De la vieja Muralla China a la vanguardia artística y más


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July 31st 2006
Published: September 13th 2006
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Beijing bajo la lluviaBeijing bajo la lluviaBeijing bajo la lluvia

Un lunes de atascos
Nacho, el guía que nos toca hoy, también joven y también filólogo como Alicia, nos está esperando en el lobby del hotel. Estamos los tres pero haré la ruta turística solo. Mis amigos se quedarán de camino, en el distrito tecnológico, en el mercado de la zona que, como no podía ser menos, está lleno de de tiendas en las que comprar auténticas falsificaciones de las mejores marcas de tarjetas, ordenadores, reproductores de mp3, juegos de la Play Station, etc. Es uno de los muchos mercados que han sido metidos en los rascacielos. Este tipo de traslados ya han cambiado la imagen de toda la ciudad. Tardamos mucho en llegar. La causa es el atasco de los lunes por la mañana, agravado por la lluvia torrencial que cae. Muchos chinos van con paraguas y los pantalones arremangados a media pierna. Las lluvias son tan frecuentes en esta época que el conductor lleva varios paraguas en el maletero para los turistas que, como nosotros, no han sido precavidos. Miro por la ventana y solo veo lluvia, grandes charcos, rascacielos, coches y paraguas. Digo adió a mis amigos que están parados bajo la lluvia, con un paraguas color rosa, esperando a que cambie
En la fábrica de jadeEn la fábrica de jadeEn la fábrica de jade

Haciendo cómo si estuviesen trabajando el jade
el semáforo para cruzar.

De camino a la Muralla China



El programa del día era la visita del tramo Badaling de la Gran Muralla, las tumbas Ming y un almuerzo. Pero la primera parada es una fábrica de jade. Cuando me lo anuncian les digo que no estoy interesado en hacer ningún tipo de compra, que prefiero hacer las visitas y volver a Beijing cuanto antes mejor. Solo voy a estar dos días y no quiero desaprovecharlos. La excusa para parar es que el conductor tiene que hacer algo sin lo que no podremos entrar en no se donde. Estoy dispuesto a pasármelo bien y no me enfado. Lo que sucedería a continuación tuvo su gracia.

Primero entramos y el guía me dice que vamos a tener que esperar un rato largo, por si quiero visitar la fábrica. Digo que bueno, y me meten en un saloncito en el que me ponen delante de un televisor. Me muestro incómodo, ver la fábrica es una cosa pero ver el vídeo es otra. La justificación es que el vídeo está en español. Visualicen la imagen: un turista y su guía mirando el televisor mientras un chino entra de vez
Fotografiándose bajo la lluviaFotografiándose bajo la lluviaFotografiándose bajo la lluvia

En las Tumbas de la Dinastía Ming
en cuando para ver si ya hemos acabado. En los cinco o diez minutos que duraba el video me convirtieron en un experto en la fabricación de jade. Luego me pasearon por la fábrica donde, a través de un cristal, pude ver trabajar a las operarias. Y, por supuesto, la salida está más allá de la inmensa tienda. Así que de golpe y porrazo, me encontré solo en una tienda de muchos, muchos metros cuadrados llenos de figuritas de jade. La encargada y un dependiente me siguen. Ven mi interés por algunas piezas y comienzan a dar explicaciones. No quiero preguntarles pero mi curiosidad es más fuerte. ¿Por qué en las vitrinas hay un vaso de agua? Para evitar que la sequedad ambiental estropee el jade, ¿Por qué la diferencia de precios? Acabo rápido. El jade no me gusta. Salgo a la calle, bueno al portal, porque sigue lloviendo, donde me espera el guía. El conductor va a tardar un rato. Me entra sed y le pregunto donde puedo comprar algo de beber. Me manda de nuevo a la tienda, para ello tengo que hacer el mismo recorrido, cual sería mi sorpresa que las operarias ya no estaban con la
Papel MojadoPapel MojadoPapel Mojado

Dinero ofrendado a los muertos de la Dinastía Ming a cambio de protección.
bata ni trabajando el jade, sino en una esquina, imagino que esperando la siguiente remesa de turistas. Entro en la tienda y veo que lo tienen todo apagado y que no hay nadie. Al oírme se apresuran de nuevo a encender las luces. Creo que no esperaban que volviera tan pronto y menos que fuera a comprar el refresco de naranja chino que tanto me gusta y me quita la sed. No le digo nada al guía, pero vuelvo con una sonrisa de oreja a oreja. Tengo ganas de reír pero bebo para disimular con la esperanza de no atragantarme.

La visita empieza por las tumbas Ming. Nacho ha pensado que como sigue chispeando y está nublado lo mejor es que pasemos primero por las tumbas y demos una oportunidad al tiempo para cambiar. Somos muy pocos. Algún que otro chino despistado y los dependientes de las tiendas de souvenirs que saludan a Nacho, sobretodo las mujeres, como si le conocieran de toda la vida. Le pregunto por ellos y me aclara que no los conoce, que solo son compañeros de trabajo.. Mientras paseamos camino de la tumba que no está escavada me cuenta cosas. Por ejemplo, que los
Como una pintura chinaComo una pintura chinaComo una pintura china

La niebla lo suaviza todo
billetes mojados que nos encontramos sobre la primera tumba, a la entrada, se usarán para seguir con las restauraciones del recinto. Sigue. Solo la primera concubina no era enterrada con el emperador. Tenía que quedarse para cuidar de todos los hijos que el emperador dejaba atrás. Las demás, que con buen criterio no querían ser enterradas, eran arrojadas a un pozo. Y se produce otra imagen para el recuerdo, dos personas, nosotros, hablando bajo la lluvia de estos temas con normalidad, cada uno con su paraguas, y los dos, yo integrándome, con las perneras arremangadas. Suena el móvil y se pone hablar. Es una conversación que suena agitada, con cierto punto de incomodidad. Al colgar me cuenta que es su novia, que le llama varias veces al día para saber dónde está. Me atrevo a bromear y le digo que porque no le ha dicho que estaba con sus compañeras de trabajo, las de los puestos. No capta el chiste, al menos no lo capta inmediatamente. Intento explicarlo, sonríe educadamente. ¡Qué poca gracia tengo!

La siguiente parada es en el restaurante. Es muy pronto para mí, pero es la hora china de comer. El sitio no promete. A la puerta un montón de autobuses turísticos. A la entrada unas estatuas de escayola y otras de posible jade. Tras pasar una pequeña cafetería se abre ante mí una gran tienda con todo tipo de souvenirs. No tardo en recordarle que no quiero comprar nada, debí decirlo con preocupación. Me llama a la calma. Solo hay que atravesar la tienda para llegar al restaurante. Me deja solo y se va a comer al comedor de guías y conductores. A medida que me sirven compruebo que la comida tampoco promete. Acabo pronto, y me salgo a la cafetería donde me tome uno de los mejores caffè latte que recuerdo. Tal vez el precio es caro para los chinos, no para mí ni para el resto de turistas que nos agolpamos en la barra para tomar nuestro café o té.

Una charla al pie de la Muralla China



Nacho se extraña cuando me ve en la puerta del restaurante. He llegado antes que ellos, les estoy esperando. Me monto en la furgoneta y salimos para la Muralla China. Me entretengo en el camino intentando fotografiar las montañas cubiertas por la niebla. Veo las fotos en el visor de la cámara digital. No me gustan. No logro captar el paisaje, al menos no logro captarlo con la poesía con que lo hacen los artistas chinos, esos que pintan con tintas o acuarelas los típicos paisajes que decoran muchas de las casas occidentales modernas. Y entre tanto paisaje de montañas en la niebla, una distorsión aparece en el campo en forma de castillos de aspecto europeo de colores chillones y a medio construir. Pregunto por ellos. Así me entero de que es un parque temático, para más señas de Disney, que no se llegó a construir, los costes subieron tanto que el socio mayoritario, un taiwanés curiosamente, se suicidó. Y hay queda, se puede decir que tirado al borde de la carretera.

Si gracias a la parada en la fábrica de jade, pudimos llegar hasta el aparcamiento más cercano a la muralla, bienvenido sea ese video, y ese conocimiento que adquirí. Ver a muchos turistas como subían y bajaban no era de lo más alentador, teniendo en cuenta que para visitar la muralla, una vez que se llega a ella, hay que subirla y bajarla, y está en cuesta, lo que significa que es duro el subirla, y peligroso el bajarla.
En la Muralla ChinaEn la Muralla ChinaEn la Muralla China

Turistas invadiendo la parte derecha

Ha dejado de llover y asoma tímidamente el sol. Nacho me acompaña y me da unas explicaciones. Las escucho con atención aunque ya casi las he olvidado. Como me habían dicho mis amigos, la cosa no da para mucho y aunque el guía me da una hora para pasear por la muralla, no tardó más de veinte minutos o media hora. En parte, porque me voy hacia la izquierda en vez de hacia la derecha, que era hacia donde se dirigían la mayoría de los turistas, con lo que me resulta más fácil y rápido tomar las fotos de rigor. Y en parte porque después de hacer un tramo bastante empinado pierde la gracia, es toda igual. Les pido a unas norteamericanas que me tomen la foto. Según bajo hago algunas fotos del otro lado de la muralla, el que estaba a tope de turistas, con y sin el logotipo de las olimpiadas de Beijing 2008, un cartel luminoso que colocado al ladito y que es imposible dejar de ver si se mira hacia ese lado.

Nacho se extraña al verme tan pronto. Le pillo fumando y tomando un café con otro guía. Este se va inmediatamente cuando me
En la Muralla ChinaEn la Muralla ChinaEn la Muralla China

Lo que se ve subiendo
ve llegar. Insito en que le llame y que se siente con nosotros. Pero no lo hace. Su café está lleno, por lo que pienso que lo acaba de pedir. Para no agobiarle me pido otro café con leche. Le pregunto como está el asunto del tabaco en China y acabamos hablando de su situación laboral, no me acuerdo como una cosa nos llevó a la otra. Me entero de que tiene firmado un contrato por cinco años con la agencia para la que trabaja. Si quisiera dejar el trabajo antes de que finalice el contrato tendría que indemnizar a la agencia con ciento veinte mil yuanes, unos doce mil euros (unos 600 euros por año). Cuando le cuento que ese tipo de penalizaciones no existen en España y que para irte de una empresa solo tienes que avisarlo con quince días de antelación no hace ningún gesto ni dice nada al respecto. Por su cara, no se si me cree o si me he explicado bien. Seguimos hablando. Por supuesto, que le gustaría visitar España. Tal vez en su viaje de novios, se casará después de diciembre, en temporada baja. Sin dudarlo, cuando dice que otra posibilidad es México,
En la Muralla ChinaEn la Muralla ChinaEn la Muralla China

Lo que se ve bajando
le recomiendo este país. Más que nada porque el viaje de novios le va a coincidir con la mejor época para visitar el país, y no es la mejor para ir a España. Otra posibilidad es Cuba, donde tiene amigos que le dejarían la casa y un coche para visitar la isla. Cuba sigue estando en el imaginario colectivo de todos estos países. En Rusia, un guía hablaba perfectamente español porque había vivido en Cuba, el guía mongol también había estado un año en Cuba, y Nacho tenía amigos cubanos. No es de extrañar que los periódicos y telediarios, incluido el China Daily, le dedicaran portadas y fotos a la enfermedad de Fidel Castro y se mostrara públicamente el apoyo. Aunque sin ceremonia religiosa, por lo que me ha contado, pienso que las bodas son similares a las que se hacen en todas las grandes ciudades del mundo: acto protocolario, fotos, comida/cena, fiesta y brindis.

Últimas tendencias artísticas en Beijing



Unas cuantas llamadas más tarde, Nacho y el conductor me dejan en el barrio artístico más trendy y cool de la ciudad: Dashanzi Art District. En el camino, vistos y no vistos, se han quedado los edificios olímpicos
Dashanzi Art DistrictDashanzi Art DistrictDashanzi Art District

O como el arte transforma el entorno
que es están construyendo o se han construido, como el pabellón para las competiciones de ciclismo o el pabellón en forma de nido de pájaro de Herzon y De Meuron. Me extrañó que ninguno de los dos supiera donde estaba. Nacho me llegó a decir que si quería ver cosas modernas esperará a Shangai, él que parecía conocer todas las películas de Pedro Almodóvar, la actual sensación española cinematográfica, y preferir las reuniones con amigos en un café para hablar y hablar (y fumar y fumar),

cómo hacen los occidentales

, llego a decir y que parecía estar más enterado de lo que allí pasaba. Pero hay momentos en que el turista tiene que revelarse y elegir por sí mismo que quiere hacer. Que la zona era cutre, pues sí y ¿qué? En las vueltas y vueltas que dimos con la furgoneta para encontrar el espacio expositivo más estupendo según la revista de ocio y cultura para extranjeros y enterados que viven en la ciudad,That’s Beijing, fui capaz de apreciar bares pequeños en los que apetecía entrar o quedarse en la terraza a tomar un algo, librerías, pequeñas tiendas de moda o joyerías de diseñadores que tenían allí su propio taller, y muchas galerías que
Dashanzi Art DistrictDashanzi Art DistrictDashanzi Art District

La presencia de Mao en el arte
exhibían las esculturas de sus artistas en la puerta. Todas estaban invadiendo el barrio, sin, por ahora, arruinarlo o cambiarlo drásticamente, una zona industrial dominada por una central eléctrica, pero que ya había comenzado el camino para no ser más así. Las calles, en su mayoría sin asfaltar, y los edificios industriales que en algunos momentos parecían okupados se mezclaban con obras de remodelación de plantas enteras en los edificios, y con galerías inmensas ya terminadas que nada tenían que envidiar a las del SOHO o Tribeca neoyorquino. Así, el Espacio 798 es una estupenda sala de exposiciones que conserva los lucernarios de la antigua fábrica y el hormigón de las paredes. Por una de las entradas se accedía a un bar restaurante de aspecto totalmente londinense, con una música suave, y a una pequeña librería de arte.

He de reconocer que las galerías que más me gustaron fueron las grandes que curiosamente estaban dirigidas por occidentales franco parlantes en su gran mayoría. Occidentales que respondían, sin titubear, en el idioma local a los pocos visitantes chinos que había en el lugar ese día y que les preguntaban, creo que por los precios de los catálogos ya que muchos eran
Espacio 798 ó 798 SpaceEspacio 798 ó 798 SpaceEspacio 798 ó 798 Space

Un espacio industrial reconvertido en galería de arte
gente jóven. Los más mayores y adienrados los vi llegar más tarde, a lo que podría ser la hora de cenar. Los chinos se mezclaban con alemanes, norteamericanos y el español que hablaba en inglés, o sea yo. Y, como ya era tarde, y muchos de los chinos que regentaban galerías o pequeños negocios, vivían allí, habían sacado unas mesas con unas sillas para tomar el fresco que hace al atardecer, mientras una brisa movía las ramas de los árboles que crecían alrededor de los edificios. A esas horas muchas de las galerías no estaban abiertas, pero los que las llevaban se levantaban, te abrían y te dejaban pasar. Todo esto en un entorno en el que la figura de Mao o de la chaqueta estilo Mao es un icono que trabajan, sobretodo en gran formato, muchos artistas.

Todo viaje tiene algo de descubrimiento. Tal vez, consciente o inconscientemente, uno se empeñe en descubrir algo o en vivir la ficción de que descubrió algo que hizo el viaje especial. Como espectador de arte, para mi, quizás, encontrar un nuevo artista que te haga sentir y comprender, y, así, crearte un sentimiento, es todo un descubrimiento. Me pasó en este
Dashanzi Art DistrictDashanzi Art DistrictDashanzi Art District

Nuevos jardines en el barrio
barrio, seguramente el paseo que estaba dando me predispuso a ello. Ocurrió al final. En la Red Star Gallery que muy amablemente me abrió, porque estaba cerrada, el hombre que la cuidaba y que estaba haciendo tai chi en la puerta. La sala ocupada por las pinturas rojas y blancas de gorilas enfurecidos y en gran formato de HuaQuing en una sala industrial de la que colgaban esculturas de cuerpos humanos desnudos en distintas posturas del artista ZhangDaLi como si estuvieran dispuestos para ser despedazados, desgarrados como diría un amigo pintor, me pareció en su conjunto una misma obra, por su grandiosidad y lo bien que se acompañaban la una a la otra. Me imagino que no habrá museo o coleccionista que las pueda mantener juntas y en la misma disposición. Una pena. Recuerdo, que me dio miedo, realmente miedo entrar en aquella sala. Los simios rojos de los cuadros del color de la sangre roja, anaranjada, arterial, oxigenada, y esos cuerpos exangües y pálidos, aunque no flácidos, manteniendo posturas seguramente imposibles cuando se está colgado, pero que a mi me parecieron totalmente probables. No se por qué pensé, que estaban anticipando algo, algo que como seres humanos somos capaces de hacer, aunque muchos piensen lo contrario, y que seremos capaces de hacer, si no lo está haciendo alguien ya en nuestro nombre. Si el paseo había resultado uno de los más agradables del viaje, estos dos artistas, mejor dicho estas dos obras combinadas, hicieron que merecieran la pena desplazarse a más de treinta yuanes del centro en taxi, y les puedo asegurar que eso es irse muy lejos en esta ciudad, aunque por supuesto, no es irse a las afueras.

Última noche en Beijing



Me encontré con mis amigos en el hotel. Habían tenido un fructífero día de compras. No todo lo que habían pensado, pero sí muchas de las cosas que querían. Contaban divertidos como al coger un bolso que era toda una imitación, se habían dado cuenta que no tenía la marca de rigor. Dicho y hecho, se lo dijeron al dependiente, este se metió al almacén y sacó el bolso con el flamante anagrama marcado. Todo por un precio risible, si se compara con el original, después de la obligatoria negociación y el regateo. Les vi contentos, pero cansados, seguramente el mismo aspecto que tendría yo.

Un poco más tarde, cogíamos un taxi para ir a Dong Zhi Men Nei Dajie, la calle de puestos callejeros de comida que ha sido limpiada y reformada para darle un aspecto totalmente higiénico. El taxista paró donde quiso, relativamente cerca pero en otra dirección. Y nosotros, fiel a nuestro principio de desviarnos del camino más recto por cualquier distracción o motivo, hicimos lo propio por retrasar la llegada al destino. Así descubrimos que la película del momento es Misión Imposible 3 con Tom Cruise. Que los discos y DVD auténticos estaban tirados de precio, un euro. Que hay más teatros que no ofrecen a los occidentales por ser en chino, como si a uno no le gustara oír a Gong Li o a Pu Cunxin, el protagonista de la película La Ducha, en el idioma original y verles batirse el cobre con un público tan difícil como íbamos a ser nosotros, que no entenderíamos nada de lo hablado y nos lo tendrían que decir todo con el cuerpo, la entonación de la voz. O ver una obra que fuese impresionante por el montaje escénico. O descubrir un teatro de marionetas que tenía una pinta estupenda, que tampoco iban a ofrecer a adultos como nosotros, y que, por tanto, nos perdimos (pero qué tipo de turistas piensan que llegan, o, mejor, que idea les dejamos los turistas). Y que, una de las zonas más animadas es la plaza que se encuentra delante de la catedral católica de Beijing. Una plaza con luces en el suelo, pero de suelo plano, llena de jóvenes patinadores a pesar de la hora. Llegamos a los puestos de comida casi cuando estaban cerrando por lo que nos resultó difícil decidirnos entre comer brocheta de caballitos de mar o de escorpiones, que movían sus patas antes de ser puestos a la plancha. Una familia norteamericana, una pareja con su hijo adolescente, viviendo la vida peligrosamente, optó por los testículos. Y entre toda esa algarabía, los camareros ofreciendo brocheta de serpiente, que realmente era de piel de serpiente, a los turistas. O chinos que compraban alguna de estas brochetas y se las comían para deleite de los turistas mirones. No todo resultaba repugnante para el gusto occidental. También había brochetas de melón o de frutas que metían en una especie de azúcar caramelizado; unas gelatinas que no tenían mal aspecto; y una especie de tortilla de patatas, que siguiendo la terminología de Ferrán Adriá, el cocinero español preferido de The New York Times, era una tortilla desestructurada. Para que se me entienda, era algo así como unas patatas fritas colocadas entre dos huevos, todo ello muy bien aplastado. Nada nos convence. La elección de algo que comer o de un restaurante se nos hace difícil. No tiene que ver con la comida, sino con el cansancio. Nos asombra y entretenie más una tienda en la que te puedes compar una Virgen María o una Venus de Milo. Creo que hacemos bien en volvernos al hotel. Paramos un taxi.

Advertencia: Cuando leas este blog recuerda que se ha escrito en verano de 2006. Los datos prácticos que contiene, las informaciones e incluso las impresiones pueden ser muy diferentes en el futuro. Mucha de la información que pudimos recoger de varias fuentes, incluida la guía del Transiberiano de Lonely Planet, no se ajustaban a lo que realmente nos encontramos. Y es que se trata de sociedades que se encuentran en un fuerte proceso de modernización y cambio. La comparación de lo que fueron y lo que son tiene mucho interés.


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