excelente. Suerte. Ulises Castellanos.
2nd May 2006

Que interesante!
Hola Temoris! Me alegro que estas bien, viajando y conociendo lugares nuevos. Acabo de leer lo que escrbiste sobre India, me encanto ... muy interesante... las fotos son impresionantes. Gracias por compartir con nosotros tus historias y tus aventuras. Me gustaron las fotos con los camellos ... montaste a camello? Como fue? Bueno... que la pases bien en tus futuros viajes.Cuidate mucho! Te mando muchos saludos desde Rumania!
3rd May 2006

Querido Témoris, ya cada vez estás más cerca de China! Cuándo vienes? Tengo ganas de oír tus comentarios sobre este inmenso país de espesa epidermis. Un abrazo.
3rd May 2006

Hey Guys! Thanks for the link to the TravelBlog Thingy. Had a look but unfortunately it is in Spanish!! I am struggling enough with Zulu, have been at it for a year and I have a vocabulary of 11 words. Spanish will be my next quest! The photos look great though. Hope you guys are well, we are fine here....left Bananas now based in the Drakensburg Mountains. Keep in Touch Kirsty and Duncan x
19th July 2006

Surprise!
It's a great surprise for me that I discovered your travelblog here because of another friend of mine( using this blog too) when I was browsing this website! But it's pity that all the articles are spanish. I can only read some of them through the translation by google. I like all the photos. Expecting much more~ and I will follow them!
19th September 2007

peru
hola me llamo diana a mi me gusta la INDIA:es muy hermosa me gustaria estar en la INDIA: mi deseo es conocer delhi,maharashtra mi sueño es estar en india yo soy peuana peru tambien es muy bonito sobre todo me gusta la comida tipica y sus bailes algun dia llegae a conocer la india mi nombre es:diana sotelo castellano bueno siempre me conecto a internet para ver la india ante todo me gustaria conocer amigos hindu ,,,bueno gracias por escucharme bye bye diana

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